La dermatitis atópica (DA) es un proceso inflamatorio de la piel caracterizado por un intenso prurito (picor) y piel seca, que presenta una evolución crónica y que cursa en forma de brotes. Es la enfermedad crónica de la piel más común en la infancia, aunque puede iniciarse a cualquier edad. Su desarrollo se debe a interacciones complejas entre la disfunción de la barrera cutánea, alteraciones de la microbiota de la piel e intestinal, desregulación del sistema inmunológico y susceptibilidad genética.
La DA se ha asociado a diferentes enfermedades (comorbilidades) tanto alérgicas como no alérgicas, aunque los mecanismos exactos de estas asociaciones no se conocen por completo. En algunos casos, estas asociaciones podrían ser coincidentes y no una consecuencia directa de la DA.
Recientemente, ha sido publicado un estudio coreano que ha analizado las enfermedades que se asocian a la DA, en más de 67.000 niños con esta enfermedad y que han sido evaluados desde el nacimiento hasta los 15 años de edad. A continuación, detallaremos las comorbilidades encontradas en este estudio 1.
Enfermedades alérgicas:
La DA se asocia con diferentes enfermedades alérgicas como la alergia alimentaria y el asma y rinitis alérgicas, dentro de lo que se conoce como “la marcha atópica”. Este término se refiere a este conjunto de enfermedades alérgicas que, por este orden, se suceden a medida que avanza la edad del paciente. Sin embargo, en algunos casos, esta secuencia no se cumple y las enfermedades alérgicas aparecen de manera independiente y en cualquier etapa de la vida. Posiblemente esto se deba al solapamiento que se produce entre la susceptibilidad genética y los factores ambientales que están involucrados en el desarrollo de las comorbilidades alérgicas.
Enfermedades no alérgicas extracutáneas:
Enfermedades psiquiátricas y neurológicas:
En cuanto a las comorbilidades no alérgicas, las más destacadas son las enfermedades psiquiátricas y neurológicas. Estos autores identifican una asociación entre la DA y la hiperactividad con déficit de atención (TDAH), desórdenes del sueño, alteraciones de la conducta o emocionales, así como con la convulsión febril y las cefaleas. Estas comorbilidades psiquiátricas pueden interrelacionarse, lo que podría jugar un papel importante en la asociación de estas enfermedades con la DA. Por lo tanto, es importante considerar los efectos de las comorbilidades de la DA en las enfermedades psicológicas, pero también el efecto de estas comorbilidades psicológicas en la DA.
Procesos infecciosos cutáneos y extracutáneos:
Los niños con DA presentan infecciones cutáneas más frecuentemente, como cabe esperar al tratarse de una piel alterada. Este estudio también reveló un incremento en las infecciones del tracto respiratorio y gastrointestinal, así como una mayor prevalencia de amigdalectomía. La desregulación inmunológica y la disfunción de la barrera, no sólo a nivel cutáneo sino también en otros órganos, podría contribuir al aumento en el riesgo a infecciones en órganos sistémicos, particularmente en una edad en la que las infecciones son muy comunes. Por otro lado, las infecciones fuera de la piel pueden exacerbar la DA y factores asociados al tratamiento de la DA podrían estar también relacionados con un incremento en el riesgo de infección.
Alteraciones gastrointestinales:
Se identificó una relación entre la DA y alteraciones gastrointestinales como el reflujo esofágico sin esofagitis, el estreñimiento o enfermedades hepáticas. Estas asociaciones podrían deberse a que comparten regulación inmunológica, en el eje intestino-piel a través de la microbiota intestinal, junto con la interrelación con otras comorbilidades de la DA.
Anemia por déficit de hierro:
También se encontró un incremento de la anemia de origen nutricional, posiblemente relacionado con dietas restrictivas injustificadas o a la malabsorción de nutrientes como resultado de la activación inmunológica. El estreñimiento es una comorbilidad de aparición más precoz que la anemia, lo que incrementaría la posibilidad de desarrollarla, dado que el enlentecimiento del tránsito intestinal puede ocasionar pérdida de apetito, dificultar la absorción de nutrientes y aumentar la excreción de hierro. Además, el estreñimiento interrumpe el equilibrio de la microbiota intestinal, afectando al metabolismo nutricional, pudiendo ocasionar también esta pérdida de hierro.
Enfermedades no alérgicas cutáneas:
Además de las comorbilidades fuera de la piel, la DA aumenta el riesgo de enfermedades cutáneas. Las enfermedades autoinmunes, incluyendo el vitíligo, la dermatitis herpetiforme y la psoriasis, comparten fisiopatología en aspectos como la disfunción de la barrera cutánea, la desregulación inmunológica, factores propios del paciente y factores ambientales.
Otros estudios han encontrado asociación entre la DA y la urticaria crónica, que podría explicarse por la desregulación inmunológica, factores genéticos compartidos y el estrés oxidativo.
Riesgo y cronología
El estudio concluye que tanto la edad de aparición como la gravedad de la DA influyen en el número de comorbilidades asociadas. La presencia de comorbilidades fue más frecuente en los niños con un inicio más precoz de la DA, en los varones y en aquellos con dermatitis más grave (medida por un mayor número de ingresos hospitalarios y mayores tasas de prescripción de corticoides tópicos).
La presencia de rinitis y asma alérgicas, principalmente las de inicio en preescolar, se asociaba, en este estudio, a la presencia de varias comorbilidades en el niño mayor y, el asma en concreto, tenía un efecto significativo en las alteraciones psiquiátricas y neurológicas. Sin embargo, la aparición de enfermedades autoinmunes no estaba influida por estas comorbilidades.
En resumen, los niños con DA pueden presentar varias comorbilidades. Reconocerlas a tiempo puede ayudar a mejorar los síntomas y reducir las complicaciones y el impacto tanto de las comorbilidades como de la propia DA.
Dra. Eva María Lasa Luaces. Unidad de Alergología Infantil del Hospital Universitario Donostia. Comité de Alergia Infantil SEAIC.
El valor nutricional de la carne se debe a que está formada por proteínas de alto valor biológico como fuente de aminoácidos esenciales, vitamina B y hierro, muy aprovechables por nuestro organismo.
La alergia a las carnes es una alergia alimentaria poco frecuente en los países desarrollados, a pesar de su elevado consumo. En la infancia, suele asociarse con dermatitis atópica y tiende a desaparecer en los primeros años de vida. No obstante, la alergia a la carne también puede aparecer “de novo” en la edad adulta.
En la actualidad, se desconoce la incidencia general y la prevalencia de la alergia a las carnes en la población general. Entre los pacientes con alergia alimentaria, se ha informado de alergia a la carne en el 3-15% de casos pediátricos y en el 3% de casos adultos.
Su baja prevalencia puede atribuirse, en parte, al hecho de que la mayoría de las carnes se consumen cocidas, y cocinarlas, normalmente aunque no siempre, reduce su alergenicidad.
Las reacciones pueden ser muy variables, desde un cuadro leve de picor en la boca y garganta o algunos habones aislados, pasando por angioedema (inflamación) de labios, párpados… hasta urticaria más extensa, rinoconjuntivitis, asma, síntomas digestivos, y/o cuadros muy graves de anafilaxia.
El tipo de carne que causa la alergia, presenta variabilidad geográfica, en relación con los diferentes hábitos de consumo. En nuestro medio, la alergia a las carnes de mamíferos es más frecuente que la alergia a las aves de corral. De acuerdo con esto, se ha descrito alergia a carne de canguro en Australia y a carne foca y ballena en Alaska.
La alergia a carne de vaca es la más comúnmente reportada, con una prevalencia que oscila entre el 1,5 y el 6,5% entre los niños con dermatitis atópica o con alergia alimentaria. Sin embargo, la alergia a carne de ternera, puede llegar al 20% en niños con alergia a leche de vaca. También se han informado casos de alergia a carne de cerdo, cordero, conejo, pollo y pavo, pudiendo ser alérgico a la carne de una especie o de varias.
En la alergia a las carnes, a diferencia de lo que sucede con otros alimentos, se han identificado alérgenos tanto de proteínas como de carbohidratos. Las albúminas séricas y las inmunoglobulinas parecen ser las principales proteínas alergénicas en la carne de ternera y otras carnes de mamíferos (cerdo, cordero, conejo), con una gran homología entre sí, lo que explicaría la alta reactividad cruzada entre carnes de mamíferos. Estas proteínas también podemos encontrarlas en aves como el pollo, aunque con una menor homología con las de los mamíferos, lo que explicaría que los individuos tiendan a reaccionar a carnes de mamíferos o aves pero rara vez a ambas.
El diagnóstico general de alergia a las carnes se realizará en base a la historia clínica y mediante la realización de pruebas cutáneas (prick-test) con extractos de las distintas carnes y la medición en sangre de los niveles de anticuerpos IgE específicos para cada uno de ellos. En ocasiones es necesaria la realización de una prueba cutánea con el alimento en freso (prick-prick) y si hay dudas, también puede ser necesario realizar un test de exposición oral controlada, siempre bajo supervisión del especialista.
En las reacciones con preparados cárnicos, como embutidos o salchichas, habrá que descartar una alergia a algún alimento o compuesto añadido o en el proceso de elaboración, como las proteínas de la leche, el huevo o los hongos.
Ante un diagnóstico confirmado, hoy por hoy, el tratamiento es evitar la ingesta de la carne responsable y los productos elaborados con ella (embutidos, salchichas, gelatinas,…). No obstante, conocer los alérgenos responsables, puede permitir una dieta más flexible, de manera que hay pacientes, cuya alergia depende de las albúminas séricas, que toleran la carne bien cocinada, y otros, presentan síntomas o no dependiendo del grado de cocinado y otro grupo no la tolera de ninguna forma. En algunos casos, se deberán eliminar de la dieta varios tipos de carnes, en cuyo caso, podría ser necesario aportar a la dieta suplementos de hierro y vitamina B.
Dra. Angélica Feliú Vila. Hospital Universitario del Tajo, Madrid. Comité de Alergia Infantil. SEAIC
Bibliografía
Y es que la diferencia es ciertamente importante. Tan importante como que una de ellas puede ser potencialmente mortal. ¿Sabrías decir a cuál de las dos nos referimos?
Comencemos por los términos importantes:
DIFERENCIAS FUNDAMENTALES ENTRE AMBAS (ver cuadro)
La alergia a las proteínas de la leche de vaca:
La intolerancia a lactosa:
La cantidad SÍ importa:
3.2 mg de proteína de leche (unos 0.1 ml de leche de vaca) pueden desencadenar una reacción alérgica en al menos el 5% de los pacientes alérgicos a proteínas de leche de vaca. Al menos el 50% reaccionan con 133 mg de proteína de leche (unos 4.1 ml de leche).
EN RESUMEN: el conocimiento es poder. Y en este caso, el uso correcto del lenguaje es de vital importancia.
Grabémonos la pregunta clave:
¿Es usted alérgico a la proteína de la leche de vaca o intolerante a la lactosa?
Porque hay preguntas que salvan vidas. Usémoslas.
Dra. Laura Argiz Álvarez. Clínica Universidad de Navarra (Madrid).
Bibliografía:
Lo primero, ¿Qué es eso de la microbiota intestinal?
La microbiota intestinal se define como la comunidad de microorganismos que habita en nuestro tracto digestivo. Esta comunidad está formada por una gran variedad de bacterias, hongos, virus y otros microorganismos que desempeñan un papel fundamental en la salud humana.
La composición de la microbiota intestinal depende de factores como la genética, la dieta, el modo de nacimiento, el tipo de lactancia y la toma de antibióticos entre otros, sobre todo en los tres primeros años de vida, que es cuando se establece la composición de nuestra microbiota intestinal que tiende a persistir en la vida adulta.
Nuestro estilo de vida urbano e industrializado nos expone a una menor diversidad microbiana y hace que esa exposición microbiana sea frente a una serie ¿concreta? O ¿microorganismos específicos? de microorganismos, lo que se traduce en una menor diversidad de nuestra microbiota intestinal y el desarrollo de una microbiota intestinal ¿específica? concreta que a su vez se ha relacionado con un mayor riesgo de desarrollar una patología alérgica en general y alergia alimentaria en concreto.
En los últimos años, se ha demostrado que la microbiota intestinal juega un papel importante en la alergia alimentaria, lo que hace plantearnos si este papel podría aprovecharse a nuestro favor para prevenir e incluso llegar a tratar la alergia alimentaria.
Pero… ¿y qué es exactamente la alergia alimentaria?
La alergia alimentaria es una reacción exagerada e inapropiada del sistema inmunológico ante la proteína de un alimento específico. Puede producir diferentes síntomas desde los más leves (ej. picor en la boca) hasta las reacciones más graves potencialmente mortales llamadas anafilaxias.
¿Qué relación existe entre la microbiota intestinal y la alergia alimentaria?
Entre las funciones de la microbiota intestinal se encuentra el desarrollo y mantenimiento de un sistema inmunológico saludable.
Cuando se produce la introducción de la alimentación complementaria en los lactantes, la microbiota intestinal juega un papel fundamental en el desarrollo de tolerancia oral a los alimentos. Se trata de un momento crucial en el que una microbiota intestinal alterada puede contribuir a la aparición y desarrollo de la alergia alimentaria. A continuación, resumimos los hallazgos más relevantes obtenidos en estudios observacionales y preclínicos que apuntan al papel de la microbiota intestinal en el desarrollo de alergia alimentaria:
Los conocimientos adquiridos en estos estudios han sentado las bases para llevar a cabo ensayos clínicos en humanos en los que se emplean probióticos, prebióticos y simbióticos con el fin de manipular la microbiota intestinal existente como herramienta preventiva o terapéutica en la alergia alimentaria. Sin embargo, a día de hoy no existe evidencia científica suficiente que avale el empleo de estas terapias microbianas para prevenir o tratar la alergia alimentaria aunque sin duda es un campo prometedor en el que seguir trabajando.
Dra. Isabel Fernández de Alba Porcel, Hospital HLA Inmaculada, Granada. Comité de Alergia Infantil
Bibliografía
Los insectos forman parte de la cocina de muchos países del mundo y su consumo dentro de Europa va avanzando en últimos años. Aproximadamente dos mil millones de personas en todo el mundo consumen insectos especialmente en países como Asia, América Latina y África1.
El consumo de insectos es en la actualidad una tendencia alimentaria en auge. Desde el 1 de enero de 2018 la legislación europea cataloga a los insectos como “nuevo alimento” y según la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas (FAO), les considera “el alimento del futuro”.
Hoy en día, son cuatro los insectos autorizados en el mercado europeo: las larvas del gusano de la harina (en forma congelada, desecada y en polvo), la langosta migratoria (en forma congelada, desecada y en polvo), el grillo doméstico (en forma congelada, desecada, en polvo y polvo parcialmente desgrasado) y las larvas del escarabajo del estiércol (en forma congelada, en pasta, desecada y en polvo) 2. Aunque a nivel general este habito de consumo no está muy extendido, en nuestra dieta, consumimos de forma inadvertida el componente “E12” o carmín, una sustancia que se obtiene del insecto cochinilla, que se utiliza para teñir diversos alimentos de confiterías, pasteles y mermeladas, jarabes, yogures, bebidas y carnes.
Además, hay ocho solicitudes pendientes para insectos destinados a ser comercializados en diferentes formas que actualmente están siendo objeto de una evaluación de seguridad2.
Los insectos representan una alternativa a la carne y el pescado para satisfacer la creciente demanda de fuentes sostenibles de nutrición 1.
Desde el punto de vista nutricional, los estudios científicos avalan que los insectos son una fuente de nutrientes muy saludables con alto contenido en proteínas, vitaminas B1, B2 y B3, contienen omega 3 y 6, todos los aminoácidos esenciales y son una fuente importante de minerales como el hierro.
Hay otro factor que debe tenerse en cuenta y que juega a favor del consumo de insectos: el impacto medioambiental. La producción de proteína de insectos supone una importante reducción de gases de efecto invernadero y supone una menor contaminación respecto a otras proteínas de origen animal.
Respecto a la seguridad de su consumo, la Comisión Europea con el reglamento sobre nuevos alimentos, asegura que se disponga de la información alimentaria obligatoria para que sean seguros para los consumidores y estén debidamente etiquetados, incluyendo la identificación correcta de alérgenos.
Al igual que las proteínas de otros alimentos, las contenidas en los insectos, son susceptibles de desencadenar reacciones alérgicas graves. Cada vez son más los pacientes que llegan a nuestras consultas por reacciones alérgicas, incluyendo reacciones anafilácticas, tras la ingestión de insectos.
Se han identificado varios alérgenos implicados en la alergia a insectos, entre ellos la tropomiosina y la arginina quinasa, ambos panalérgenos conocidos por su reactividad cruzada con proteínas homólogas en crustáceos y ácaros del polvo doméstico. Se ha demostrado reactividad cruzada y/o cosensibilización de la tropomiosina de insectos y la arginina quinasa en pacientes alérgicos a los ácaros del polvo doméstico y a los mariscos (p. ej., langostinos, gambas). También se ha demostrado que el procesamiento térmico y la digestión no eliminaron la alergenicidad de las proteínas de insectos1.
Algunos estudios señalan que la proteína de la cutícula de la larva del gusano, podría ser un alérgeno importante en la sensibilización primaria al gusano de la harina. Otros alérgenos, como la actina,insectoo la cadena ligera similar a la miosina, también se identifican como factor de riesgo de reactividad cruzada entre crustáceos y gusanos de la harina 3.
La disponibilidad de este tipo de alimentos en supermercados y su venta on-line, esta haciendo que cada vez su consumo sea más frecuente.
Es importante el papel que juega el alergólogo en este momento en el que el consumo de insectos empieza a instaurarse poco a poco en nuestra dieta para poder asesorar adecuadamente a los pacientes.
Rocío Candón Morillo. Hospital Universitario de Jerez. Comité de Alergia Infantil SEAIC.
Bibliografía
1.-Insect (food) allergy and allergens. Steffie de Gier , Kitty Verhoeckx .Molecular Immunology. Volume 100, August 2018, Pages 82-106
2.- Los insectos como nuevos alimentos: claves para asesorar adecuadamente a la población sobre su consumo. Diario medico.
3.-Mankouri F1, Sereme Y2,3, Michel M2,3, Piarroux R4, Pahus , Chanez P1,6, Vitte J2,3, Gouitaa MJ Investig . Immediate Hypersensitivity to Mealworm and Cricket: Beyond Shrimp and House Dust Mite
Cross-Reactivity. Allergol Clin Immunol 2022; Vol. 32(1): 56-78
Artículo: Teleallergy: Where Have We Been and Where Are We Going? Ramsey A, Chen Wu A, Bender B, Portnoy J. J Allergy Clin Immunol Pract 2023;11:126-31.
La telemedicina se puede definir, como el uso de las tecnologías de la información, por medio de los sistemas telemáticos, para proporcionar asistencia médica, independientemente de la distancia que separa al paciente del profesional médico.
Los primeros datos de telemedicina aplicados al campo de la Alergología son muy escasos a partir de los años 90. Sin embargo, el uso de la telemedicina se incrementa de forma exponencial a partir del año 2020. Este año, queda marcado en la historia por la extensión de la enfermedad provocada por el virus SARS-CoV-2019 (COVID-19), lo que condicionó un cierre de la actividad socioeconómica mundial casi global. Tras declararse la pandemia por la Organización Mundial de la Salud en marzo de 2020, el gobierno español decretó el estado de alarma con el consiguiente confinamiento domiciliario, que se prolongó hasta junio de 2020. Posteriormente se han sucedido diversas olas pandémicas que han ido afectando de forma diversa la asistencia médica.
El modelo de acceso y prestación de la asistencia sanitaria cambió bruscamente, primero en la Atención Primaria, y posteriormente en las diferentes especialidades médicas. El patrón clásico de asistencia presencial, ha sido sustituido por un patrón mixto, en el que las herramientas de telemedicina han desempeñado un papel determinante. Centrándonos en el campo de la Alergología, investigadores norteamericanos dirigidos por Ramsey y cols., han llevado a cabo una revisión sobre el impacto de la telemedicina en la satisfacción de los pacientes alérgicos, en el coste de la asistencia, así como en el entorno normativo que debe regular en el futuro la telemedicina.
1.- Satisfacción del paciente
Hay diversos estudios en los primeros años del siglo XXI. Así, en 2015, Portnoy y cols., compararon las visitas presenciales frente a la teleasistencia, en 169 pacientes pediátricos con asma bronquial. El 90% de los pacientes consideraban satisfactoria la asistencia sanitaria, y un 88% la recomendaría para las revisiones médicas.
Diversos estudios muestran una opinión favorable. En el estudio de Mustafa y cols., con 251 pacientes alérgicos, la satisfacción fue general para todos los tipos de enfermedades alérgicas, salvo en la alergia a alimentos, donde los pacientes consideraron óptima la visita presencial. En otro estudio dirigido por Emory con 269 pacientes, la satisfacción fue plena con la consulta telemática para el 79% de los pacientes, siendo el dato mas relevante la facilidad para poder asistir a la cita. No obstante, incluso con datos satisfactorios, los investigadores refieren que determinados procedimientos en el campo de la Alergología, como la realización de las pruebas cutáneas o los estudios de pruebas de tolerancia con alimentos o medicamentos requieren de la visita presencial. Otros estudios, sin embargo, muestran una mayor satisfacción con las visitas presenciales, especialmente en pacientes con dermatitis atópica, múltiples alergias a alimentos o pacientes pediátricos con asma bronquial.
2.- Satisfacción del médico
Tradicionalmente los alergólogos no han utilizado la telemedicina, por lo que se les deben facilitar herramientas que permitan su uso. Sin embargo, salvo en algunos países, no se han desarrollado programas de formación para los especialistas ni tampoco la asistencia mediante aplicaciones informáticas.
La principal ventaja de utilizar la telemedicina en la práctica clínica habitual es el ahorro de tiempo que supone para el médico disminuir las horas de consulta dedicadas a labores burocráticas. Este tiempo podría reinvertirse en reducir las listas de espera dedicadas a dar resultados analíticos, resolver dudas a pacientes a cerca de tratamientos de una forma más rápida, así como conseguir una comunicación más fluida con pacientes y médicos de Atención Primaria. De esta manera, se agilizarían procedimientos ordinarios y mejoraría la calidad asistencial del paciente.
3.- Coste socioeconómico de la telemedicina
Por un lado, la telemedicina puede reducir los costes de las enfermedades alérgicas ya que disminuye los gastos en el transporte hasta la consulta médica, así como el absentismo escolar y laboral. Sin embargo, tiene otras desventajas que pueden incrementar el coste como es la falta de acceso directo al profesional sanitario y su supervisión, lo que puede implicar una peor evolución clínica de la enfermedad. Existen pocos estudios durante la pandemia Covid de telemedicina y coste sanitario. En un estudio sobre pacientes pediátricos diagnosticados de asma bronquial, se observó que tras realizar un programa de telemedicina en el primer año de la pandemia Covid, hubo una reducción en las reagudizaciones asmáticas. Este hecho puede ser atribuible no a la telemedicina en si misma, sino a la escolarización en casa durante los primeros meses Covid, así como el uso de la mascarilla, ya que ambas situaciones redujeron la exposición a diferentes virus durante ese periodo de tiempo, lo que puede explicar la reducción en las exacerbaciones asmáticas. Por otro lado, es conocido que la telealergia tiene su mayor potencial de mejora del gasto sanitario en las zonas rurales o áreas que no disponen de alergólogo cercano, por lo que requieren un desplazamiento importante para la asistencia médica. Así, en un estudio alemán hecho con 112 pacientes con rinitis alérgica, la telemedicina generó un ahorro de 60.000 euros por año y redujo en 2.3 los días perdidos de trabajo o escuela, por paciente y año.
4.- Cambios en el marco regulatorio
La introducción y el uso progresivo de la telemedicina aplicado al campo de la Alergología, debe acompañarse de una actualización en el marco legislativo, así como de la cobertura y coste de los seguros de asistencia médica, tanto en la Sanidad Privada como Pública, que deben ir acometiéndose durante los próximos años.
CONCLUSIONES
Tras la pandemia Covid, la telemedicina aplicada al campo de la Alergología es una realidad. Esta herramienta ofrece ventajas, las principales, la reducción de absentismo laboral/escolar y transporte, la mejor adherencia en el seguimiento y la mayor agilidad en las revisiones médicas. Ofrece también una posible mejoría en la educación continuada del paciente alérgico con las diferentes herramientas informáticas, así como en el seguimiento del cumplimiento terapéutico. Sin embargo, pese a estas ventajas, la asistencia presencial seguirá siendo vital en nuestra especialidad, para la realización de muchos de nuestros procedimientos diagnósticos y terapéuticos, así como para aquellos pacientes que requieran un diagnóstico inicial, una valoración directa por parte del alergólogo o cuando la gravedad o el control de la enfermedad así lo requiera.
Marta Reche. Servicio de Alergología. Hospital Universitario Infanta Sofía. San Sebastián de los Reyes. Madrid. Comité de Alergia Infantil
La picadura de insectos en la población pediátrica es una causa frecuente de búsqueda de asistencia médica en época estival. La alergia al veneno de los himenópteros es una reacción del sistema inmunitario frente al veneno tras la picadura de éstos.
Las picaduras de himenópteros, principalmente de abejas y avispas, son los principales responsables de las reacciones alérgicas tras picadura de insectos en nuestro medio. Según la Guía Alergia al Veneno de los Himenópteros de la EAACI (Academia Europea de Alergia e Inmunología Clínica) las reacciones alérgicas sistémicas a picaduras de estos insectos afectan al 3,4% de los niños. La alergia a su veneno suele aparecer a partir de una segunda picadura, que es cuando el menor habrá quedado sensibilizado a su veneno, por lo que es más frecuente en niños mayores.
Las reacciones que suelen producirse son de dos tipos:
– Locales cuando aparece enrojecimiento, hinchazón y dolor en la zona y puede afectar hasta a dos articulaciones. El tratamiento es la limpieza de la zona con agua y jabón, se puede aplicar amoniaco y frío local, además de antihistamínicos y corticoides orales.
– Sistémicas o generalizadas cuando los síntomas afectan a otras partes del cuerpo, suelen aparecer lesiones habonosas y mucho picor, inflamación en los ojos y la boca, síntomas respiratorios, dificultad para tragar, mareo, bajada de tensión e incluso pérdida de conocimiento. Estaríamos ante una anafilaxia que puede ser peligrosa para la vida si no se trata a tiempo. Por ello hay que administrar de forma rápida adrenalina intramuscular, además de corticoides y antihistamínicos orales y se debe acudir de inmediato a urgencias para una valoración por el equipo médico y completar el tratamiento si fuera necesario.
La alergia al veneno de avispa o de abeja puede diagnosticarse mediante una prueba de punción cutánea y/o con una analítica en sangre de anticuerpos en suero (IgE).
Una vez diagnosticada la alergia a veneno de himenópteros y con antecedentes de reacción anafiláctica, la vacuna con veneno es el único tratamiento existente para prevenir futuros episodios y evitar las reacciones. Además, goza de muy buena reputación entre los pacientes pues claramente mejora su calidad de vida.
Los riesgos de reacción alérgica a picaduras de himenópteros en niños diagnosticados de alergia a su veneno, se incrementan durante los meses de verano debido al mayor tiempo que pasan al aire libre. El campo, la piscina y todos aquellos lugares con mucha vegetación o aguas estancadas son el ambiente ideal para este tipo de insectos.
Para evitar que estas picaduras se produzcan, sobre todo durante el verano, lo aconsejable es evitar en la medida de lo posible la proximidad a los nidos de avispas o abejas. Además, es recomendable que el niño no ande descalzo por el césped, sacudir la ropa antes de ponérsela, comprobar que los asientos, vasos u otros utensilios están limpios de insectos, evitar que lleven ropas llamativas o colonias y cremas muy perfumadas en el campo o tener los cubos de basura bien cerrados en lugares con vegetación.
Dra. Paula Méndez Brea. Médico adjunto del Servicio de Alergología. Complexo hospitalario universitario De Santiago de Compostela. Comité de Alergia Infantil SEAIC
Bibliografía:
Tankersley M, Ledford D. Stinging Insect Allergy: State of the Art 2015. J Allergy Clin Immunol Pract 2015;3(3):315-22.
Krishna M, Ewan P, Diwakar L, et al. Diagnosis and management of hymenoptera venom allergy: British Society for Allergy and Clinical Immunology (BSACI) guidelines. Clin Exp Allergy 2011;41(9):1201-20.
Karabus S. Hypersensitivity to stinging insects. Curr Allergy Clin Im 2012;25(3):132-8.
Nevot Falcó S, Ferré Ybarz L. Hipersensibilidad a veneno de himenópteros. Protoc Diagn Ter Pediatr 2013;1:135-44.
Lange J, Cichocka-Jarosz E, Marczak H, et al. Natural history of Hymenoptera venom allergy in children not treated with immunotherapy. Ann Allergy Asthma Immunol 2016;116(3):225-9.
Bilo MB, Bonifazi F. The natural history and epidemiology of insect venom allergy: Clinical implications. Clin Exp Allergy. 2009;39(10):1467-76.
Sturm GJ, Varga E-M, Roberts G, et al. EAACI guidelines on allergen immunotherapy: Hymenoptera venom allergy. Allergy. 2017;00:1–20.
Sturm GJ el al. EAACI guidelines on allergen immunotherapy: Hymenopteravenom allergy. Allergy . 2018;73(4):744-764.
Recientemente, se ha presentado en el Congreso de la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica, la tercera actualización de la Guía Galaxia, un documento de posicionamiento sobre el diagnóstico y el tratamiento de la anafilaxia, en esta edición se presentan novedades relevantes como la perspectiva del paciente y la implicación de la sociedad para la creación de ambientes seguros.
La anafilaxia es la presentación clínica aguda más grave de una reacción alérgica y puede comprometer la vida del paciente, es una emergencia médica que requiere de una actuación inmediata, con el reconocimiento de la clínica y un tratamiento precoz, y de un manejo a medio y, largo plazo que incluya medidas de educación y prevención, en algunos casos se puede conseguir la curación, como la anafilaxia por veneno de himenópteros, o en algunas alergias alimentarias
Todo paciente que ha sufrido una anafilaxia debe ser derivado a un especialista de Alergología para realizar un estudio completo, confirmar el desencadenante sospechoso, prevenir nuevos episodios, evaluando la posibilidad del paciente de volver a desarrollarlos y recibir información, y un tratamiento adecuado.
El paciente diagnosticado de anafilaxia debe ser valorado por el especialista
por lo menos una vez al año, y en esa consulta se le debe explicar y dar por escrito:
Existe un uso deficiente de los autoinyectores, por escasa información, miedo o aversión al tratamiento intramuscular, dificultades económicas o afectación en la calidad de vida por la dificultad de llevarlo consigo. Los padres, tutores y docentes deben estar entrenados en su uso en el caso de los niños. El alergólogo debe informar de que la adrenalina tiene una vida útil corta, por lo que se debe revisar la fecha de caducidad y la reposición de los dispositivos caducados
También es labor de los especialistas, pacientes, y asociaciones de pacientes impulsar medidas de salud pública, como exigir la mejora del etiquetado de los alimentos, exigir planes de acción en colegios, restaurantes ( información disponible y accesible para los ingredientes del alimento no envasado) y centros de ocio ( recomendar espacios alergoprotegidos que dispongan de lo necesario para asistir a una persona que sufra un episodio de anafilaxia ) e intentar conseguir que en edificios públicos, centros de ocio , y comerciales se disponga de autoinyectores de adrenalina, como ahora se dispone de desfibriladores.
Se aconseja al lector visualizar los siguientes videos sobre
Auto inyectores de adrenalina:
Anapen: https://youtu.be/8I-r_ftcUMc
Jext:: https://youtu.be/QDXRhZBNjFw
Altellus: https://www.epinefrina.es/es-es/epinefrinaguide?userstate=public#
Emerade: https://youtu.be/NzyNoUeiu9o
Dra. M.ª Isabel Alvarado Izquierdo. Alergóloga del Complejo Hospitalario Universitario de Cáceres. Miembro del Comité de Alergia Infantil de la SEAIC
Hemos superado una pandemia en los últimos años de un virus respiratorio que nos ha traído de cabeza y cuando estábamos “descuidados” nos encontramos con que nuestros niños ahora están “en peligro”. ¿Es así?, ¿nos debemos preocupar los padres/madres? ¿Y si nuestros hijos tienen asma?, ¿hay algo que podamos hacer?
Tenemos las UCI pediátricas y los servicios de urgencia saturados con casos de esta enfermedad respiratoria. Se ha estimado que hasta un 40% más que en años anteriores a la pandemia. Entonces: ¿Qué debemos saber?, ¿podemos prevenir esta infección? ¿Si nuestro hijo/a tiene asma, debemos tener especial precaución?
Esto era algo que podíamos prever, pues hemos pasado 2 años en los que los niños han estado con medidas de aislamiento estrictas que han ido desapareciendo, tales como mascarillas y la distancia social, han estado menos expuestos a virus y ahora, se enfrentan de nuevo a los virus típicos de estas fechas: la bronquiolitis, que aunque es una enfermedad epidémica y por tanto, todos los años hay muchos casos, este año parece que se están detectando con mayor frecuencia; la gripe, que se trata de otra enfermedad epidémica y se puede solapar con la anterior y además la Covid-19. Y los 3, pueden solaparse y darse en la misma época.
La bronquiolitis es una enfermedad de la vía respiratoria inferior que suele darse en menores de 2 años y que es causada fundamentalmente por el virus respiratorio sincitial (VRS) aunque también pueden influir otros virus respiratorios. Las pequeñas vías respiratorias bajas llamadas bronquios y bronquiolos se inflaman debido a esta infección, se llenan de moco y esto causa dificultad respiratoria. Suele ocurrir en los meses de invierno pero también puede tener un pico en los meses de primavera. Llamamos “bronquiolitis” al primer episodio y el resto ya serían episodios de “bronquitis”.
Lo primero que debemos saber es que no debemos alarmarnos a priori. Nos preocuparían sobre todo los niño/as más pequeñitos, fundamentalmente entre 2 y 6 meses o aquellos con algún factor de riesgo (inmunodeprimidos, prematuros, enfermedades cardiológicas, asma no controlada…) pero debemos ser conscientes, que aunque no existe un tratamiento específico, podemos tomar ciertas medidas para “prevenir” o tratar de la forma más adecuada. Generalmente en niños mayores y adultos, el cuadro suele pasarse como un simple cuadro catarral leve con mucosidad.
Ya que no existe un tratamiento específico, pues sobre todo en lactantes muy pequeños, los broncodilatadores no son eficaces, y no se trata con antibióticos, puede ser que estos niños precisen de oxigenoterapia y tengan que acudir a urgencias y que ingresar en el hospital. De ahí el “colapso” de urgencias y la atención hospitalaria. La buena noticia es que recientemente la Comisión Europea acaba de aprobar un anticuerpo monoclonal, llamado nirsevimab, que ha demostrado eficacia y seguridad en la prevención de enfermedad e ingreso por VRS para toda la población de recién nacidos y lactantes sanos o con enfermedades previas, aunque todavía no es de uso generalizado y habrá que esperar, por el momento, en la mayoría de casos.
Debemos estar atentos a las señales de alarma: decaimiento, falta de apetito, adormecimiento, fiebre de varios días que no cede (aunque no siempre tiene que haber fiebre) que puede significar una sobreinfección bacteriana, respiración superficial con taquipnea y tiraje subcostal (respiración rápida, podemos ver como las costillas suben y el abdomen sube y baja) y ante éstas, acudir a nuestro pediatra o médico especialista, y establecer las medidas de confort más adecuadas (tenerlos nutridos e hidratados, antitérmicos en caso de fiebre, etc).
Para prevenir estas infecciones podemos realizar lavado frecuente de manos, evitar el contacto con personas que presenten síntomas de catarro (no visitar o coger a niños de riesgo o bebés muy pequeños si tenemos un leve catarro aunque sea con síntomas leves) o evitar espacios con humo de tabaco, entre otras.
El 50% de los niños que tienen un episodio de bronquiolitis tiene más probabilidades de sufrir nuevos episodios de bronquitis y tener bronquitis de repetición, aunque normalmente conforme van creciendo y sobre todo a partir de los 3 años estos cuadros se reducen y dejan de ocurrir. Esto no quiere decir que todos vayan a ser asmáticos con el tiempo, pero evidentemente, habrá que vigilar y seguir su curso para ver evolución, pues un pequeño porcentaje de estos niños podrán desarrollar un asma infantil en el futuro.
En el caso de niños con episodios de broncoespasmos de repetición y/o asma debemos tener la precaución de mantener su tratamiento de base en el caso de que lo tengan, bien con inhaladores u otros fármacos, seguir las instrucciones en cuanto al tratamiento del pediatra o especialista (alergólogo, neumólogo) que les trate y establecer las medidas anteriormente descritas.
En definitiva, mucho ánimo a esos padres y madres que se enfrentan a esta época de virus; recomendando información veraz y actualizada y trabajo en equipo, padres/madres y personal sanitario.
Margarita Tomás Pérez. Médico adjunto de Alergología. Hospital Universitario La Paz. Comité de Alergia Infantil. SEAIC
1-. Susana Rodríguez M. Bronchiolitis in the year of COVID-19. Arch Argent Pediatr.2020;118(3):222-223.
2-. Gómez C, Alarcón G, Cifuentes L. Beta-2 agonists for the treatment of bronchiolitis. Beta-2 agonistas para el tratamiento de bronquiolitis. Medwave. 2020;20(8):e7945. Published 2020 Sep 3. doi:10.5867/medwave.2020.08.7947.
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4-. Garcia-Garcia ML, Calvo Rey C, Rabes T. Pediatric Asthma and viral infection. Arch Bronconeumol. 2016; 52(5): 269–273.
La dermatitis atópica es una condición dermatológica cuya cronicidad afecta la calidad de vida de pacientes pediátricos y de sus cuidadores.
A menudo nuestros esfuerzos terapéuticos se centran en tratar lo más visible, olvidándonos o subestimando las heridas y cicatrices más profundas e invisibles.
El artículo “Skin Disease in Children: Effects on Quality of Life, Stigmatization, Bullying, and Suicide Risk in Pediatric Acne, Atopic Dermatitis, and Psoriasis Patients” se centra en investigar las consecuencias emocionales que pueden desencadenaralgunas patologías dermatológicas crónicas, entre ellas la dermatitis atópica.
El peso emocional de la dermatitis atópica es más extenso que el prurito que puede manifestar. La carga emocional producida por la percepción negativa de la propia imagen corporal dificulta las relaciones sociales con otros coetáneos o incluso con los familiares más cercanos.
Los padres u otros familiares manifiestan a menudo sensación de frustración, agotamiento, culpabilidad e impotencia que inconscientemente puede repercutir en la relación con el menor y alterar las dinámicas familiares.
Se ha observado que pacientes los pediátricos con dermatitis atópica sufren alteraciones del comportamiento (mayor dependencia, aflicción, trastornos del sueño) similares a las que pueden padecer los pacientes pediátricos con otras enfermedades crónicas de mayor afectación sistémica.
El prurito les limita no sólo en sus casas, sino también fuera, en las actividades de ocio y extraescolares. Les exponen a actos de bulling que a veces conllevan a estados de ansiedad e incluso depresión que, en ocasiones, por suerte raras, pueden conducir a ideas autolíticas e intento de suicidio.
Para frenar esa deriva es necesario implantar herramientas para aquellas figuras que a todos los niveles son referencia en la vida del menor:
Concluyendo, la dermatitis atópica es una patología con gran impacto en todos los niveles de la vida del paciente, tanto físico como psicológicos. Se necesita de una visión multidisciplinar que incluya a todas las figuras capaces de mejorar la calidad de vida del paciente y limitar las afecciones de la dermatitis atópica, que va “mas allá de la piel”.
Nicola Giangrande, Hospital público da Mariña, Burela, Lugo. Comité de Alergia Infantil. SEAIC.
Las vacunas son elementos fundamentales en las estrategias de salud pública, pues ayudan a reducir la expansión, morbilidad y mortalidad asociadas a las enfermedades infecciosas. La vacunación es importante no sólo a nivel individual, sino también a nivel poblacional. Los programas de vacunación COVID-19 son un ejemplo del gran valor de esta estrategia de salud pública a todos los niveles.
Se administran millones de dosis de vacunas al año en todo el mundo, siendo el riesgo de reacciones adversas bajo y, en el caso de reacciones alérgicas graves como la anafilaxia, el riesgo es aún menor. Esta baja incidencia de reacciones adversas observadas, incluso en las nuevas vacunas COVID-19, es otra de las razones para no retrasar o cancelar la administración de posteriores dosis.
Las reacciones a vacunas pueden ser de tipo alérgico o no alérgico, y ser debidas tanto al agente infeccioso que contienen como a alguno de los componentes utilizados en el proceso de fabricación de esa vacuna.
El estudio alergológico sólo es necesario en aquellas personas con historia de alergia a uno de los componentes de la vacuna que se desea administrar o que hayan presentado reacción alérgica con una vacuna en el pasado. El análisis detallado de la composición y el estudio alergológico adecuado, pueden ayudar a identificar el alérgeno responsable y el riesgo individual de sufrir una reacción posterior.
Recientemente hemos publicado una revisión donde se recogen los tipos y riesgos de reacciones adversas asociados con las vacunas anti-infecciosas, incluidas las nuevas vacunas COVID-19. Nuestro estudio también proporciona pautas para el diagnóstico preciso de estas reacciones e indicaciones para la administración controlada de nuevas dosis.
El objetivo final es mejorar la seguridad individual, asegurar la vacunación del mayor número posible de personas y que las personas con alergia puedan ser vacunadas en la misma medida que el resto de la población, ofreciéndoles alternativas si es necesario.
Todos estos enfoques podrían ayudar a eliminar barreras a la vacunación en personas con reacciones adversas a vacunas y a planificar su administración de manera segura.
Acceso al artículo completo en el siguiente enlace: https://link.springer.com/article/10.1007/s40521-022-00311-8
Dra. Patricia Prieto Montaño. Facultativo Especialista Alergología. Hospital General Universitario Albacete. Comité de Alergia Infantil SEAIC
La relevancia tanto en términos de prevalencia, como en impacto socioeconómico de la alergia a alimentos está creciendo no solo en España, sino en todo el mundo, afectando a millones de pacientes. Hasta hace apenas dos décadas, la única solución para este problema era la identificación del agente causal, su evitación y la aplicación del tratamiento adecuado en caso de producirse un contacto accidental.
Sin embargo, en las últimas décadas, la comunidad científica ha puesto mucho esfuerzo en el desarrollo de terapias activas para tratar a los pacientes con alergia alimentaria, siendo la más relevante la inmunoterapia con alimentos. Estos esfuerzos han sido liderados mediante proyectos de investigación y ensayos clínicos que, a medida que iban publicándose, se aplicaban en la práctica clínica diaria de algunos centros europeos.
Actualmente la inmunoterapia con alimentos, especialmente la inmunoterapia por ruta oral, se ha consolidado como un tratamiento eficaz y ya se incluye en las guías de la EAACI como tratamiento indicado en pacientes con alergia persistente a leche, huevo o cacahuete en centros con experiencia. Este paso adelante se ha visto reforzado por la reciente comercialización en Estados Unidos del primer producto para tratar la alergia a cacahuete con inmunoterapia oral. Sin embargo, el tratamiento, aunque eficaz, sigue siendo objeto de debate debido a su controvertido perfil de seguridad y su implementación en la práctica clínica diaria aún plantea ciertos dilemas.
En este contexto, desde el Board of Pediatrics de la EAACI se puso en marcha un grupo de trabajo con el objetivo de saber el nivel de implementación del tratamiento en Europa, y poder hacer una valoración del grado de experiencia que atesora el continente ante la probable alta expansión que sufrirá la aplicación del tratamiento fuera del ensayo clínico en los próximos años.
La metodología consistió en identificar a través de abstracts a congresos europeos y nacionales de los últimos 5 años, centros en los que se practicase la inmunoterapia, además de identificar autores en la literatura. Adicionalmente, se enviaron 3 rondas de emails desde la secretaría de la EAACI a todos los miembros, para intentar identificar más centros con experiencia. Los voluntarios participaron rellenando una encuesta extensa sobre la práctica general de la inmunoterapia, y más específica sobre la práctica de la inmunoterapia con leche, huevo y cacahuete.
Un total de 102 centros en 18 países en toda Europa participaron en el proyecto. El primer dato llamativo es la gran disparidad en la distribución por todo el territorio, siendo España el país con un mayor número de centros (n=39), seguido de Francia (n=16) e Italia (n=7), y con una escasísima representación en países con una gran población como por ejemplo Alemania, con un solo centro. Se indagó sobre la experiencia en el tratamiento de alergia a alimentos menos estudiados habitualmente, y se encontró un interesante patrón geográfico marcado por los hábitos de consumo. En el sur de Europa, se trataba con frecuencia la alergia a melocotón, en el centro de Europa la alergia a la avellana, y en el norte la alergia a pescados. La experiencia acumulada estimada de pacientes tratados para todos los alimentos identificados es 24,875 pacientes, lo que se puede considerar una cifra muy baja, teniendo en cuenta la prevalencia global de la alergia a alimentos.
El perfil de un centro “medio” europeo que realiza inmunoterapia con alimentos es un servicio que trabaja en la sanidad pública (80,4% de los centros identificados), que lleva 9 años realizando el tratamiento y ha tratado aproximadamente a 100 pacientes en total, por ruta oral eminentemente. El tratamiento se aplica de rutina en la práctica clínica habitual en el 80,4% de los centros, principalmente en hospitales terciarios (77,5%). El número de médicos medio por centro es de 3 alergólogos/pediatras y 2 enfermeras con todo el equipo médico necesario para atender eventuales reacciones. El 98% de los centros realizan pruebas de exposición oral previa al inicio de la inmunoterapia, y evaluaciones alternativas relevantes de la eficacia, como son el estudio de la calidad de vida o la tolerancia mantenida (sustained unresponsiveness) solo se realizan en el 20,6% y 54,9% de los centros, respectivamente. Las alergias alimentarias más frecuentemente tratadas en los centros son alergia a leche y huevo (91,2% y 78,4%, respectivamente), mientras que la implementación de la inmunoterapia con cacahuete no llega a la mitad de los centros (46,1%).
En conclusión, más allá de la disparidad de procedimientos, entornos y experiencia de los centros identificados, y teniendo en cuenta que no todos los centros europeos han participado en el proyecto, debemos reflexionar sobre si los recursos sanitarios están preparados para asumir la alta demanda de tratamiento prevista en los próximos años.
Por último, querría agradecer profundamente a todos los centros españoles que colaboraron en este estudio y que dedicaron tiempo a completar la encuesta. Muchas gracias a todos vosotros.
Pablo Rodríguez del Río, Facultativo especialista de área en Alergia Hospital Niño Jesús, Madrid, España. Comité de Alergia Infantil
REFERENCIAS RELEVANTES:
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.- Rodríguez del Río P, Álvarez-Perea A, Blumchen K, et al. Food immunotherapy practice: Nation differences across Europe, The FIND project. Allergy. 2021; 00:1–13. https://doi.org/10.1111/all.15016
La sospecha de alergia a betalactámicos es un motivo frecuente de consulta en niños, descartándose en la mayoría de los casos tras el estudio alergológico. Seguir el mismo algoritmo diagnóstico que en el adulto consume tiempo y pruebas que son molestas para el niño. En los últimos años diferentes grupos han investigado el valor de las pruebas cutáneas y serológicas, recomendándose en algunos casos la prueba de exposición oral directa.
El grupo de trabajo de la EAACI ha publicado una revisión valorando el diagnóstico de alergia a betalactámicos en niños. Diferencia las formas clínicas en función del mecanismo inmunológico y la cronología de la reacción:
Las más frecuentes son leves con urticaria y/o angioedema, causadas en muchos casos por la infección subyacente. Diferenciarlas es difícil a pesar de la historia clínica, siendo necesario el estudio alergológico mediante pruebas cutáneas, seguidas de una prueba de exposición. Algunos autores proponen realizar la exposición oral sin pruebas cutáneas previas en las reacciones leves. A pesar de los estudios publicados, la evidencia para realizar prueba de exposición directa en niños con reacción inmediata es limitada.
Los fármacos son una posible causa de anafilaxia en niños, pero el riesgo de reacción mortal es extremadamente bajo. El diagnóstico precisa un estudio alergológico completo, que incluya pruebas in vitro (IgE específica, prueba de activación de basófilos) y pruebas cutáneas. Cuando estas pruebas son positivas, el riesgo de reacción con la prueba de exposición es alto. En los casos graves esta prueba solo se realizará si no hay alternativa terapéutica segura, comenzando por dosis muy bajas, estando contraindicada si durante la reacción índice se produjo un shock anafiláctico.
Las pruebas cutáneas en estos casos tienen muy baja sensibilidad y no están bien estandarizadas, pero el valor predictivo positivo es alto. Por otro lado, para las pruebas in vitro (prueba de transformación de linfocitos) se dispone de una evidencia limitada. Dada su baja sensibilidad, algunos autores realizan una prueba exposición oral directa, confirmando la seguridad del procedimiento. No hay acuerdo en el protocolo a seguir, administrándose generalmente la dosis fraccionada seguida de uno o varios días de administración domiciliaria. Haciendo referencia a un estudio que sugiere que los niños con reacción no inmediata leve podrían superar su alergia, podría indicarse la realización de una prueba de exposición tras al menos un año de la prueba de exposición positiva.
Se observa generalmente en niños menores de 5 años, especialmente con cefaclor. El diagnóstico es fundamentalmente clínico. En estos pacientes se debe evaluar la tolerancia a otros betalactámicos que, generalmente, son bien tolerados.
Incluyen el síndrome de Stevens-Johnson, necrólisis epidérmica tóxica, reacción a fármaco con eosinofilia y síntomas sistémicos, y la pustulosis exantemática aguda generalizada. El diagnóstico es fundamentalmente clínico, junto a pruebas histológicas y analíticas. Se pueden realizar pruebas epicutáneas tras 6 meses de la reacción a pesar de tener una sensibilidad baja. Si estas son negativas, se pueden realizar pruebas intradérmicas, estando contraindicadas si durante la reacción índice hubo riesgo vital. En general, la prueba de exposición se realiza para excluir el diagnóstico de alergia en los casos de baja sospecha.
El grupo de trabajo concluye que hay una amplia variabilidad clínica en las reacciones a betalactámicos en niños, siendo la más común la reacción cutánea leve no inmediata con exantema maculopapular o urticaria tardía. En estos casos se recomienda el diagnóstico mediante la prueba de exposición, existiendo suficiente evidencia para realizarla sin pruebas cutáneas previas. Para poder definir una reacción como leve o de bajo riesgo hay que tener en cuenta la fiabilidad de los datos obtenidos de la historia clínica, la edad del niño, el tiempo transcurrido hasta realizar el estudio y las comorbilidades que pueda presentar el paciente. No hay un protocolo óptimo para la realización de la prueba de exposición ni consenso en su duración, por lo que es imperativo establecer un protocolo unificado.
Con respecto a las reacciones inmediatas leves, es necesario realizar más estudios para poder confirmar la seguridad de realizar la exposición sin pruebas cutáneas previas.
Finalmente, en relación con la posibilidad de que los niños con reacción no inmediata leve puedan superar su alergia, el consenso se recomienda la realización de estudios multicéntricos que incluyan un gran número de niños para investigar la historia natural de la alergia a betalactámicos.
Dos trabajos realizados en nuestro país repiten el estudio con prueba de exposición en niños tras el diagnóstico de alergia a betalactámico con reacción no inmediata leve. En ellos, el 50% y el 80% de los pacientes toleran el betalactámico en la segunda prueba de exposición controlada, realizada al menos 6-12 meses tras una primera prueba de exposición positiva. Todos los pacientes incluidos son menores de 8 años, predominando preescolares en los que en muchos casos un cuadro viral subyacente podría ser la causa de la reacción. Ante estos resultados y dado que los betalactámicos son de primera elección en la mayoría de los procesos infecciosos de origen bacteriano en el niño, se podría proponer repetir la prueba de exposición controlada tras un año de evitación, al menos en los niños de menor edad, siempre que la reacción inicial al betalactámico sea no inmediata y leve.
Candelaria Muñoz Román. Alergología Pediátrica, UGC Pediatría, H. Materno Infantil, Hospital Regional Universitario de Málaga. Comité de Alergia Infantil SEAIC.
Bibliografía
En los últimos meses se han publicado varios artículos acerca de la anafilaxia en el lactante.
Cárdenas Morales y Hernández Trujillo (1) nos dan una visión global a través de una revisión. Carlisle y Lieberman (2) se centran en el manejo del episodio y Frith y colaboradores actualizan las guías de la Australasian Society of Clinical Immunology and Allergy (ASCIA) (3).
La incidencia de la anafilaxia está aumentando particularmente en los lactantes y preescolares, aunque los datos son limitados y las cifras varían según los diferentes autores.
Las peculiaridades del lactante incluyen diferencias en la presentación clínica, las comorbilidades asociadas, dificultades en el diagnóstico y en el tratamiento, siendo por todo ello aún menor la frecuencia de utilización de adrenalina que en otras edades.
Como factores de riesgo en lactantes hay que considerar comorbilidades como el asma, la bronquiolitis y la laringotraqueobronquitis. Entre los posibles cofactores se incluyen la fiebre, infecciones respiratorias y el estrés. No parece haber acuerdo (1,2) en el papel del eccema atópico como comorbilidad de interés en anafilaxia.
Los síntomas más frecuentes en lactantes suelen ser cutáneos, seguidos de los respiratorios y digestivos. Los síntomas cardiovasculares parecen ser menos frecuentes o peor detectados. Además, la sintomatología puede pasar de tener valor diagnóstico a ser inespecífica según el contexto clínico, o pasar desapercibida por ser específica del lactante (Tabla 1) (2). También debemos tener en cuenta que el diagnóstico diferencial es amplio, con entidades propias de esta edad (Tabla 2)(1).
La alergia alimentaria es el principal desencadenante, destacando la leche y el huevo como los principales implicados. Sin embargo, hay que tener en cuenta los hábitos de consumo local. En nuestro medio las frutas y pescados son también causa frecuente de anafilaxia (1).
En cuanto al diagnóstico en el lactante, se han identificado varias dificultades
El tratamiento se basa en el reconocimiento de síntomas, y en la administración precoz de adrenalina. Como medidas adicionales, la guía ASCIA recomienda específicamente evitar que los lactantes estén en brazos sobre el hombro de sus cuidadores y recomienda que se mantengan horizontales sobre los brazos del cuidador (3). Aunque pueden ser necesarias medidas adicionales como la fluidoterapia, apenas se mencionan otros fármacos, como los antihistamínicos y corticoides (2), acerca de los que sí se discutía en revisiones previas (4,5).
La infrautilización de adrenalina se ha atribuido a un peor reconocimiento de los síntomas, pero también a una menor prescripción de dispositivos de adrenalina. Una de las razones se debe a que en lactantes hay discordancia entre el peso y la dosis de los autoinyectores disponibles (0.15 y 0.3 mg). Tanto la guía de anafilaxia pediátrica de EAACI de 2007(6) como la australiana proponen la prescripción de dispositivos de 0.15mg lactantes-niños a partir de los 7.5 kg de peso (3). En 2017 la Food and Drug Administration autorizó la comercialización de dispositivos de 0.1mg en Estados Unidos, por lo que las recomendaciones en este punto varían según la guía consultada (1,2,4).
Finalmente, desconocemos aun el efecto de las recomendaciones actuales de introducción precoz de la alimentación complementaria en la incidencia y prevalencia futuras de anafilaxia en lactantes.
Órgano Diana | Síntoma Típico propio de otras edades | Síntoma poco frecuente…o propio de lactante |
Piel | Habones, rash, picor, angioedema | Roce ocular, picor ocular, rascado de las orejas, sacar la lengua, lamido repetido de labios o de las manos |
Digestivos | Vómitos, diarrea, dolor abdominal | Escupir, arquear la espalda, llevarse las rodillas al pecho, hipo |
Respiratorios | Tos, sibilancias taquipnea | Llanto, afonía, meterse los dedos en la orejas, tirarse de las orejas |
Cardiovascular | Hipotensión, desmayo, sincope | Piel moteada |
Neurológico | Irritabilidad, llanto inconsolable, letargo |
Tabla 1. Síntomas de anafilaxia en lactantes. De A Carlisle y J. Lieberman
Signo/Síntoma Guía | Diagnóstico alternativo |
Angioedema | Angioedema Hereditario
Celulitis |
Diarrea | Gastroenteritis |
Habones/Rash | Dermatitis de contacto
Eritema multiforme Mastocitosis Síndrome de piel escaldada estafilocócica Síndrome de shock tóxico |
Hipotensión | Shock séptico |
Neurológico | Intoxicación por fármacos o alcohol
Encefalitis Hemorragia intracraneal Meningitis Traumatismo no accidental (maltrato) Convulsión |
Dificultad respiratoria | Asma
Espasmo del Sollozo Bronquiolitis Crup Aspiracion de cuerpo extraño Membrana laríngea Traqueolaringomalacia Anillo vascular |
Vómitos | Enterocolitis inducida por proteínas alimentarias (FPIES)
Intoxicación alimentaria Gastroenteritis Reflujo gasotroesofágico |
Otros | BRUE (episodios breves resueltos inexplicado: brief resolved unexplained) **
Síndrome de Munchausen Síndrome de muerte súbita del lactante |
Tabla 2. Diagnóstico diferencial de anafilaxia en lactantes **Denominación actual del Episodio Aparentemente Letal
Esozia Arroabarren Aleman. Servicio de Alergología. Complejo Hospitalario de Navarra. Comité de Alergia Infantil SEAIC
Bibliografía
En los últimos 15 años una nueva forma de alimentación del bebé, Baby led weaning (BLW), ha ido creciendo en popularidad. Se inició en Reino Unido y Nueva Zelanda y después se ha ido extendiendo por el resto de los países de Europa, así que en la actualidad no es raro que atendamos a pacientes cuyos padres están siguiendo este método de alimentación.
BLW se define como el proceso de iniciar la alimentación complementaria del niño con alimentos del tamaño y textura adecuados para comer por sí mismo, comenzando aproximadamente a los 6 meses de edad. Se define también como “auto-weaning” lo cual significa ofrecer los alimentos individuales troceados o triturados que toma habitualmente la familia. El bebé decide qué, cuánto, y en qué tiempo come, siendo así un compañero activo en el proceso de su alimentación en lugar de un recipiente pasivo al que hay que llenar de alimentos.
En general, es más fácil para los cuidadores, ahorra dinero y tiempo, ya que los bebés pueden comer la comida familiar con algunos ajustes menores (como reservar una porción para el bebé antes de agregarle sal), reduciendo la necesidad de comprar o preparar comida específica para ellos.
Sin embargo, este procedimiento causa preocupación a los pediatras por el riesgo de una ingesta deficitaria en vitaminas y minerales, como el hierro, u otros nutrientes, así como por el riesgo de atragantamiento.
La Sociedad Europea de Gastroenterología pediátrica, Hepatología y Nutrición (ESPGHAN) en 2021 ha declarado que no hay suficiente evidencia para concluir acerca de la conveniencia de este procedimiento. Una revisión no sistemática de 2016 había llegado a conclusiones similares. En el año 2018, una revisión sistemática analizó la evidencia publicada hasta entonces, para valorar si este método es seguro y recomendable, así como la necesidad de futuras investigaciones. Esta revisión concluyó que, para evitar riesgos en el bebé, los padres que deseen seguir este método necesitan una cuidadosa y profunda educación nutricional, particularmente sobre cómo preparar los alimentos para que resulten seguros, saludables y nutritivos. Esta revisión sistemática concluye que existe insuficiente evidencia para determinar si es adecuada la ingesta de nutrientes y energía. De hecho, persiste la preocupación de estudios previos observacionales en los que se determina que los padres que siguen BLW estiman que sus hijos toman más lácteos y menos alimentos sólidos comparados con los que siguen el método tradicional. Sin embargo, estudios más recientes sugieren que un método de BLW modificado, que incluya recomendaciones sobre la introducción de alimentos ricos en hierro y evitando aquellos con riesgo de atragantamiento, pueden tener efectos preventivos de estos riesgos y posibles deficiencias. En cualquier caso, se necesitan investigaciones con estudios más grandes y randomizados.
Sin embargo, en estas revisiones no se contempla la influencia que puede tener el seguimiento de este método en la incidencia de alergia a alimentos; particularmente en los niños con riesgo alto de atopia, es decir, aquellos con antecedentes personales o familiares de primer grado (padres o hermanos) con dermatitis atópica, alergia alimentaria o alergia respiratoria en forma de rinoconjuntivitis y/o asma.
En estos niños habría que considerar de forma especial por una parte, el momento y la forma de introducción de los alimentos y por otra, la exposición epicutánea temprana a dichos alimentos.
Se han publicado múltiples estudios controlados, randomizados, prospectivos, que muestran evidencia de que la introducción temprana de cacahuete y huevo cocinado disminuye la incidencia de alergia a estos alimentos en niños de alto riesgo de presentarla, aunque la cantidad y la forma precisa de introducción requiere más investigación. Varios estudios de prevención de alergia a otros alimentos han mostrado evidencia de seguridad, pero no de eficacia. El estudio EAT (Enquiring About Tolerance) randomizó a lactantes de la población general para una intervención en la cual se introducía leche, huevo, cacahuete, sésamo, pescado y trigo desde los 3 meses de edad, pero tuvo una moderada adherencia y el análisis estadístico no mostró significación estadística para la prevención de alergia alimentaria. No obstante, no hubo un riesgo aumentado de alergia a ninguno de estos alimentos comparado con el grupo de introducción estándar. Otro estudio (“HealthNuts study”) demostró que la introducción del anacardo antes del año de edad se asocia a la ausencia de alergia a este alimento a los 6 años. Hasta la actualidad no hay estudios de seguridad y eficacia de la introducción temprana de otros frutos secos, soja o mariscos. Varios estudios han indicado que los niños con dieta más diversa de forma temprana tienen una incidencia inferior de alergia a alimentos.
Recientemente la Sociedad europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI) ha publicado una guía de prevención de desarrollo de alergia a alimentos en lactantes y preescolares basada en una revisión sistemática de la evidencia actual y en la opinión de expertos. En ella se recomienda lactancia materna exclusiva los 6 primeros meses de vida, aunque la introducción de alimentos sólidos entre los 4 a 6 meses es también recomendada. Como novedad respecto a la guía anterior de 2014, sugieren evitar suplementos de fórmula de leche de vaca en la primera semana de vida, la introducción temprana de huevo bien cocinado (evitando huevo crudo o pasteurizado sin cocinar) y la introducción de cacahuete en una forma apropiada para el lactante, aunque no está claro el beneficio de la introducción de cacahuete en países sin alta prevalencia de alergia a este alimento. Tampoco está claro el beneficio en la introducción temprana de otros frutos secos y otros alérgenos alimentarios.
La mayoría de otras guías sugieren también no retrasar la introducción en la dieta de los alimentos alergénicos. Aunque el orden de introducción depende de las guías de cada país, es común en todas ellas, al igual que en la guía de la EAACI, la recomendación de introducir precozmente el huevo y cacahuete basados en la evidencia actual. Otros alimentos evaluados, como la leche, trigo, sésamo y pescados en los que se ha descartado riesgo de alergia con su introducción precoz, podrían ser la siguiente prioridad. Habría que analizar la influencia en la introducción precoz en niños de alto riesgo de aquellos otros aún sin evidencia actual, como los frutos secos, soja y mariscos.
Esta introducción temprana podría verse favorecida por el método BLW siempre que se hiciese en la forma, cantidad y frecuencia adecuada. Una vez que la introducción de un alimento se ha iniciado, es muy importante que se mantenga de forma regular en la dieta. No hay que olvidar, por otra parte, que el objetivo de la alimentación complementaria temprana con alimentos alergénicos es ofrecerlos sin exceder las necesidades calóricas en este periodo de alimentación y sin desplazar a otros alimentos ricos en nutrientes como frutas, verduras, carnes y cereales.
En conclusión, aunque existe interés creciente en la introducción temprana de los alimentos alergénicos, las decisiones con respecto a la eficacia preventiva, seguridad, momento de introducción, dosis y formas de estos alimentos alergénicos son difíciles dado que aún no disponemos de la evidencia científica suficiente para todos ellos y suponen un reto para pediatras, alergólogos y familias.
Por otra parte, este método en el que el lactante se autoalimenta, podría aumentar la exposición epicutánea temprana a los alimentos a través del traspaso de las manos al cuerpo del bebé. Actualmente hay una creciente evidencia de la exposición epicutánea temprana, particularmente en aquellos pacientes con barrera cutánea alterada, favorece la sensibilización y la exposición oral favorece la tolerancia.
En modelos animales se ha demostrado que la exposición epicutánea sensibiliza a los animales de manera más efectiva que la oral e intraperitoneal y que la alteración de la barrera cutánea juega un papel importante en el desarrollo de alergia alimentaria y puede contribuir a la gravedad de las reacciones.
La sensibilización a través de la piel puede ser explicada por la exposición de los alimentos a través del ambiente (polvo, superficies…) o a la transferencia de los alérgenos a través del contacto mano-cuerpo. En este sentido, un estudio demostró que la aplicación de cremas que contenían cacahuete era un factor de riesgo independiente para el desarrollo de alergia a este alimento y varios estudios han encontrado relación entre la exposición a cacahuete en el ambiente del bebé (ropa de cama, zona de juegos) y la alergia al mismo, llegándose a cuantificar el aumento del riesgo de sensibilización a cacahuete por cada unidad de su concentración en el ambiente.
Otros estudios en humanos muestran que la alteración de la barrera cutánea en la dermatitis atópica, debida a la mutación del gen de la filagrina, puede favorecer la penetración de los antígenos y la inflamación tipo2. Actualmente hay una evidencia creciente de la importancia de la inflamación de la barrera cutánea en el desarrollo de sensibilización y alergia a alimentos, de ahí el interés reciente de la restauración de esta barrera cutánea en la prevención de la alergia alimentaria.
De todas estas consideraciones deducimos que el seguimiento del método BLW debería ser, en los pacientes de alto riesgo de alergia alimentaria, consensuado y supervisado por pediatras y/o alergólogos.
Atendiendo a los datos de los que hasta ahora tenemos evidencia deberían seguirse las siguientes recomendaciones:
Dra. Soledad Terrados, Hospital Ramón y Cajal. Comité de Alergia Infantil SEAIC
BIBLIOGRAFIA
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-H.A. Brough, K.C. Nadeau et all Epicutaneous sensitization in the development of food allergy: what is the evidence and how can this be prevented? Allergy. 2020 September ; 75(9): 2185–2205.
La falta de una definición universalmente aceptada o unos criterios diagnósticos claros de anafilaxia ha conllevado a lo largo de estos años importantes fallos en su reconocimiento y tratamiento.
Recientemente, se ha avanzado en este sentido con el consenso de la World Allergy Organization (WAO) y 50 sociedades de alergología de diferentes países 1:
En este consenso mundial, se ha definido la anafilaxia como una reacción alérgica generalizada, grave, de inicio rápido y que puede causar la muerte. La anafilaxia grave se caracteriza por el compromiso potencialmente mortal de la vía aérea, respiratorio o cardiovascular y puede ocurrir en ausencia de síntomas cutáneos o shock circulatorio.
Además, ha simplificado los criterios diagnósticos en:
ó
La propuesta del comité de anafilaxia de la WAO consiste simplificar los criterios diagnósticos combinando los dos primeros de NIAID/FAAN y modificando el tercero, teniendo una alta probabilidad de anafilaxia si cumple al menos 1 de los 2 criterios:
1.-Inicio agudo (de minutos a varias horas) de una enfermedad con afectación simultánea de la piel, mucosas o ambos (ej. urticaria generalizada, picor, eritema, edema de labios, lengua, úvula), más al menos 1 de los siguientes:
2.- Inicio agudo (de minutos a varias horas) de hipotensión, broncoespasmo o espasmo laríngeo tras la exposición a un alérgeno conocido o probable para ese paciente, incluso en ausencia de afectación cutánea.
* Hipotensión: descenso de TAS >30% de la basal. Niños <10 años: TAS < (70 mmHg + (2 x edad en años)). Adultos y >10 años: TAS <90 mmHg.
Los agentes causales de la anafiliaxia varían en función de la edad y del área geográfica. En los primeros meses de vida la principal causa es la alergia a las proteínas de la leche de vaca, y en los niños más mayores son el huevo, los cereales y los frutos secos.
La gravedad de la anafilaxia depende de la causa, la dosis ingerida y de los cofactores, que pueden ser endógenos (sexo, edad, enfermedad cardiovascular, mastocitosis, atopia, triptasa sérica elevada, infección concomitante, estado hormonal) o exógenos (ejercicio, estrés, insomnio, alcohol, IECA, IBP, etc.).
La anafilaxia es una emergencia médica que requiere una identificación y tratamiento rápidos.
El tratamiento de primera línea es la ADRENALINA INTRAMUSCULAR. Los dispositivos denominados autoinyectores de adrenalina son fundamentales para poder aplicar de forma rápida y segura la medicación en cualquier medio. Las dosis recomendadas según edad/peso son:
* 0.01 mg/kg con dosis máxima de 0,5 mg.
El automanejo de la reacción por el paciente/padre/tutor es imprescindible: debe saber reconocer la reacción, portar el autoinyector de adrenalina y saber usarlo. Además, deberá solicitar asistencia sanitaria urgente para recibir tratamientos complementarios si fuera preciso (adrenalina, corticoide, etc.) y observación.
Se recomienda portar un plan de acción ante una anafilaxia, por escrito y específico para cada paciente (https://www.seaic.org/documentos/protocolo-de-actuacion-en-ninos-que-sufran-una-reaccion-alergica-en-la-escuela), así como recordar y entrenar periodicamente sobre el uso de los autoinyectores: “Cómo aplicar adrenalina autoinyectable en un menor” (https://www.youtube.com/watch?v=g_l7ECDN-W8&list=PLhBG2DbcGZJ-eyG1X5mGvBmfMvcJyanle&index=2).
Dra. Laura Argiz Álvarez de la Cínica Universitaria de Navarra en Madrid. Comité de Alergia Infantil SEAIC
Bibliografía:
1.Cardona V, Ebisawa M, El-Gamal Y, Fernandez-Rivas M, Fineman S,et al. World allergy organization anaphylaxis guidance 2020. World Allergy Organization Journal. 2020;13:100472.
Abreviaturas:
FAAN: Food Allergy Anaphylaxis Network.
IECA: inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina.
IBP: inhibidores de la bomba de protones.
NIAID: National Institute of Allergy and Infectious Diseases.
PEF: pico del flujo espiratorio.
TAS: tension arterial sistólica.
WAO: World Allergy Organization.
La dermatitis atópica es una enfermedad cutánea inflamatoria crónica recidivante. La mayoría de los casos son leves y se tratan en Atención Primaria por médicos generales, mientras que los casos moderados a graves o resistentes al tratamiento, se derivan a dermatólogos, pediatras especializados y alergólogos para estudio y tratamiento adicional.
Recientemente se ha demostrado que el uso de medicamentos podría predecir la persistencia de Dermatitis atópica en los niños. Una identificación temprana de niños con un mayor riesgo de enfermedad grave y persistente puede mejorar el manejo de la enfermedad y reducir su carga.
La fobia a los corticoides tópicos es un problema común, tanto en pacientes pediátricos como en adultos con dermatitis atópica, y contribuye, no solo a una baja adherencia al tratamiento y a un control deficiente de la enfermedad, sino que, en última instancia, aumenta la necesidad de atención médica. Informaciones erróneas por parte de medios públicos, familia, amigos y profesionales de la salud, pueden agravar aún más la fobia a los corticoides tópicos.
Se ha publicado recientemente un estudio danés en el que se evaluó, a partir de un cuestionario, la estructura familiar de los pacientes pediátricos con dermatitis atópica, lugar de residencia, nivel educativo de los padres, enfermedades cutáneas actuales y anteriores, predisposición al tratamiento de la dermatitis atópica, fobia a los corticoides (Topical Corticosteroid Phobia, TOPICOP) y gravedad de la DA (Patient-Orient Eczema Measure, POEM).
De las conclusiones se puede extraer que ni el número de visitas previas a consultas médicas generales ni la edad del niño en la primera visita al médico de cabecera o al dermatólogo, se asociaron con la gravedad de la dermatitis atópica en el futuro. Por el contrario sí que se objetivó una asociación significativa entre una puntuación alta del test de fobia a los corticoides y un nivel educativo bajo de los padres, dando como resultado en estos casos un retraso en el tratamiento de los brotes de dermatitis atópica.
Estas conclusiones destacan la importancia de una buena educación a los padres por parte de los especialistas que atendemos a niños con esta enfermedad crónica, que ayuda a reducir los gastos de atención médica, así como la carga de la enfermedad.
Articulo aconsejado:
Dra. Elena Villalba Lorenzo, del hospital Hospital Público Marina Baixa, Villajoyosa (Alicante). Comité de Alergia Infantil SEAIC.
Puede consultarse el artículo:
Trine Gerner, Jeanette Halskou Haugaard, Christian Vestergaard, Mette Deleuran, Gregor Borut Jemec, Charlotte Gotthard Mortz, Tove Agner, Alexander Egeberg, Lone Skov, Jacob P. Thyssen Healthcare utilization in Danish children with atopic dermatitis and parental topical corticosteroid phobia. Pediatr Allergy Immunol. 2021 Feb;32(2):331-341
Las reacciones adversas a medicamentos son frecuentes en los niños, con una incidencia mayor en los ingresados (9.53%) con respecto a los que siguen un tratamiento en domicilio (1.46%). De ellas, sólo una minoría se catalogan como graves (12.29%), con un porcentaje bajo de ingresos por esta causa (2.09%). En la actualidad, se considera que son un problema de salud pública.
Basándonos únicamente en las manifestaciones clínicas, a menudo es difícil distinguir entre una reacción causada por un virus o por un medicamento, pero es importante ser conscientes que la principal causa de urticaria en los niños son las infecciones virales.
Dentro del gran espectro de reacciones adversas a medicamentos en los niños, últimamente el foco de atención se está centrando en la evaluación de la alergia a antibióticos, en particular de los beta-lactámicos. La amoxicilina es el fármaco más prescrito en los niños, y por ello, el implicado en la mayoría de las reacciones, aunque sólo una pequeña parte son reacciones alérgicas. Con frecuencia la alergia a antibióticos en los niños está sobrediagnosticada.
Los factores predisponentes son la inmunosupresión, la fibrosis quística, las exposiciones previas al mismo fármaco, la duración extensa del tratamiento y la vía de administración, siendo más sensibilizantes la vía parenteral y la cutánea. Recientemente se ha descrito una fuerte asociación de los genotipos HLA-B, HLA-C y HLA-DRB1 con reacciones inmediatas y tardías con beta-lactámicos en niños. La edad, el género, y la presencia de patología alérgica no parecen ser factores de riesgo.
Para el estudio alergológico, las guías recomiendan la realización de pruebas cutáneas intraepidérmicas e intradérmicas, seguidas de la prueba de provocación oral controlada, si son negativas. Tras la realización del estudio sólo se confirma alergia en el 2-2.5% de los niños. Además, por este motivo, varios grupos de trabajo han propuesto realizar las pruebas de administración oral sin la realización de las pruebas cutáneas previas.
Ser etiquetado de “alérgico a penicilinas” tiene consecuencias adversas en la salud y en la economía. Se asocia a la prescripción de antibióticos alternativos de amplio espectro que tienen un alto riesgo de efectos adversos y aumentan el riesgo de resistencias a antibióticos, precisan ingresos hospitalarios de mayor duración y condicionan un coste de cuidados de salud mucho mayor.
Por ello, en nuestro trabajo como alergólogos es primordial la evaluación de los niños con reacciones por beta-lactámicos, por el beneficio que recibirán en la calidad de sus tratamientos futuros.
Lectura recomendada: Antibiotic Allergy in Children: More than Just a Label. Abrams E, Netchiporouk E, Miedzybrodki B, Ben-Shoshan M. Int Arch Allergy Immunol. 2019;180(2):103-112. doi: 10.1159/000501518.
María Rueda García. Alergóloga, MD, PhD. Servicio de Alergología, Hospital Quirón, Barcelona. Miembro del Comité de Alergia Infantil de la SEAIC, grupo de interés en Alergia a Medicamentos.
“Curar a veces, aliviar a menudo y consolar siempre”.
“Guérir quelquefois, soulager souvent, consoler toujours”.
Es un famoso aforismo atribuido al psicólogo Claude Bernard que empleó de epitafio el Dr. Edward Trudeau y utilizaba con frecuencia el médico francés Adolphe Gubler. Estos célebres clínicos del siglo XIX apostaban por la relación médico-paciente como base.
Recuperando la esencia de esta relación medico-paciente, como especialistas en Alergología infantil nos enfrentamos a diario ante nuevos diagnósticos que trascienden lo meramente inmunológico para abarcar también el plano psicológico.
Haber vivido una anafilaxia en el entorno familiar puede tener un impacto psicológico significativo, pudiendo generar tal sobrecarga psíquica a diferentes niveles que afecta habitualmente el funcionamiento social, académico y la salud emocional del infante. En multitud de casos esta aflicción es transferida en gran medida de padres a hijos.
Un estudio publicado en The Journal of Paediatrics and Child Health acerca de los factores que suponen una carga parental en niños alérgicos a alimentos en Australia concluye, tras examinar cuestionarios de seguimiento, que alrededor del 65% de los participantes aseguró que la prescripción del autoinyector de adrenalina no supuso un empeoramiento en la calidad de vida del paciente ni en la libertad familiar. Sin embargo, al considerar factores tales como la gravedad de la alergia alimentaria, el número de alimentos a los que se es alérgico, así como haber sufrido dos o más episodios de anafilaxia en los últimos seis meses, se confirmaba un mayor impacto familiar en el control de la alergia que la prescripción de adrenalina por sí misma.
En esta línea, el Dr. Eyal Shemesh, Jefe de la División de Comportamiento Social del Departamento de Psiquiatría Pediátrica del Hospital Mount Sinaí de Nueva York, publicó recientemente en The Journal of Allergy and Clinical Immunology: In Practice un artículo sobre la importancia de las intervenciones psicológicas relacionadas con la alergia alimentaria, de recomendable lectura.
En esta revisión proporciona una visión general de las preocupaciones psicosociales comunes entre los niños con alergia alimentaria y sus familias en todo el espectro del desarrollo y ofrece orientación a los médicos con respecto a la identificación y el tratamiento de los desafíos psicosociales relacionados.
Resumiendo a grandes rasgos la literatura científica acerca de este tema, se pueden concluir como agravantes y potenciales desencadenantes de ansiedad los siguientes elementos:
En la segunda parte de este artículo estudiaremos las consecuencias implícitas de los factores anteriores. Asimismo, se evaluarán las habilidades que pueden enfocar al profesional o familiar del paciente para enfrentarse de la mejor manera posible a estos casos.
Dra. Talía María de Vicente Jiménez
Hospital Universitario Ruber Juan Bravo, Madrid
Comité de Alergia infantil SEAIC – Grupo de interés anafilaxia
La obesidad infantil es uno de los problemas de salud pública más graves del siglo XXI. Es un problema a nivel mundial cuya prevalencia está aumentando a un ritmo alarmante. Este incremento de la prevalencia de obesidad en niños y en modo paralelo una incidencia cada vez mayor en los mismos de asma han motivado el planteamiento de que ambos procesos pudieran estar relacionados. Diversos estudios han demostrado un efecto de temporalidad entre estados obesogénicos y el posterior desarrollo de asma y de igual modo un efecto de dosis-respuesta, estableciéndose una relación directa entre el grado de obesidad y la severidad con la que cursa el asma.
El asma relacionado con la obesidad pediátrica causa una gran carga de enfermedad y se asocia con anomalías metabólicas. La mala calidad de la dieta, a su vez, parece estar relacionada con el asma, sin embargo, la asociación entre el estado nutricional y la carga de la enfermedad entre los niños con asma relacionada con la obesidad no se conoce bien.
En el estudio de Tobias et al1 se plantea valorar el estado nutricional, definido como concentraciones de carotenoides séricos y ácidos grasos omega-3, y su asociación con la función pulmonar y los marcadores metabólicos entre los niños asmáticos obesos.
Se cuantificaron los carotenoides y ácidos grasos séricos en una cohorte de estudio de 158 adolescentes de minorías urbanas, incluyendo 39 asmáticos obesos, 39 asmáticos con peso saludable, 38 controles obesos y 42 controles con peso saludable y comparados entre los grupos. Se correlacionaron los niveles de carotenoides y ácidos grasos con los índices de función pulmonar y con la resistencia a la insulina y la dislipidemia.
Como resultados se obtuvieron que la media de carotenoides totales fue más baja en niños asmáticos obesos (0,41 μg/ml) frente a asmáticos con un peso inferior al saludable (0,52 μg/ml, p <0,05) y a los controles de peso saludable (0,60 μg/ml, p <0,001). La proporción de ácidos grasos poliinsaturados omega-6/omega-3 también fue distinta entre los grupos (p <0.05) correlacionándose de forma inversa con el pronosticado en los niños asmáticos obesos.
Los carotenoides totales se correlacionaron positivamente con el porcentaje de FEV1 predicho y se correlacionaron inversamente con la resistencia a la insulina sólo entre los asmáticos obesos.
En definitiva, estos hallazgos sugieren que los carotenoides, que son más bajos en niños asmáticos obesos, pueden tener efectos protectores sobre la salud metabólica y la función pulmonar y de manera similar, los ácidos grasos omega-3 también parecen ser protectores de la función pulmonar.
Sería deseable y necesario poner en marcha estudios que profundizasen y aclarasen los entresijos aún por conocer de la relación existente entre la obesidad y las alteraciones respiratorias como el asma. Desde una temprana edad seria necesario inculcar a los niños una dieta saludable con el fin de prevenir enfermedades crónicas futuras, entre ellas, el asma bronquial. Además, resultará igualmente necesario establecer colaboraciones entre los profesionales de las distintas especialidades (Endocrinología, Cardiología, etc.), todo ello orientado a poner en marcha programas de acción y prevención coordinados.
1.-Tobias TAM, Wood LG, Rastogi D. Carotenoids, fatty acids, and disease burden in obese minority adolescents with asthma. Clin Exp Allergy. 2019 Mar 25.
Margarita Tomás Pérez. Médico Adjunto Alergología Hospital General Universitario La Paz. Madrid. Comité de Alergia Infantil SEAIC.