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«Pasé un rato muy malo; me picaron en el cuello y en el hombro»
Fuente: D. CARCELÉN para www.laverdad.es
Francisco José Martínez descubrió a los 38 años su alergia a los himenópteros Diez minutos después de recibir dos picaduras, perdió el conocimiento
Francho no sale de su casa sin su mochila. En la bolsa lleva una inyección de adrenalina, antihistamínicos y corticoides. Y es que si le picaran una avispa o una abeja tendría que actuar con rapidez.
Hace ya más de dos años, este joven de Villamalea, Francisco José Martínez, averiguó que era alérgico a la picadura de abejas y avispas y que su reacción iba más allá de una erupción generalizada. La primera vez que le picó una avispa tenía 36 años y estaba en el campo con su hija, que entonces tenía 4 años.
La intuición le dijo que esos dos picotazos le iban a traer problemas y, sin pensárselo dos veces, cogió a la niña y regresó a casa. Su mujer le dijo que no se preocupara, que se echara barro, pero el caso es que diez minutos después de las picaduras perdía el conocimiento en el centro de salud.
A base de oxígeno y con una inyección indicada para las reacciones alérgicas, Francisco José se recuperó. «Pasé un rato muy malo; una me picó en el cuello y otra en el hombro».
Estos síntomas lo llevaron de cabeza al alergólogo, que pudo comprobar que este vecino de Villamalea reaccionaba a todas las pruebas relacionadas con la picadura de estos insectos. «Si seré alérgico, que me hicieron la prueba cutánea con una cantidad insignificante de veneno y volví a perder el conocimiento».
Francho es uno de los setenta albaceteños a los que el Complejo Hospitalario Universitario de Albacete les está suministrando la vacuna contra la picadura de himenóptero. Espera que con este tratamiento bajen los niveles de reacción, pero aún se tiene que pinchar todos los meses.
Para él, la vida sigue igual. No ha cambiado ni uno solo de sus hábitos, aunque sí que reconoce que ve a las avispas donde nadie las detecta. «Si tú no le haces nada, el animalico a ti tampoco». Y es que aquella primera vez cuando le picaron él estaba tirando pelotas a una caseta donde, aunque no lo sabía, había un panal.
«No les tengo pánico y me voy a correr como he hecho siempre, solo que voy con mi mochila por si tuviese la mala suerte de que me picaran», reconocía.
Ahora que todo ha quedado en una anécdota, Francho no quiere ni pensar qué hubiese pasado si, en lugar de ir al centro de salud, aquella tarde se hubiese quedado en el campo con su hija de 4 años, pensando que no era nada.
La Asociación Provincial de Apicultores Segovianos dedicó su XII Jornada a las patologías relacionadas con estos insectos
Fuente: M.G. – Segovia para eladelantado.com
La Asociación Provincial de Apicultores Segovianos (APASE) celebró ayer en el Centro “Aniano Bravo” de Segovia la decimosegunda edición de las Jornadas Apícolas que desde 1996 sirven de punto de encuentro para los profesionales de este sector.
Este año, los apicultores segovianos han dedicado esta reunión a uno de los principales problemas que abordan a la hora de trabajar en las colmenas, como es el de las alergias a las picaduras de estos insectos himenópteros, que suelen causar no pocos quebraderos de cabeza a los profesionales.
La doctora María Isabel Esteban, médica adjunta de la Unidad de Alergología del Hospital General de Segovia, analizó los pormenores derivados de las alergias producidas por la picadura de estos insectos, y aseguró que el 80 por ciento de la población que padece alergias a los himenópteros en Segovia son a las avispas, mientras que sólo el 10 por ciento lo son a las abejas.
Pese a estas cifras, la doctora Esteban precisó que sólo el tres por ciento de la población tiene reacciones generalizadas a esta picadura, y únicamente el uno por ciento de los casos provocan serios problemas de salud o incluso la muerte.
La alergóloga destacó ante los apicultores la importancia de identificar los síntomas de la alergia, que pasan desde el picor y el enrojecimiento e hinchazón de la piel hasta las dificultades respiratorias, sudoración o bajadas de tensión, y señaló que una vez detectados “es conveniente acudir a la consulta de alergias para establecer una inmunoterapia de vacunación para evitar reacciones inesperadas”.
Asimismo, señaló que ante la picadura de una avispa o una abeja, las medidas más eficaces son la aplicación de hielo sobre la zona afectada para eliminar el veneno, así como la de algún medicamento antihistamínico para prevenir cualquier reacción; así como acudir al centro médico más cercano en el caso de que los síntomas no remitan.
La amenaza de plaguicidas y clima
El uso en ocasiones indiscriminado de plaguicidas para proteger los cultivos, así como las consecuencias derivadas del cambiop climático están generando una seria preocupación entre los apicultores, que ven como lenta pero progresivamente sus colmenas tienen cada vez menos abejas.
El responsable de Apicultura de UCCL, Juan Carlos Pérez Domingo, destacó que las colonias de abejas “son muy sensibles a los cambios de temperatura y a los compuestos químicos cada vez más potentes que se usan para la eliminación de las plagas”, y abogó por una mayor sensibilización social a la hora de abordar este problema. “No hay que olvidar que sin las abejas no es posible la polinización y hay muchas especies vegetales que dependen de las abejas para su mantenimiento”. En cuanto a la problemática general del sector, señaló que los cerca de 10 apicultores que en Segovia se dedican profesionalmente a esta actividad producen anualmente entre 15 y 20 kilos de miel por colmena, aunque este año, las circunstancias climatológicas han reducido sensiblemente la producción, lo que ha obligado a encarecer el precio de venta al público.