El Comité de Humanidades, junto con el Laboratorio Mylan, ha concedido premios en las categorías de POESÍA, RELATO, PINTURA Y FOTOGRAFÍA.
Los ganadores han sido:
PINTURA: Ambiente acarino, Dra. Gema Rubio Olmedo
FOTOGRAFÍA: Escondido entre flores de lavanda, Dra. Beatriz Moya Camacho
POESÍA: Primaveral tributo, Dr. Ignacio Jesús Dávila González
RELATO: Adiós, Jerónimo, adiós, Dra. María Virginia Parra Reguera
Agradecemos a todos los participantes su interés, felicitamos a los premiados y os animamos a todos a ir pensando en presentaros al próximo certamen que se celebrará en el próximo Congreso de la SEAIC en 2019.
Se ha modificado el programa de la III Reunión de Medicina y Humanidades, que tendrá lugar el dia 14 de diciembre 2018 en La Real Academia Nacional de Medicina, Aula de Retratos, c/Arrieta,12, Madrid 16:00-20:00
Acta de reoslución del jurado:
Premio de fotografía:
Autora: Dra. María Begoña Cuevas Oliver
Premio de pintura:
Autor: Dr. Roberto José Méndez Infante
Premio de relato:
Autor: Dr. Ignacio Jáuregui Presa
Premio de poesía:
Autor: Dr. Ignacio Dávila González
Premio de redacción científica:
Dr. Ignacio Antépara Ercoreca
Álvaro Moreno-Ancillo
Servicio de Alergia. Hospital Nuestra Señora del Prado. Talavera de la Reina (Toledo), España
Talavera, 10 de abril de 2017
Introducción
Reagina fue un término propuesto por Coca y Grove en 1923 que define al anticuerpo de tipo IgE causante de la reacción de hipersensibilidad de tipo inmediato, la reacción alérgica clásica (1).
Podríamos pensar que cualquier categoría carece de aplicabilidad fuera de la experiencia, más allá de lo dado en el espacio y en el tiempo. Desde un punto de vista conceptual, un objeto y sus circunstancias, en tanto que aparecen y se conocen se etiquetan de «fenómeno», mientras el correlato del objeto, al margen de su relación con la percepción y la sensibilidad, se consideraría como «noúmeno», en la medida en que es algo solo inteligible pero no perceptible.
Si nos situamos en el sistema filosófico de Kant, el mismo concepto de noúmeno es dicotómico. Puede ser considerado negativamente, entendiendo noúmeno como materia que no puede ser reconocida por medio de la intuición sensible; o positivamente, como un objeto que puede ser conocido por medio de la intuición no sensible, que no es otra que la intuición intelectual. En tanto en cuanto carezcamos de intuición intelectual, y solo dispongamos de intuición sensible, nuestro conocimiento se hallará limitado a los fenómenos y, por consiguiente, el concepto de noúmeno quedará como algo negativo, como límite de la experiencia, como límite de lo que puede ser conocido (2).
Magia y Ciencia
Desde el principio de los tiempos, el ser humano ha tratado de explicar sus padecimientos desde una disyuntiva permanente entre la ciencia y la magia. Brujas, hechiceros y chamanes van transformándose a lo largo de los siglos en botánicos, alquimistas y galenos. Las enfermedades son consideradas, durante milenios, maldiciones diabólicas, castigos de los dioses o hechizos de nigromantes.
No obstante, mientras que la nigromancia parte de un enfoque espiritualista, la magia natural se fundamenta en las propiedades ocultas existentes en la naturaleza, que establecen una interrelación simpática entre todos los elementos del universo y que son causa de efectos portentosos en nuestro mundo, unos efectos que se corresponden con el gusto medieval por la maravilla.
Dentro de esos fenómenos patológicos, el hecho reagínico que caracteriza a las reacciones alérgicas puede ser de gran interés desde el punto de vista historiográfico y literario para cualquier humanista, especialmente si en él coinciden las profesiones de médico, alergólogo, escritor de novela y autor de teatro en busca de nuevos argumentos.
Por más que nos sorprendan, en los últimos años hemos sido capaces de dar explicaciones científicas de enfermedades alérgicas que se asocian a etiologías complejas y alérgenos ocultos, superando situaciones clínicas espeluznantes para nuestros pacientes, como las crisis anafilácticas o de asma súbita grave.
En otros tiempos, la incapacidad de darle explicación a esos trances alérgicos, la inmediatez de las reacciones y las características de la metamorfosis de los afectados podrían facilitar la confusión de los testigos ante estas visiones, y les llevaría a otras consideraciones alejadas de la medicina:
No obstante, es de interés hablar del asma como algo diferenciado de la anafilaxia, puesto que los procesos alérgicos agudos graves con síntomas cutáneos eran más infrecuentes que patologías respiratorias con clínica similar al asma. Los héroes homéricos Áyax y Héctor, sufren un ahogo un jadeo que se nombra como asma. Héctor tras un golpe en el cuello, y Áyax tras el acoso de muchos enemigos troyanos. Son las circunstancias “naturales” las que causan esa asma. Pero cabe reseñar la descripción del ataque de asma de Areteo de Capadocia, pues lo súbito y grave siempre es susceptible de ser considerado extraterrenal.
Ricardo III de Inglaterra y Pedro I de Castilla
A través de Shakespeare nos encontramos con un hecho en la vida de Ricardo III que resultará el mejor paradigma de nuestra exposición, salvando las distancias con mis propios personajes. Ricardo III, era uno de los representantes de la casa de York, distinguida por el emblema de Rosa Blanca, en la Guerra de las Dos Rosas. Fue el último rey de la casa Plantagenet.
El relato de su vida es comparable por sus terribles acciones y su desenlace al de uno de nuestros reyes más controvertidos, Pedro I de Castilla, llamado el Cruel y el Justiciero por otros.
Pedro era hijo de Alfonso XI de Castilla y de María de Portugal. Durante toda su infancia y parte de la adolescencia fue prácticamente repudiado, porque el poder lo ostentaba la familia de la concubina de su padre, Leonor de Guzmán. A la muerte del rey, la rivalidad de las dos mujeres que compartieron la vida de Alfonso IX perdurará en sus descendientes con una prolongada guerra. El reinado de Pedro I fue una sucesión de batallas y ajusticiamientos, justos o crueles, que no acabó bien para él.
Pedro I sufrió una grave enfermedad al final de su adolescencia. Para muchos historiadores, la enfermedad del joven rey era recurrente y limitante, y pudo haber condicionado su respuesta histriónica ante las adversidades, provocando reacciones de ira y crueldad. Revisados todos los artículos y leídas las crónicas, las posibilidades diagnósticas están abiertas. No es descabellado pensar que algún escritor o dramaturgo busque la concordancia con alguna patología alérgica y la encaje en el relato histórico verdadero para mayor encumbramiento de la alergología literaria. El enfrentamiento entre Pedro y su hermanastro Enrique, conde de Trastámara, cobró dimensión internacional con la intervención de fuerzas militares de Inglaterra y Francia, que mantenían una contienda que conocemos como la Guerra de los 100 años. Enrique, que pugnaba por ser rey de Castilla, se alió con Francia, y Pedro, que era ya era el rey de Castilla, con Inglaterra. La guerra civil castellana fue un vaivén de victorias y derrotas para ambos bandos. El final de la guerra no pudo ser más literario, pues ve enfrentarse a ambos hermanos en un duelo fratricida. Fatalmente, Pedro acaba con su cabeza clavada en una pica después de sufrir la traición del mercenario francés Bertrand Dugasclein, que sujetó a Pedro I para que Enrique pudiera matarlo mientras exclamaba su célebre frase: “Ni quito ni pongo rey, pero ayudo a mi señor”.
Conocemos los problemas médicos y alérgicos de Ricardo III de la mano de Tomas Moro -el filósofo autor de Utopía- que compone un perfil del rey algo parcial, haciendo hincapié en sus defectos físicos (cojo, jorobado y medio manco) y sus comportamientos asesinos. También nos pone en la pista de la posible alergia del rey y de su implicación en la muerte de Lord Hastings, uno de los últimos obstáculos en su camino al trono. Shakespeare toma nota de lo que relata Tomás Moro y así lo incluye en la trama de su famosa obra de teatro.
Hasta ahora solo prevalecía ese retrato psicológico y físico de Ricardo III que Shakespeare nos mostró; el de un hombre intrigante y cruel, en una época en la que incluso su aspecto escoliótico le hace parecer más perverso. Su hermano, Eduardo IV, le confió al morir la tutela de sus hijos, pero Ricardo no dudó en adueñarse del trono inglés después de hacer asesinar a sus dos sobrinos en la Torre de Londres. Según Shakespeare “era un tirano sangriento y un homicida; alguien criado en sangre, y en sangre asentado”.
Pero en esa imagen hay cierta exageración teatral. Antes de que Ricardo tomara su camino hacia el trono, su hermano mayor Eduardo se convierte en rey tras su victoria en los campos de York. Ya como Eduardo IV, le encarga a Ricardo que se ocupe de las ejecuciones de sus opositores, lo que alcanza también a otro de los hermanos, Jorge, que acaba ahogado en un barril de vino. Al morir Eduardo IV, su hijo de 12 años se convierte en heredero bajo la custodia de Ricardo como regente. Ricardo, experto en intrigas y venganzas, teme ser asesinado por los partidarios de su cuñada, y decide pasar a la acción primero. Así, termina con la vida de los hermanos y aliados de la reina viuda, y al final también con sus sobrinos para convertirse en rey.
Tomás Moro nos cuenta que Ricardo utilizó su alergia a fresas como justificación en la condena a muerte de Lord Hastings, pero cuando estudiamos el texto de Shakespeare, comprobamos que solo se hace mención a las fresas en el contexto de la “sequedad del brazo del rey Ricardo”, lo cual, como reacción alérgica inmediata parece poco probable. Es cierto que Shakespeare no conocía la semiología alérgica, pero se esperaría una mejor descripción del genio literario inglés.
Revisando la literatura médica, comprobamos que estas mismas dudas las tuvo el Dr. J. Swift, un médico británico que publica una carta sencilla y clarificadora en 1956 en el British Medical Journal (4). Sus argumentos, básicamente se resumen en los siguientes párrafos.
Esta historia se conoce a través de Tomás Moro, que era un paje del Cardenal Morton, dueño del jardín de las fresas en cuestión. Pero hay algunas cosas que no tienen mucho sentido. Si Ricardo III hubiera tenido realmente un brazo “seco”, todos lo sabrían previamente, y no podría haber convencido al consejo de que ese mal era a causa de un hechizo inmediato. Y ¿por qué pidió las fresas? Se supone que sabía que era alérgico, y una urticaria que incluyera la afectación súbita de su brazo, sí justificaría la acusación de brujería; más aún si el exantema desapareciera al morir Hastings. De aquí la insistencia de que se ajusticiara a Hastings antes de la cena y le trajeran su cabeza en una bandeja. Un mínimo cambio en una palabra explicaría todo. Puede que Tomás Moro, que escuchó de soslayo la historia de los labios del cardenal, cometiera un pequeño error y no fuera “withered” (seco), sino algo como “tettered” (erupción pruriginosa).
El reciente y sorprendente hallazgo de los restos de Ricardo III en Inglaterra, y su posterior análisis forense, da la razón al Dr. Swift, puesto que no se ha encontrado ninguna alteración anatómica en ese brazo supuestamente seco (5).
Aunque Shakespeare describa el personaje como un intrigante malvado, si lo evaluamos con una mentalidad del siglo XV, no podemos descartar que, tal vez, creyera realmente que estaba hechizado, y no fuera una táctica vil para ajusticiar a Hastings. Esta posibilidad existe, pero revisando la vida del personaje y la historiografía al respecto, me parece menos probable.
El fenómeno reagínico en otras novelas históricas
Antes de que se supiera que alguno de mis personajes iba a emular a los de Shakespeare, estaba tan poseído por nuestra profesión que en cada uno de mis libros libraba una pequeña batalla para introducir eventos médicos –alergológicos especialmente- en el argumento de la historia narrada; y, si era posible, convertir tales eventos en casualidades que redirigían las vidas de los personajes y les hacían evolucionar a otras personalidades, a veces más proactivas, a veces más bondadosas y otras veces más canallas (6).
En la primera de mis historias medievales El Cantar de Arriaga, escrita en las madrugadas de mis últimos años de residencia, un par de monjes casi adolescentes viajan desde los Pirineos navarros hasta la Castilla del Conde Fernán González para participar sin comerlo ni beberlo en una conspiración contra el noble castellano. A lo largo de la intriga, uno de los monjes acaba encontrando su destino como héroe del relato gracias a eventos alérgicos sufridos por sus contrincantes. El monje lucha en clara desventaja contra un mercenario asesino junto a unas colmenas. El terrible shock anafiláctico que sufre el mercenario encumbra al monje como poderoso hechicero.
En El Enigma del Códice Bardulia se muestra una obsesión por hacer convivir los hechos mágicos, las brujerías y las pócimas antiguas con la medicina del mundo actual, que le transmite al lector la posibilidad de dar una explicación científica a los misterios y sucesos pasados, con la suficiente ambigüedad para que el propio lector elija qué versión desea creer. En esa novela, una joven lingüista recibe de sus ancestros la capacidad de manejar una pócima mortal. Tanto ella como su antepasado medieval toleran la toxicidad de una sustancia que al resto le provoca terribles visiones y una muerte atroz.
El Reino de la Espada se desarrolla en el siglo XIII, cuando el imperio Almohade presiona la frontera sur de los reinos cristianos hispánicos, llegando a recuperar casi la línea del río Tajo. Toledo está amenazado. Alfonso VIII de Castilla convoca a los reinos cristianos a una de las más decisivas batallas de la Reconquista. Un ejército se dirige al sur. Una intriga pretende acabar con la vida del rey de Castilla. Una comitiva de monjes y caballeros intentarán evitar el atentado. La paradoja asmático-reagínica viene de la mano de las humedades de los pasadizos y de la polvorienta materia orgánica que una valiente doncella le lanza a uno de los malvados conjurados, conduciéndole a una horrible y disneica muerte.
La convergencia de la medicina, la alergología y la literatura histórica en una misma persona obliga, sin lugar a dudas, a la búsqueda, investigación y descifrado de historias lejanas, textos antiguos y lugares inexplorados donde los hechos reagínicos complementen los argumentos de las obras literarias.
Bibliografía
Para citar este artículo:
Moreno-Ancillo, A. (10 de abril de 2017). El fenómeno reagínico en el devenir de los héroes literarios medievales: mística, hechicería y leyenda. [Mensaje en un blog]. Blog del Comité de Humanidades de la SEAIC. Recuperado de https://www.seaic.org/profesionales/blogs/humanidades
Carlos Escobar Sánchez
Murcia, 24 de Noviembre de 2016.
El olfato es el sentido más primitivo y el primero en aparecer en la escala evolutiva, siendo vital para el apareamiento y la supervivencia en el mundo animal. Aunque la importancia evolutiva del olfato se ha perdido en el ser humano, existen muchas interconexiones de este sentido con los centros de la memoria y las emociones. Así, aprendemos a asociar los olores con situaciones agradables y desagradables, de rechazo, de miedo, de atracción o de recuerdo.
El olfato quizá sea el sentido menos valorado por los poetas y escritores, de cuyas letras nacen las composiciones operísticas. Pocas veces se hace alusión a olores y, cuando se hace, suele hacerse en un contexto mucho más amplio, como parte de la descripción de un escenario donde también intervienen el resto de sentidos. De ese modo el olfato se convierte en un acompañante de tercera categoría frente a otros sentidos considerados como principales, como son la vista y el oído e incluso va por detrás del tacto y del gusto.
Los protagonistas de las óperas, ya sean mujeres, hombres, niños o ancianos, se relacionan entre sí a través del olfato, convirtiéndose éste en un elemento que los hace más creíbles como personas. Cuanto más profundo sea una arte, mayor debe ser la comprensión de la condición humana y el sentido del olfato permite descubrir aspectos humanísticos muy interesantes.
Existen situaciones donde intuimos que el olfato tiene un papel relevante en la trama, pero en esta conferencia nos vamos a ceñir a óperas cuyo textos contienen claras referencias al olor, “odore” en el idioma italiano, “Duft” en el alemán y “odeur” en el francés. El hilo conductor es un trayecto imaginario por lugares de Europa y Asia, considerando la ciudad de Sevilla como punto inicial y de llegada.
Sevilla es el escenario de la ópera “Carmen” de George Bizet. El mito de la mujer fatal es un tema recurrente desde los tiempos bíblicos y de los arquetipos más célebres es el de Carmen, la bella zíngara que el compositor francés recreó con una música sensual donde la flauta es un instrumento omnipresente en la orquesta. Desde el estreno de “Carmen” en la Ópera Cómica de París en 1875, la obra ha tenido un éxito notable con numerosas representaciones por todo el mundo.
La bella zíngara tiene un perfecto dominio de su cuerpo, de las ideas del bien y del mal y de la estrecha línea que separa la vida de la muerte. Para ella la felicidad reside en la inconstancia, la esencia de la vida en el cambio y la base del amor en la libertad, de forma que no necesita conquistar a los hombres ya que éstos se sienten atraídos por ella de forma repentina.
Bizet nos muestra una Carmen con una sexualidad irresistible que no se comporta como una criminal, sino como una mujer astuta, independiente y no sujeta a normas. Es una gitana que desea vivir el presente vital valorar demasiado el amor duradero y lo que sienten el resto de las personas. Además, más que una feminista, es una mujer muy individualista y libre en el amor, sin necesidad de rendir cuentas a nadie.
Nuestra protagonista nace libre y muere libre, aceptando su destino sin fatalismo. Carmen viste de rojo y de negro, colores de las cartas donde lee su propio destino. Esta seductora con tanto poder en la mirada y en su físico, es ingeniosa y sincera cuando previene a Don José de los problemas que le esperan si decirle seguirla.
Por su parte, Don José, un simple y tímido soldado navarro, hasta el momento centraba su vida en relación con su madre y su infancia idílica prolongada con su novia Micaela. Pero esta sexualidad tan reprimida se vuelve incontenible cuando cae en la redes de Carmen, la cigarrera sin reglas, lo que destroza su carrera militar y su honor. Don José se encuentra atrapado por una pasión que va más allá de su capacidad de comprender y el hechizo amoroso se mantiene por el recuerdo del perfume de la flor que le lanzó Carmen:
DON JOSÉ
La flor que me tiraste en la prisión, aún marchita, conmigo estuvo, esta flor mantenía su dulce perfume. Y por muchas horas, sobre mis ojos, con los párpados cerrados, de ese perfume me embriagué ¡y en la oscuridad tu rostro veía!
Seguimos en la Sevilla del siglo XVII donde la figura de Don Juan es recreada de una forma muy lograda por el binomio Mozart – Da Ponte en su inmortal y perfecta ópera Don Giovanni. El personaje principal está tan dotado de humanidad que conforme transcurre la obra, todos sentimos una paradójica compasión por él, especialmente dada la temática tan poco moralizadora de la composición.
Se podría decir que la música que compone Mozart nos acerca a Don Giovanni a pesar de nuestras convicciones morales. Descrito como un ser orgulloso, decidido y valiente, estamos frente a un amante que pone toda su pasión y ardor en la conquista del corazón femenino y lo hace de una forma auténtica y legítima, aunque no mantenga el compromiso más allá del primer encuentro.
Esto explica la admiración de su criado Leporello y la atracción que sienten los tres personajes femeninos por él (Doña Anna, Doña Elvira y Zerlina). En la memorable cuarta escena del acto primero, justo antes de la entrada de Doña Elvira, Don Giovanni presiente su aparición y le dice a Leporello:
DON GIOVANNI
Zitto, mi pare sentire odor di femmina…
LEPORELLO
(Cospetto, che odorato perfetto!)
La ópera “Il Priggionero” de Dallapiccolla pretende reflejar la situación política europea durante las dictaduras fascistas. En ella, un prisionero flamenco encarcelado por la Inquisición en la Zaragoza de la segunda mitad S.XVI es torturado con la falsa esperanza de ser liberado y de hecho huele esta libertad en el aroma de los cedros, cuando en realidad es conducido a la hoguera.
EL PRISIONERO (extasiado)
¡Las estrellas! ¡El cielo! Ésta es la salvación…
Si huyo campo a través… con las primeras luces del amanecer estaré en la montaña…
El aroma de los cedros… ¡la libertad!
En las cercanías de Montsalvat (Navarra), Richard Wagner sitúa en “Parsifal” el castillo de los caballeros del Grial y a cierta distancia el jardín mágico de Klingsor, un ser vengativo, solitario, débil ante los pecados de la carne, incapaz de mantener por sí solo un voto de castidad y que llega a castrase para ser admitido como caballero del grial, que lo rechazan precisamente por haberse mutilado.
Klingsor reacciona instruyéndose en la magia negra y construyendo un jardín lleno de atractivas doncellas-flor dotadas de vida y sensuales movimientos con la intención de atrapar y llevar a la perdición a los caballeros que pasasen por allí.
En el segundo acto de la ópera, Parsifal y las muchachas flor se muestran como personajes que encarnan muy bien el poder sensorial del olfato como vehículo hacia el goce físico:
PARSIFAL (Con alegría, mezclado con ellas.)
¿Sois flores quizás? ¡Es tan dulce vuestro perfume!
MUCHACHA 1
Somos adorno del jardín…
MUCHACHA 2
…que con esencia de aromas…
MUCHACHA 1
… nos guarda solícito el maestro
MUCHACHA 1
¡No! ¡A mí! ¡Soy la más bella!
MUCHACHA 2 ¡
No! ¡Yo soy la más fragante!
TODAS
¡Yo soy la más hermosa!
MUCHACHA 1
¡No, mi aroma es más dulce!
Francesco Cilea sitúa la trama de Adriana Lecouvreur en Paris en el año 1730. La protagonista es envenenada el día de su cumpleaños con un ramillete de violetas enviado por la princesa de Bouillon, desairada porque Maurizio decide irse con la actriz. Adriana, cuando recibe el ramo, piensa que son flores de despedida de su amado y aspira profundamente el aroma mortal.
ADRIANA
¡Pobres flores!, joyas del campo.
Ayer frescas y hoy marchitas, como la falsa promesa de amor de un ingrato corazón.
El último beso, o el beso primero, aquí lo estampo, suave y fuerte, beso de muerte, beso de amor…
¡Todo ha terminado!
Con vuestra fragancia muera la esperanza:
¡con vosotras en un día sin retorno termine la duda!
La trama de la ópera verdiana “Macbeth” transcurre en la Escocia del siglo XI. En la obra, el papel de la soprano que encarna a Lady Macbeth es muy interesante desde el punto de vista dramático y musical, especialmente en la escena donde muestra el terror y la angustia de imaginar que tiene las manos manchadas de sangre del rey asesinado. Presa del remordimiento, la locura, la vigilia inacabable, la derrota y la desolación, el personaje trata de limpiar esas manchas imaginadas en las manos, al tiempo que deambula insomne por las habitaciones del castillo.
LADY MACBETH
El olor de sangre humana se notará siempre aquí…
Arabia entera con todos sus bálsamos, una mano tan pequeña no podrá purificar
¡Ay de mi!
“Peleas y Melisande” es la ópera de Debussy con la que nos introducimos de lleno en el impresionismo, donde la música depende de las sensaciones del momento e intenta transmitir lo inexpresable con el discurso.
En “Pelleas y Meisande”, el destino inexorable de los personajes los convierte en víctimas pasivas desprovistas de voluntad, indefensas y resignadas. La composición contiene una mezcla de elementos psicológicos, líricos, pictóricos y musicales que se suceden en distintas escenas individuales y cambiantes. De esta ópera llama la atención su gran humanidad, muy bien reflejada en el dolor humano ante las preguntas que no tienen respuesta.
Los personajes viven en un oscuro castillo rodeados de un bosque negro. Precisamente por ello, la sensación de sentir el aire y la luz del mar son muy importantes en la escena en la que Pelleas sale de una gruta y alcanza la costa donde por fin puede respirar:
PELLÉAS
¡Ah, por fin respiro!… Por un instante he creído que me sentiría mal. En esas enormes grutas, estuve a punto de caerme… Hay allí un aire húmedo y pesado como un rocío de plomo, y tinieblas espesas como una mezcla envenenada… ¡Y ahora, todo el aire del mar! Hay un viento fresco, mira, fresco como una hoja que acaba de abrirse sobre las pequeñas ondas verdes. ¡Vaya! Acaban de regar las flores en el borde de la terraza y el olor de las hojas y las rosas mojadas sube hasta aquí…
En otra escena de la ópera de Debussy, Golaud lleva a Pelleas a los sótanos del castillo donde hay un intenso olor a muerte (lo que sin duda representa el deseo asesino de Goulaud por las relaciones que mantienen su hermano y su mujer):
GOLAUD
¡Y bien ! He aquí el agua estancada de la que te hablé… ¿Percibes el olor a muerte que exhala? Vayamos al borde de esta roca que sobresale, asómate un poco y te golpeará en el rostro. Asómate, no tengas miedo… te sostend ré… dame… No, no la mano… podría resbalarse… el brazo. ¿Ves el abismo?… ¿Pelléas?
“Los maestros cantores de Nuremberg” es la obra de Wagner considerada como el pilar del arte alemán siendo denominada como la más alemana de las óperas alemanas. A diferencia de otras óperas, el maestro alemán la sitúa en un lugar y momento (Siglo XV) muy concretos y trata sobre gente normal y corriente que no son dioses, ni héroes, ni gigantes, ni enanos o dragones). Tampoco los personajes están bajo el efecto de poderes mágicos ni de bebidas.
Es una ópera en la que Wagner nos habla de la alegría, de los sentimientos humanos y de la posibilidad de que la gente viva democráticamente si existe voluntad en ello.
La figura principal sobre el que gira la obra es Hans Sachs, un modesto y honrado poeta de noble corazón que existió en la realidad. En el famoso monólogo bajo el saúce muestra su serena humanidad al reconocer sus propias limitaciones y la valía ajena.
SACHS
¡Cuán delicioso, fuerte y penetrante es el aroma de ese sauce!
Me relaja y anima a que le diga algo…
Pero ¿para qué serviría lo que pudiera decirle?
¡Soy sólo un hombre pobre y sencillo!
Otro personaje importante de “Los maestros cantores de Nuremberg” es Walter von Stolzing, un héroe wagneriano atípico que no agrede ni engaña a nadie. Por el contrario, se muestra como un sujeto muy normal que trata de cortejar a su amada cantando melodías. Para conseguir la mano de Eva tiene que salir victorioso en un concurso de canciones poniendo música a estas bellas palabras:
WALTER
Iluminado por la rosada aurora, inundando el aire del aroma de sus flores, pleno de delicias jamás imaginadas, un jardín me invitaba a ser huésped de sus esplendores.
El mismo texto es transformado por el taimado Beckmesser, que es un soltero celoso, envidioso, rabioso y sin talento, que también pretende la mano de Eva. Coge las estrofas escritas de la canción de Walter y compone una canción con su laúd que interpreta de manera absurda y esquizofrénica ya que entona una melodía absurda al tiempo que le tiemblan las piernas.
BECKMESSER
Mañana brillo iluminado por rosado resplandor; aromas y sangre agitan ligero el aire; tan pronto ganancioso como desvanecido, invité en el jardín, desagradable y fino.
La obra más celebre y exquisita de Richard Strauss es “El Caballero de la rosa”, una comedia con cierta carga de drama cuya trama se desarrolla en Viena durante los primeros años del reinado de María Teresa (mitad del siglo XVIII).
Octavian Rofrano es el caballero que lleva una rosa de plata a casa de la prometida del vulgar barón Ochs con la intención de pedir la mano de Sofía en su nombre. Cuando Octavian entrega la rosa de plata a la joven prometida, ésta describe su aroma y desde ese momento ambos quedan unidos por un intenso amor mutuo. Este momento tan mágico es acompañado por una sucesión de acordes que a modo de mezcla de sonidos agudos suena a a orquestación de plata.
SOFÍA (tomando la rosa)
Quedo muy obligada a vuestra gracia por toda la eternidad. (Un atisbo de confusión le embarga mientras aspira el aroma de la rosa) Realmente huele como si se tratase de una rosa auténtica.
OCTAVIO
Sí, tiene unas gotas de esencia de rosas de Persia.
SOFÍA
Es como una rosa del cielo. Como del más sagrado de los paraísos. ¿No le parece? (Octavio se inclina sobre la rosa que sostiene Sofía. Después se yergue y contempla su boca). Es como un saludo del cielo. Casi más de lo que uno puede soportar. Te atrae como si te ataran un lazo alrededor del corazón (En voz baja) ¿Dónde y cuándo me he sentido yo tan dichosa?
La acción de la siguiente obra transcurre en Palestina durante el siglo II antes de JC. En “Sanson y Dalila” de Saint-Saens, la protagonista seduce a Sansón, el famoso juez de Israel designado por el Dios Único desde el vientre materno para ser el líder de su pueblo. La fuerza que reside en sus cabellos la pierde junto a la moralidad por la astucia de una mujer sin fuerza ni armas. Dalila es la bella filistea de la que anteriormente estuvo enamorado Sansón. Para que Sansón le confiese su secreto solo necesita de sus múltiples encantos sensoriales combinados con el perfume de la mandrágora y el muérdago. Finalmente, el hombre duro por fuera con un interior débil es vencido por una mujer de aspecto débil con un firme deseo de venganza.
DALILA
Dulce es la fragancia del muérdago; mis besos son aún más dulces. Y el jugo de la raíz de la mandrágora es menos dulce, ¡mi bien amado! ¡Abre tus brazos a tu amante y colócala en tu corazón como una gota de suave olor cuyo perfume es embriagador! ¡Ah, ven!
Sin abandonar Palestina, nos trasladamos a las orillas del Mar Muerto para descubrir a otra de las femmes fatales de la historia. Salomé y el mito que la rodea, ha sido un recurrente motivo de inspiración de escritores, pintores, músicos, directores y actores, como van der Weyden, Picasso, Botticelli, da Sesto, Bellini, Fuseli y Tiepolo, entre otros. Además, autores como Apollinaire, Mallarmé, Flauvert, Valle-Inclán, Pessoa y Cortázar, no se resistieron a completar el escueto perfil psicológico de Salomé que se describe en la Biblia. Así, la bella princesa judía que apenas tiene protagonismo en los Evangelios, adquiere en otros autores un perverso halo de maldad que le hace perder la cabeza a Herodes antes que a Juan el Bautista.
La historia sobre la hermosa adolescente seductora capaz de desordenar el mundo masculino es el tema elegido por Oscar Wilde para su polémico drama titulado “Salomé” y que estrena en Londres en 1892. En una función en el Kleines Theatre de Berlín a la que asiste el compositor Richard Strauss nace la ópera a la que nos vamos a referir. Strauss, como otros compositores como Vivaldi, Stradella, Wagner o Massenet, no se resiste a poner música a los encantos de Salomé, a su perfil psicológico y a su obsesión por el Bautista.
En un momento determinado de la acción, Salomé se siente agobiada por el ambiente congestionado del salón de banquetes de Herodes y sale al jardín a respirar su aroma, decubriendo la voz del profeta Juan.
SALOMÉ
¡No quiero quedarme! ¡No puedo quedarme!
¿Por qué el tetrarca me mira así, con esos ojos de topo bajo sus párpados trémulos? Es extraño que el marido de mi madre me mire de ese modo.
¡Qué fresco es aquí el aire! Aquí puedo respirar.
Damos otro salto y nos vamos de la mano de Puccini a Pekín, lugar donde se desarrolla la trama de “Turandot”, la ópera que el maestro no pudo terminar y que completó su colaborador Alfano. En esta composición, como ocurre con “Tosca”, el maestro italiano alterna la crueldad con el amor puro, una antítesis que satisfacía el instinto neroniano de Puccini.
En el primer acto de esta obra de arte en cuanto a melodías, armonías, orquestación, corales y colorido, Calaf, el príncipe desconocido, es capaz de percibir la presencia de Turandot, la princesa de hielo, en el aroma del aire. Una vez más queda reflejada la naturaleza humana y la credibilidad de un enamorado que por su determinación, ya no necesita de consejos y advertencias para llevar a cabo su empresa.
CALAF
¿No lo percibes? ¡Su perfume está en el aire! ¡Y en el alma!
Entre las virtudes más sobresalientes de Giacomo Puccini destacó su capacidad para describir la personalidad femenina mediante la música. Uno de los personajes más soberbios con los que recreó a la mujer es Madama Butterfly. En la ópera del mismo nombre, narra la intensa historia de amor que ocurre en la ciudad japonesa de Nagasaki a principios del siglo XX entre la geisha Cio-Cio-San y el teniente de la marina americana Pinkerton.
En un momento de la historia donde Europa sentía fascinación por el arte asiático y la pintura de Gauguin, podría parecer que “Madama Butterfly” se centra en el axioma “dos culturas, amor imposible”, pero Puccini va mucho más allá y nos muestra a una joven ingenua e inmadura renuncia a su religión y sobrevive al rechazo de sus familiares ilusionada por un futuro reencuentro con su amado con el que ha tenido un hijo.
El acto 2º de “Madama Butterfly” es un claro ejemplo de cómo Puccini sabe manejar los temas más delicados. Una vez que Cio-Cio-San ha divisado la nave de Pinkerton, ordena a Suzuki que llene la casa de todo tipo de flores:
BUTTERFLY
Tutta la primavera voglio che olezzi qui.
Y se dispone a permanecer despierta toda la noche para esperar a su amado.
Desgraciadamente para ella, los sucede a continuación no es lo que esperaba. Pinkerton llega a Nagasaki casado con una mujer americana y dispuesto a recoger al hijo nacido fruto de su relación con la geisha, que en ese momento experimenta su mágica y musical transformación en una mujer madura y desilusionada, que encuentra en la muerte la única salida a su situación personal.
En Ceilán y en tiempos pasados, Bizet nos cuenta una historia con una orquestación llena de melodías y matices. En “Los pescadores de perlas” las circunstancias de los protagonistas Nadir y Leila entran en fuerte conflicto con el amor que sienten uno por el otro y que recuerdan por el perfume de una noche vivida con pasión. Él ha hecho un pacto de renuncia al amor con su amigo Zurga para que su amistad no se vea amenazada jamás y ella ha tomado votos de castidad como sacerdotisa.
NADIR
¡Ay! ¡Tu corazón no comprende el mío!
En el seno de la noche perfumada, cuando yo escuché el alma adorada,
los sonidos de tu voz amada, ¡tu corazón no comprende al mío!
LEILA
¡Igual que tú, yo me acuerdo!
En el seno de la noche perfumada, mi alma entonces, pura y libre,
¡al amor no estaba cerrada! ¡Igual que tú, yo me acuerdo!
A Verdi le encargaron una ópera de temática faraónica para conmemorar la apertura del Canal de Suez en el Cairo en el año 1870. El resultado fue “Aida”, una de las óperas más famosas, populares y admiradas en la historia.
Si alguien supo recrear el sonido de las aguas del Nilo en la noche, fue el maest ro italiano. Nadie como él supo crear esa singular atmósfera de la orilla del Nilo mediante un retrato impresionista de la naturaleza, anticipándose a lo que luego propondrá Debussy.
Al comienzo del tercer acto, Aida, una bella princesa nubia que ama a un hombre que es el capitán del ejército de Egipto, pueblo que quiere aplastar a sus hermanos y al rey de ellos que es su padre, entona una triste canción acompañada de la melodía doliente y desolada del oboe ante la perspectiva de no volver a ver su tierra natal.
AIDA
¡Oh, cielos azules, suaves brisas nativas, donde serena, mi juventud lució!
Verdes colinas,
¡orillas perfumadas!
¡Oh patria mía, no volveré a verte nunca más!
¡Oh patria mía, nunca más te volveré a ver!
En la Italia de principios del siglo XX transcurre la historia de “Il Segreto di Susanna”, la ópera de Ernano Wolf Ferrari en la que Gil, el marido de la protagonista, siente celos por el olor a tabaco que hay en su casa, por lo que pregunta a su criado, hasta que finalmente descubre que su mujer es la que fuma.
GIL
¡Dime la verdad, Sante!… ¿Tú fumas?
(Sante, disimulando su turbación por la pregunta, sacude la cabeza y hace un gesto negativo)
¿Fuma quizás… por casualidad… la Condesa?
(nueva turbación y otro gesto negativo por parte de Sante)
Y, entonces, ¿por qué este olor?
GIL (para sí)
¡Lo que yo sospecho!
¡Ay de mí, el olor persiste! ….
¿Será una fantasía de mi olfato?
En la Provenza del siglo XV es donde Chaikovski desarrolla su ópera “Iolanta”, una ciega de nacimiento recluía en un jardín por voluntad de su padre, rey de Provenza, que obliga a su entorno a ocultarle su ceguera para no hacerla desgraciada. La joven disfruta del aroma de las flores, del canto de los pájaros y de las canciones de sus nodrizas y amigos., de forma que no echa nada de menos.
YOLANDA
Coged algunas flores para mí… Me gustaría tenerlas en mis manos;
la fragancia de los delicados pétalos, quizás me proporcionarán paz …
Anoche no dormí en absoluto. ¡Será posible que los ojos sirvan únicamente para llorar!
RIGITTA, LAURA, MARTA
Traemos botones de oro para ti, acianos, mimosas y lirios del valle, dulces lirios de primavera, bálsamos en flor y aromas de jazmín.
¡Tócalas, huele su perfume!
¡Son puras y frescas como doncellas!
Su fragancia puede, con toda la dulzura y frescor de los días primaverales,
alejar tormentos e infortunios, acunándote en un bendito sueño.
¡Tendrás de nuevo paz y alegría!
Son suaves como el terciopelo, son tan delicadas y perfumadas, que olvidarás tus temores y dudas acunándote en un bendito sueño.
Perfumadas como el terciopelo, ¡Puras, frescas, suaves y tiernas!
¡Oh, cuánto placer! ¡Cuánta belleza!
“Muerte en Venecia” es la última ópera de Britten, que más que contar una historia de amor homosexual entre una persona mayor como Gustav von Aschenbach y el joven polaco Tadzio, trata sobre el conflicto entre la belleza de Apolo y la pasión de la atracción de Dionisio. El protagonista es capaz de oler en el ambiente la enfermedad (epidemia de cólera) que azota la ciudad:
ASCHENBACH
El viento sopla del oeste. El mar está en calma, el cielo nublado y la laguna huela a cieno. Mis sienes laten, no puedo trabajar.
¡Oh Serenissima, se amable! Debo marcharme, tal y como una vez ya lo hice […].
Huelo… huelo algo que no sé que es. Es como un olor dulzón de medicina…
¿Saldrá este olor de los canales? […].
¿Qué es todo esto? ¿Qué es este olor dulzón que satura el aire, amigos?
Nuestro viaje termina en una prisión española cerca de Sevilla en el siglo XVIII.
Ludwig van Beethoven, uno de los grandes músicos de la historia, refleja perfectamente su enorme personalidad en cada pieza de su vasta producción artística. Sus 16 cuartetos de cuerdas, nueve sinfonías y la ópera “Fidelio” constituyen uno de los legados más humanistas y profundos de toda la historia de la música.
El compositor de Bonn era un hombre con firmes principios y una gran tenacidad, a pesar de sus circunstancias vitales adversas, entre las que destaca su pérdida auditiva progresiva una amenaza para un músico profesional.
La defensa de la libertad como elemento catalizador del destino del hombre está presente en muchas la ópera entre las óperas, “Fidelio, una llamada de Beethoven a la Humanidad, en la que destaca el contraste entre la oscuridad de la cárcel y la luz de la justicia y el tema del amor conyugal.
Para el compositor alemán, las óperas de Mozart como Don Giovanni o las Bodas de Figaro resultaban repelentes por la frivolidad de la temática. Aunque la moralidad contenida en “La flauta mágica” era otra cosa, no estaba basada en la vida real y el era un músico preocupado por los problemas reales del mundo.
Así que la forma de teatro lírico por la que se interesa es la “ópera de liberación” o “rescue opera” y en la escena de calabozo de “Fidelio”, Beethoven nos deja sin aliento con una introducción en Fa menor y el uso inteligente de las trompas y los timbales. Tras lamentar su cautiverio, Florestan sueña con la llegada de Leonora y rememora su aroma, lo que es un rayo de esperanza en la oscuridad a la que está encadenado.
FLORESTAN
¡Dios! ¡Qué oscuridad hay aquí! ¡Qué silencio aterrador!
La nada me rodea y nada, nada vive a mi alrededor. ¡Dios, qué dura prueba!
¡Tu voluntad es justa! ¡No me lamento, oh Dios que mides los pesares!
En los días de la primavera de la vida, la felicidad ha huido lejos de mí.
Me atreví a gritar la verdad y mi recompensa fueron las cadenas.
Soportaré los sufrimientos, mi vida se extingue con vergüenza, pero mi corazón alienta un dulce consuelo: ¡he cumplido con mi deber!
¿No siento el murmurar, la dulzura de una brisa?
¿No es la claridad que ilumina mi tumba?
Veo como un ángel con olor a rosas, situarse junto a mi, consolador, tiene los rasgos de Leonora, mi esposa.
¡Un ángel! Viene para ayudarme y consolarme, hasta conducirme a la libertad del reino de los cielos.
A lo largo de esta conferencia ha quedado demostrado la relevancia que tiene el sentido del olfato a la hora de expresar sentimientos de remordimiento, nostalgia, seducción, libertad, placer, aislamiento, celos, esperanza, conflicto, consuelo, muerte, honestidad, amor o pasión.
Como decía Paul Robinson, “Si quieres entender la ópera, debes confiar en su música”.
Para citar este artículo:
Escobar, C. (10 de marzo de 2017). El olfato y la ópera. [Mensaje en un blog]. Blog del Comité de Humanidades de la SEAIC. Recuperado de https://www.seaic.org/profesionales/blogs/humanidades/arte-y-medicina
Autora: María Luisa González Gutiérrez
Francis Bacon nace en Dublín un 29 de Octubre de 1909. Sus padres le pusieron el mismo nombre Francis como su ilustre antepasado Francis Bacon (1561-1626, célebre filósofo, político, abogado y escritor inglés, padre del empirismo filosófico y científico) Su vida transcurrió entre Irlanda e Inglaterra pues sus padres eran británicos. A partir de 1925 vivió en Inglaterra. Su padre era militar inglés retirado que criaba y entrenaba caballos de carrera
Padecía asma crónica y alergia por lo que tuvo una formación irregular ya que esta enfermedad le impedía acudir al colegio. Le administraban morfina cuando sufría ataques de asma intensos.
Rechazado y maltratado por su padre por su homosexualidad y ante la indiferencia de su madre fue expulsado de casa a los 16 años y enviado a centro Europa con un amigo de la familia llevando una vida bohemia. En 1925 vuelve a Londres y toma clase de dibujo y pintura y sigue después una formación autodidacta. Trabaja de diseñador de interiores.
Se presentó como voluntario para guardia de ataque pero tuvo que abandonarlo por su asma. Su reputación como pintor empezó a despegar en 1933 con su Crucifixión. Sobreviven pocas obras de su juventud pues apuñalaba sus lienzos o los partía hasta 1953 en que comenzó su obra a circular en grandes galerías y dieron la vuelta al mundo. Entre 1960 y 1965 realizó dos exhibiciones en la Galería Malborough Fine Art en Londres con más de 50 obras. Posteriormente expone en galerías de todo el mundo. El aspecto inquietante y hasta violento en sus cuadros refleja las vivencias de Bacon como la guerra de la independencia de Irlanda, las contiendas mundiales (segunda guerra mundial) además de su problema de salud y su homosexualidad junto con el desamor y rechazo de sus progenitores.
“Entre el nacimiento y la muerte siempre ha existido lo mismo: la violencia de la vida”. “Nacemos con un grito, nos encontramos en la vida con un grito, y tal vez el amor sea un mosquitero entre el miedo a la vida y el miedo a la muerte. Esa fue una de mis obsesiones reales. Los hombres que he pintado estaban en situación extrema, y el grito es una transcripción de su dolor” (en su última entrevista en 1992).
Su primer éxito de crítica llegó en 1944 con Tres estudios de figuras junto a una crucifixión considerado hoy como una de los cuadros más originales del siglo XX ( Tate Gallery de Londres)
Su obra, obsesionada con la representación del cuerpo humano ha sido encasillada en el informalismo, el expresionismo y el surrealismo o el racionalismo. Simplemente prosiguió lo que él consideró [en las entrevistas publicada que le hizo David Sylvester a lo largo de los años sesenta] una línea pictórica “postpicasiana”, siguiendo la vía abierta que Picasso dejó con la figuración y la representación obsesiva del cuerpo humano.
Recibe influjos de Munch en el trazo, de Van Gogh en las tonalidades, de Giacometti en la concepción del espacio y del mismo Goya en la angustia de los rostros y los cuerpos por lo que su arte refleja como ningún otro al hombre del siglo XX.
En 1953 sus series de Screaming Popes , inspiradas en El retrato del Papa Inocencio X de Velázquez, dieron forma a un estilo propio y peculiar. La obra original de Velázquez de 1650 fue reinterpretada por Francis Bacon en más de cuarenta pinturas, estudios y bocetos tres siglos después. Una obra a la que recurrió de forma reiterada desde una primera vez en el año 1940. El cuadro de Inocencio X de Diego Velázquez (1599-1660) fue encargada por este papa debido a la fama que ya había adquirido el pintor siendo acabado alrededor de 1650.
La expresión del papa es tensa, con el ceño fruncido, opuesta a los retratos papales realizados por Rafael y otros pintores con expresiones más afables. Una de las características de Velázquez es que era capaz de penetrar psicológicamente en el personaje para mostrarnos aquellos aspectos ocultos de su personalidad.
A la izquierda, el cuadro de Diego Velázquez “Inocencio X”, 1650; óleo sobre lienzo, 140 cm x 120 cm, Galería Doria Pamphili, Roma. A la derecha, el cuadro de Francis Bacon, “Estudio según el retrato del Papa Inocencio X por Velázquez”, 1953; óleo sobre lienzo, 153 cm x 118 cm, Art Center, Des Moines (EE.UU.).
Bacon orientó la obra siempre a hacer salir del Papa otras sensaciones que veía palpitar en el cuadro como la agonía, la amenaza y el aislamiento… Las líneas verticales que descomponen la figura al mismo tiempo que la contienen corresponden a esa angustia. La boca abierta en forma de círculo y los dientes contribuyen a ahondar en nosotros la sensación de que el cuerpo está vibrando y se vaporiza… (Alfredo García- Alargos, Arte e historia, 2015).
Bacon cree que a cada persona le rodea una especie de “emanación” y que al trasladarlo a un retrato aparece inexcusablemente en él la violencia. Aclara: “nuestra existencia está siempre velada, vivimos a través de velos o cortinas y si hay violencia en los cuadros es porque se ha corrido uno de esos velos o cortinas”. No hay duda pues que podemos asignarle aquí a la pintura, en tanto que participa de descorrer los velos que ocultan nuestra existencia, un cometido en pos de descubrir o desvelar la verdad.
Su pintura, según Bacon, “trata de mi tipo y de psique, trata de mi tipo de entusiasta desesperación”. “Una pintura no es un aglomerado de cosas que comprender sino una cuestión de instinto. Espontaneidad, accidente, sugerencias emocionales”.
Bacon pinta a partir de manchas irracionales, manchas de las que salen las figuras.
“Uno presenta la sensación y el sentimiento de vida del único modo que puede. No digo que sea un buen modo, pero lo haces lo más hondamente que puedes” (FB)
En una entrevista en la Galería Malborough de Londres en 1991, un año antes de su muerte, dijo “tengo una crisis de asma” y fue como si hubiera dicho “paren la vida, vuelvo en un rato”. Su cara se volvió violeta, como las rayas de su camisa, hasta que volvió a su ser…
No era la primara vez que tenía que posponer una entrevista por una crisis de asma.
Usaba Ventolin en público y si no lo tenía se sentía perdido y se volvía huraño.
“Todas las caras de Bacon son víctimas de una ventolera, como si la carne fuera agitada por un ciclón. Como su propio cuerpo, los personajes de sus cuadros buscan violentamente el aire. Como el pulmón de un asmático, el aire es el deseo que impulsa la violencia de esas huidas que retrata. (Juan Cruz. Encuentros con heterodoxos, 2016)
Su asma fue empeorando y en 1989 ya no le permitía seguir con la pintura. Además se le intervino de un carcinoma renal.
En 1992 vino a Madrid para inaugurar una exposición y verse con su último amante, un banquero. Allí murió a los 82 años.
BIBLIOGRAFÍA
Para citar este artículo:
González, ML. (25 de febrero de 2017). Francis Bacon y su estudio de Inocencio X. [Mensaje en un blog]. Blog del Comité de Humanidades de la SEAIC. Recuperado de https://www.seaic.org/profesionales/blogs/humanidades