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Sin duda 2020 y 2021 han sido años sin precedentes debido a un hecho inesperado que descolocó por completo la vida de millones de personas: la rápida propagación del coronavirus SARS-CoV-2 por todos los continentes ocasionó la primera gran pandemia del siglo XXI, la cual tuvo un gran impactó social, económico y emocional de manera global en todo el mundo. La enfermedad por coronavirus 2019 (COVID-19), aparte de ocasionar muchos síntomas orgánicos graves como la neumonía bilateral con distrés respiratorio agudo, ha sido también la responsable de muchos síntomas neurológicos y cambios importantes en el sueño. A lo largo de estos intensos dos años, el estrés originado por la incertidumbre constante, el aislamiento social y, en definitiva, los cambios en la rutina diaria, se han acompañado de diversas alteraciones del sueño conocidas como “coronasomnia”.
La Pandemia por Enfermedad de COVID-19 ha afectado a toda la población de manera global, con un impacto claramente negativo en la mayoría de los casos. Además, sabemos que hoy en día, la combinación Pandemia por Enfermedad de COVID-19 y asma es un problema vital al que nos enfrentamos tanto los profesionales de la salud como los pacientes y familiares de pacientes con asma alérgica. No obstante, el impacto que la Pandemia por Enfermedad de COVID-19 ha ocasionado en el descanso de los pacientes pediátricos y adolescentes con asma de nuestra área geográfica aún no ha sido estudiado. De aquí que hayamos estimado interesante presentar los datos del estudio realizado en la Unidad de Alergia Pediátrica del Hospital Universitario Vall d’Hebron, cuyo objetivo fue investigar cómo la Pandemia por Enfermedad de COVID-19 influyó en el sueño de pacientes pediátricos y adolescentes con asma alérgica residentes en el área mediterránea. Para lograr este objetivo se realizó un estudio piloto prospectivo que incluyó a pacientes pediátricos y adolescentes con asma alérgica persistente de entre 6 y 18 años.
Todos los participantes del estudio respondieron el Cuestionario BEARS y la Escala de Bruni. El cuestionario de BEARS1-4 es un cuestionario útil para el cribaje de trastornos del sueño en la infancia. Está dividido en cinco áreas principales del sueño, facilitando el cribado de los trastornos del sueño, en población pediátrica y adolescentes de entre 2 y 18 años. Cada área tiene una pregunta para cada grupo de edad. Una respuesta positiva en cualquiera de los aspectos obliga a una investigación más profunda. Las cinco áreas de estudio se detallan a continuación:
B= Problemas para acostarse (“bedtime problems”)
E= Excesiva somnolencia diurna (“excessive daytme sleepiness”)
A= Despertares durante la noche (“awakenings during the night”)
R= Regularidad y duración del sueño (“regularity and duration of sleep”)
S= Ronquidos (“snoring”)
Respecto a la Escala de Bruni5,6 de trastornos del sueño para población pediátrica y adolescente, decir que consta de 26 ítems valorados según una escala tipo Likert. Está diseñada para detectar trastornos del sueño divididos en seis categorías: problemas para iniciar o mantener el sueño, problemas respiratorios, desórdenes del despertar, alteraciones de la transición sueño-vigilia, excesiva somnolencia diurna e hiperhidrosis nocturna. En total, el paciente responde a 26 preguntas y proporciona una respuesta que puntúa del 0 al 4 según la clínica presente. El punto de corte a partir del cual se considera que el paciente puede presentar algún trastorno global del sueño es de 39. A continuación se define cada puntuación:
0=Nunca
1=Ocasionalmente (una o dos veces al mes o menos)
2=Algunas veces (una o dos a la semana)
3=A menudo (de tres a cinco veces a la semana)
4=Siempre (diariamente)
En total se incluyeron 77 pacientes con una edad media de 12 años. La mayoría eran pacientes del sexo femenino (62%, n=48) y veintisiete (35%) habían sido diagnosticados de Enfermedad de COVID-19. Con respecto al Cuestionario de BEARS, el 70% (n=54) de los pacientes tuvo como mínimo una respuesta positiva. Además, casi la mitad de los pacientes tenían problemas a la hora de acostarse [42% (n=32)], seguido de somnolencia diurna excesiva [34% (n=26)]. En cuanto a la Escala de Bruni, 52 de los 77 pacientes incluidos (67%) presentaban una puntuación superior a 39 puntos, hecho que indicaba trastornos del sueño entre la población de estudio. Los trastornos más prevalentes encontrados tras la evaluación utilizando la Escala de Bruni fueron los trastornos respiratorios del sueño [26 de los 77 pacientes estudiados (34%)], seguido de los trastornos de inicio y mantenimiento del sueño (30%, n = 23) y de la somnolencia diurna excesiva (24%, n=18). No se encontraron diferencias estadísticamente significativas entre los pacientes COVID-19 positivos y negativos ni en el cuestionario de BEARS ni en la escala de Bruni.
En conclusión, en este trabajo se encuentra una elevada prevalencia de trastornos del sueño en pacientes asmáticos pediátricos y adolescentes durante la pandemia debida a la Enfermedad de COVID-19. El trastorno más prevalente en esta población de estudio, evaluado mediante la Escala de Bruni, fue el trastorno respiratorio del sueño. Por tanto, es importante proporcionar a los pacientes un control óptimo de las enfermedades respiratorias para mejorar la calidad de su sueño.
La importancia del presente estudio radica en que es el primero que proporciona datos sobre la posible afectación del sueño debida al impacto de la pandemia por COVID-19 en población pediátrica y adolescente con asma alérgica en el área mediterránea. Debido a este hecho, es difícil poder comparar nuestros datos con los realizados por otros autores ya que, si bien sí que hay varios trabajos que evalúan los posibles trastornos del sueño asociados a la pandemia por COVID-19 en población de esta edad, la mayoría de ellos incluyen población sana o con trastornos neuroconductuales del sueño previos, pero sin especificar la posible concomitancia con otras patologías respiratorias asociadas, como el asma alérgica. No obstante, sí que es interesante comentar algunos trabajos que evalúan los posibles trastornos del sueño en población pediátrica y adolescentes, aunque sean poblaciones sin asma.
Ya antes de la pandemia debida a la Enfermedad de COVID-19, habían sido varios los estudios publicados que alertaban que el sueño insuficiente, la mala calidad del sueño, el insomnio, la apnea del sueño y las alteraciones de los horarios de sueño-vigilia eran manifestaciones típicas de morbilidad física y emocional en las pandemias. De este modo, no es de extrañar que los primeros estudios sobre trastornos del sueño asociados a la pandemia por Enfermedad de COVID-19 se publicaran en China, epicentro de esta enfermedad. En los inicios de la pandemia Huang y Zhao7 recopilaron información de una encuesta de 7236 voluntarios e informaron que el 18% de los individuos encuestados presentaban una mala calidad del sueño. Posteriormente, los trastornos del sueño en pacientes con COVID-19 también pasaron a estudiarse en otros países, encontrando una prevalencia mayor de trastornos del sueño que antes de la pandemia en la población general en la mayoría de los estudios. En Italia, en una encuesta realizada a 2291 italianos, el 57,1% de los individuos informó de una mala calidad del sueño relacionada con la ansiedad que les ocasionaba la Enfermedad por COVID-19. Los síntomas más prevalentes fueron pesadillas, astenia y apneas del sueño. Parece que la somnolencia y el trastorno del sueño en la fase REM podrían estar más relacionados con la Enfermedad de COVID-19 en sí misma, mientras que el insomnio estaría más relacionado con el aislamiento social, la ansiedad y otros factores psicosociales.
Uno de los trabajos más relevantes publicados hasta ahora en población pediátrica y adolescente es el de Sharma M. y sus colaboradores8, cuyo objetivo fue realizar una revisión sistemática y un metanálisis para estudiar la prevalencia y el patrón de trastornos del sueño en población pediátrica y adolescente durante la pandemia por COVID-19. Para ello, los autores realizaron una exhaustiva búsqueda bibliográfica en MEDLINE, EMBASE y Web of Science en busca de estudios originales que describieran anomalías del sueño en pacientes de esta edad, con o sin trastornos neuroconductuales preexistentes, durante la pandemia por COVID-19. Los autores analizaron un total de 371 artículos pero finalmente, únicamente incluyeron 16 estudios. De estos, cinco se realizaron en niños/niñas de edad preescolar, dos en pacientes con trastornos neuroconductuales preexistentes y el resto (nueve) en población pediátrica y adolescentes sanos en edad escolar. En esta revisión los autores hallan que la prevalencia combinada de cualquier alteración del sueño en los niños durante la pandemia fue del 54% (IC del 95%: 50-57%). Estos datos, aún siendo elevados, ya que indican que más de la mitad de la población de estudio presentaba algún tipo de trastorno del sueño, serían inferiores a los encontrados en nuestra serie en la que el 70% (n=54) de los pacientes presentaba al menos un ítem positivo en evaluar el Cuestionario BEARS y el 67% (n=52) de los pacientes presentaban puntuaciones superiores a 39 puntos en la Escala de Bruni. Curiosamente, en esta revisión de Sharma, la prevalencia de estos trastornos en los niños de edad preescolar, cuyo grupo no fue evaluado en nuestra población de estudio, fue menor que en los tiempos prepandémicos (RR = 0,87; IC del 95%: 0,58-1,30), aunque estos resultados no fueron estadísticamente significativos. Este dato concuerda con el trabajo publicado por Liu Z. y su equipo9, donde los niños en edad preescolar se comportaron de manera diferente en el contexto del sueño durante la pandemia en comparación con los niños escolares y los adolescentes. Liu Z. y su equipo encuentran que, de manera totalmente inesperada, los niños en edad preescolar confinados parecían tener menos trastornos generales del sueño en comparación con la muestra del 2018 (prepandemia).
En otra revisión reciente publicada por Panda PK. y su equipo10, encontraron que el 34,5% de los pacientes pediátricos y adolescentes estudiados sufrían ansiedad, el 41,7% depresión, el 42,3% irritabilidad y el 30,8% falta de atención debido a la pandemia por la Enfermedad de COVID-19. Además, el 79,4% de los pacientes se vio afectado negativamente por la pandemia y el confinamiento. El 22,5% de la población estudiada tenía un miedo significativo a la Enfermedad de COVID-19, el 35,2% de los pacientes pediátricos y adolescentes tenían aburrimiento y el 21,3% trastornos del sueño. Además, el 52,3% de los cuidadores/padres/madres/representantes legales desarrollaron ansiedad y el 27,4% depresión mientras estaban aislados con sus hijos/hijas. En esta revisión vemos que la prevalencia de trastornos del sueño también fue algo menor que la encontrada en nuestra población de estudio pero, en cualquier caso fue significativa.
Otro dato interesante que cabe considerar es que antes de la pandemia, diferentes estudios publicaban una prevalencia de trastornos del sueño en población pediátrica y adolescente diferente a la actual. De este modo, los datos publicados según grupos de edad oscilaban entre un rango del 25% al 50% en pacientes preescolares, del 6% al 37% en escolares y de entorno el 40% en adolescentes11-14. No obstante, esta prevalencia durante la pandemia se ha visto claramente incrementada15-19 y los datos publicados hasta el momento concuerdan, en la mayoría de los trabajos, con los encontrados en nuestra población de estudio, aunque no sean del todo comparables con nuestra serie ya que la mayoría de trabajos no especifican la inclusión de pacientes con asma.
Sea como sea, lo cierto es que la pandemia por COVID-19 ha dejado las economías devastadas y la gente asustada por sí misma y por sus seres queridos. Con esta situación sin precedentes, es injustificable no dar la debida importancia al sueño, ya que un sueño saludable es sin duda el mejor rejuvenecimiento, y no en vano está asociado a numerosos beneficios, como el bienestar físico y el correcto funcionamiento de nuestro sistema inmunológico. Además, es el principal determinante de la salud mental y emocional, ya que es conocido que un sueño correcto alivia la ansiedad, el estrés y la depresión y puede tener consecuencias diversas en el desarrollo20. Por contra, los trastornos del sueño inducen neuroinflamación, que promueve la alteración de la barrera hematoencefálica y la entrada de antígenos y factores inflamatorios en el cerebro21-26. De este modo, los trastornos del sueño relacionados con la Enfermedad de COVID-19 podrían contribuir a la apertura de la barrera hematoncefálica, actuando así como una puerta para la entrada del virus SARS-CoV-2 en el cerebro y producirse entonces una mayor inflamación en el sistema nervioso central. La deprivación/restricción del sueño, su fragmentación o la apnea del sueño inducen una inflamación sistémica de bajo grado caracterizada por la liberación de varias moléculas, como las citocinas como la interleucina 6, quimiocinas y proteínas de fase aguda, y todos ellos pueden promover cambios en componentes celulares de la barrera hematoncefálica, particularmente en las células endoteliales del cerebro27-30.
En definitiva, se deberían realizar estudios futuros que incluyan el análisis de los patrones del sueño mediante la realización de electroencefalogramas, la evaluación de marcadores de inflamación así como de la función inmunitaria, en relación con los parámetros del sueño. Estos procedimientos podrían ser revolucionarios para un mejor conocimiento de la “coronasomnia”, es decir, para el control de los trastornos del sueño asociados a la pandemia debida a la Enfermedad de COVID-199
Se puede consultar el documento completo en el siguiente enlace: Aquí : Trabajo_Final_Máster_Teresa_Garriga_Baraut.pdf
Teresa Garriga Baraut. Facultativa Especialista Adjunta, Unidad de Alergia Pediátrica. Hospital Universitario Vall d’Hebron. Comité de Alergia Infantil SEAIC.
Referencias Bibliográficas:
En los últimos meses se han publicado varios artículos acerca de la anafilaxia en el lactante.
Cárdenas Morales y Hernández Trujillo (1) nos dan una visión global a través de una revisión. Carlisle y Lieberman (2) se centran en el manejo del episodio y Frith y colaboradores actualizan las guías de la Australasian Society of Clinical Immunology and Allergy (ASCIA) (3).
La incidencia de la anafilaxia está aumentando particularmente en los lactantes y preescolares, aunque los datos son limitados y las cifras varían según los diferentes autores.
Las peculiaridades del lactante incluyen diferencias en la presentación clínica, las comorbilidades asociadas, dificultades en el diagnóstico y en el tratamiento, siendo por todo ello aún menor la frecuencia de utilización de adrenalina que en otras edades.
Como factores de riesgo en lactantes hay que considerar comorbilidades como el asma, la bronquiolitis y la laringotraqueobronquitis. Entre los posibles cofactores se incluyen la fiebre, infecciones respiratorias y el estrés. No parece haber acuerdo (1,2) en el papel del eccema atópico como comorbilidad de interés en anafilaxia.
Los síntomas más frecuentes en lactantes suelen ser cutáneos, seguidos de los respiratorios y digestivos. Los síntomas cardiovasculares parecen ser menos frecuentes o peor detectados. Además, la sintomatología puede pasar de tener valor diagnóstico a ser inespecífica según el contexto clínico, o pasar desapercibida por ser específica del lactante (Tabla 1) (2). También debemos tener en cuenta que el diagnóstico diferencial es amplio, con entidades propias de esta edad (Tabla 2)(1).
La alergia alimentaria es el principal desencadenante, destacando la leche y el huevo como los principales implicados. Sin embargo, hay que tener en cuenta los hábitos de consumo local. En nuestro medio las frutas y pescados son también causa frecuente de anafilaxia (1).
En cuanto al diagnóstico en el lactante, se han identificado varias dificultades
El tratamiento se basa en el reconocimiento de síntomas, y en la administración precoz de adrenalina. Como medidas adicionales, la guía ASCIA recomienda específicamente evitar que los lactantes estén en brazos sobre el hombro de sus cuidadores y recomienda que se mantengan horizontales sobre los brazos del cuidador (3). Aunque pueden ser necesarias medidas adicionales como la fluidoterapia, apenas se mencionan otros fármacos, como los antihistamínicos y corticoides (2), acerca de los que sí se discutía en revisiones previas (4,5).
La infrautilización de adrenalina se ha atribuido a un peor reconocimiento de los síntomas, pero también a una menor prescripción de dispositivos de adrenalina. Una de las razones se debe a que en lactantes hay discordancia entre el peso y la dosis de los autoinyectores disponibles (0.15 y 0.3 mg). Tanto la guía de anafilaxia pediátrica de EAACI de 2007(6) como la australiana proponen la prescripción de dispositivos de 0.15mg lactantes-niños a partir de los 7.5 kg de peso (3). En 2017 la Food and Drug Administration autorizó la comercialización de dispositivos de 0.1mg en Estados Unidos, por lo que las recomendaciones en este punto varían según la guía consultada (1,2,4).
Finalmente, desconocemos aun el efecto de las recomendaciones actuales de introducción precoz de la alimentación complementaria en la incidencia y prevalencia futuras de anafilaxia en lactantes.
Órgano Diana | Síntoma Típico propio de otras edades | Síntoma poco frecuente…o propio de lactante |
Piel | Habones, rash, picor, angioedema | Roce ocular, picor ocular, rascado de las orejas, sacar la lengua, lamido repetido de labios o de las manos |
Digestivos | Vómitos, diarrea, dolor abdominal | Escupir, arquear la espalda, llevarse las rodillas al pecho, hipo |
Respiratorios | Tos, sibilancias taquipnea | Llanto, afonía, meterse los dedos en la orejas, tirarse de las orejas |
Cardiovascular | Hipotensión, desmayo, sincope | Piel moteada |
Neurológico | Irritabilidad, llanto inconsolable, letargo |
Tabla 1. Síntomas de anafilaxia en lactantes. De A Carlisle y J. Lieberman
Signo/Síntoma Guía | Diagnóstico alternativo |
Angioedema | Angioedema Hereditario
Celulitis |
Diarrea | Gastroenteritis |
Habones/Rash | Dermatitis de contacto
Eritema multiforme Mastocitosis Síndrome de piel escaldada estafilocócica Síndrome de shock tóxico |
Hipotensión | Shock séptico |
Neurológico | Intoxicación por fármacos o alcohol
Encefalitis Hemorragia intracraneal Meningitis Traumatismo no accidental (maltrato) Convulsión |
Dificultad respiratoria | Asma
Espasmo del Sollozo Bronquiolitis Crup Aspiracion de cuerpo extraño Membrana laríngea Traqueolaringomalacia Anillo vascular |
Vómitos | Enterocolitis inducida por proteínas alimentarias (FPIES)
Intoxicación alimentaria Gastroenteritis Reflujo gasotroesofágico |
Otros | BRUE (episodios breves resueltos inexplicado: brief resolved unexplained) **
Síndrome de Munchausen Síndrome de muerte súbita del lactante |
Tabla 2. Diagnóstico diferencial de anafilaxia en lactantes **Denominación actual del Episodio Aparentemente Letal
Esozia Arroabarren Aleman. Servicio de Alergología. Complejo Hospitalario de Navarra. Comité de Alergia Infantil SEAIC
Bibliografía
En los últimos 15 años una nueva forma de alimentación del bebé, Baby led weaning (BLW), ha ido creciendo en popularidad. Se inició en Reino Unido y Nueva Zelanda y después se ha ido extendiendo por el resto de los países de Europa, así que en la actualidad no es raro que atendamos a pacientes cuyos padres están siguiendo este método de alimentación.
BLW se define como el proceso de iniciar la alimentación complementaria del niño con alimentos del tamaño y textura adecuados para comer por sí mismo, comenzando aproximadamente a los 6 meses de edad. Se define también como “auto-weaning” lo cual significa ofrecer los alimentos individuales troceados o triturados que toma habitualmente la familia. El bebé decide qué, cuánto, y en qué tiempo come, siendo así un compañero activo en el proceso de su alimentación en lugar de un recipiente pasivo al que hay que llenar de alimentos.
En general, es más fácil para los cuidadores, ahorra dinero y tiempo, ya que los bebés pueden comer la comida familiar con algunos ajustes menores (como reservar una porción para el bebé antes de agregarle sal), reduciendo la necesidad de comprar o preparar comida específica para ellos.
Sin embargo, este procedimiento causa preocupación a los pediatras por el riesgo de una ingesta deficitaria en vitaminas y minerales, como el hierro, u otros nutrientes, así como por el riesgo de atragantamiento.
La Sociedad Europea de Gastroenterología pediátrica, Hepatología y Nutrición (ESPGHAN) en 2021 ha declarado que no hay suficiente evidencia para concluir acerca de la conveniencia de este procedimiento. Una revisión no sistemática de 2016 había llegado a conclusiones similares. En el año 2018, una revisión sistemática analizó la evidencia publicada hasta entonces, para valorar si este método es seguro y recomendable, así como la necesidad de futuras investigaciones. Esta revisión concluyó que, para evitar riesgos en el bebé, los padres que deseen seguir este método necesitan una cuidadosa y profunda educación nutricional, particularmente sobre cómo preparar los alimentos para que resulten seguros, saludables y nutritivos. Esta revisión sistemática concluye que existe insuficiente evidencia para determinar si es adecuada la ingesta de nutrientes y energía. De hecho, persiste la preocupación de estudios previos observacionales en los que se determina que los padres que siguen BLW estiman que sus hijos toman más lácteos y menos alimentos sólidos comparados con los que siguen el método tradicional. Sin embargo, estudios más recientes sugieren que un método de BLW modificado, que incluya recomendaciones sobre la introducción de alimentos ricos en hierro y evitando aquellos con riesgo de atragantamiento, pueden tener efectos preventivos de estos riesgos y posibles deficiencias. En cualquier caso, se necesitan investigaciones con estudios más grandes y randomizados.
Sin embargo, en estas revisiones no se contempla la influencia que puede tener el seguimiento de este método en la incidencia de alergia a alimentos; particularmente en los niños con riesgo alto de atopia, es decir, aquellos con antecedentes personales o familiares de primer grado (padres o hermanos) con dermatitis atópica, alergia alimentaria o alergia respiratoria en forma de rinoconjuntivitis y/o asma.
En estos niños habría que considerar de forma especial por una parte, el momento y la forma de introducción de los alimentos y por otra, la exposición epicutánea temprana a dichos alimentos.
Se han publicado múltiples estudios controlados, randomizados, prospectivos, que muestran evidencia de que la introducción temprana de cacahuete y huevo cocinado disminuye la incidencia de alergia a estos alimentos en niños de alto riesgo de presentarla, aunque la cantidad y la forma precisa de introducción requiere más investigación. Varios estudios de prevención de alergia a otros alimentos han mostrado evidencia de seguridad, pero no de eficacia. El estudio EAT (Enquiring About Tolerance) randomizó a lactantes de la población general para una intervención en la cual se introducía leche, huevo, cacahuete, sésamo, pescado y trigo desde los 3 meses de edad, pero tuvo una moderada adherencia y el análisis estadístico no mostró significación estadística para la prevención de alergia alimentaria. No obstante, no hubo un riesgo aumentado de alergia a ninguno de estos alimentos comparado con el grupo de introducción estándar. Otro estudio (“HealthNuts study”) demostró que la introducción del anacardo antes del año de edad se asocia a la ausencia de alergia a este alimento a los 6 años. Hasta la actualidad no hay estudios de seguridad y eficacia de la introducción temprana de otros frutos secos, soja o mariscos. Varios estudios han indicado que los niños con dieta más diversa de forma temprana tienen una incidencia inferior de alergia a alimentos.
Recientemente la Sociedad europea de Alergia e Inmunología Clínica (EAACI) ha publicado una guía de prevención de desarrollo de alergia a alimentos en lactantes y preescolares basada en una revisión sistemática de la evidencia actual y en la opinión de expertos. En ella se recomienda lactancia materna exclusiva los 6 primeros meses de vida, aunque la introducción de alimentos sólidos entre los 4 a 6 meses es también recomendada. Como novedad respecto a la guía anterior de 2014, sugieren evitar suplementos de fórmula de leche de vaca en la primera semana de vida, la introducción temprana de huevo bien cocinado (evitando huevo crudo o pasteurizado sin cocinar) y la introducción de cacahuete en una forma apropiada para el lactante, aunque no está claro el beneficio de la introducción de cacahuete en países sin alta prevalencia de alergia a este alimento. Tampoco está claro el beneficio en la introducción temprana de otros frutos secos y otros alérgenos alimentarios.
La mayoría de otras guías sugieren también no retrasar la introducción en la dieta de los alimentos alergénicos. Aunque el orden de introducción depende de las guías de cada país, es común en todas ellas, al igual que en la guía de la EAACI, la recomendación de introducir precozmente el huevo y cacahuete basados en la evidencia actual. Otros alimentos evaluados, como la leche, trigo, sésamo y pescados en los que se ha descartado riesgo de alergia con su introducción precoz, podrían ser la siguiente prioridad. Habría que analizar la influencia en la introducción precoz en niños de alto riesgo de aquellos otros aún sin evidencia actual, como los frutos secos, soja y mariscos.
Esta introducción temprana podría verse favorecida por el método BLW siempre que se hiciese en la forma, cantidad y frecuencia adecuada. Una vez que la introducción de un alimento se ha iniciado, es muy importante que se mantenga de forma regular en la dieta. No hay que olvidar, por otra parte, que el objetivo de la alimentación complementaria temprana con alimentos alergénicos es ofrecerlos sin exceder las necesidades calóricas en este periodo de alimentación y sin desplazar a otros alimentos ricos en nutrientes como frutas, verduras, carnes y cereales.
En conclusión, aunque existe interés creciente en la introducción temprana de los alimentos alergénicos, las decisiones con respecto a la eficacia preventiva, seguridad, momento de introducción, dosis y formas de estos alimentos alergénicos son difíciles dado que aún no disponemos de la evidencia científica suficiente para todos ellos y suponen un reto para pediatras, alergólogos y familias.
Por otra parte, este método en el que el lactante se autoalimenta, podría aumentar la exposición epicutánea temprana a los alimentos a través del traspaso de las manos al cuerpo del bebé. Actualmente hay una creciente evidencia de la exposición epicutánea temprana, particularmente en aquellos pacientes con barrera cutánea alterada, favorece la sensibilización y la exposición oral favorece la tolerancia.
En modelos animales se ha demostrado que la exposición epicutánea sensibiliza a los animales de manera más efectiva que la oral e intraperitoneal y que la alteración de la barrera cutánea juega un papel importante en el desarrollo de alergia alimentaria y puede contribuir a la gravedad de las reacciones.
La sensibilización a través de la piel puede ser explicada por la exposición de los alimentos a través del ambiente (polvo, superficies…) o a la transferencia de los alérgenos a través del contacto mano-cuerpo. En este sentido, un estudio demostró que la aplicación de cremas que contenían cacahuete era un factor de riesgo independiente para el desarrollo de alergia a este alimento y varios estudios han encontrado relación entre la exposición a cacahuete en el ambiente del bebé (ropa de cama, zona de juegos) y la alergia al mismo, llegándose a cuantificar el aumento del riesgo de sensibilización a cacahuete por cada unidad de su concentración en el ambiente.
Otros estudios en humanos muestran que la alteración de la barrera cutánea en la dermatitis atópica, debida a la mutación del gen de la filagrina, puede favorecer la penetración de los antígenos y la inflamación tipo2. Actualmente hay una evidencia creciente de la importancia de la inflamación de la barrera cutánea en el desarrollo de sensibilización y alergia a alimentos, de ahí el interés reciente de la restauración de esta barrera cutánea en la prevención de la alergia alimentaria.
De todas estas consideraciones deducimos que el seguimiento del método BLW debería ser, en los pacientes de alto riesgo de alergia alimentaria, consensuado y supervisado por pediatras y/o alergólogos.
Atendiendo a los datos de los que hasta ahora tenemos evidencia deberían seguirse las siguientes recomendaciones:
Dra. Soledad Terrados, Hospital Ramón y Cajal. Comité de Alergia Infantil SEAIC
BIBLIOGRAFIA
-Enza D’Auria1* , Marcello Bergamini et all Baby-led weaning: what a systematic review of the literature adds on. Italian Journal of Pediatrics (2018) 44:49
-Susanne Halken, Antonella Muraro, Debra de Silva et all. EAACI guideline: Preventing the development of food allergy in infants and young children (2020 update) Pediatr Allergy Immunol. 2021;32:843–858
-Brian Schroer, MDa, Marion Groetch, MS et all Practical Challenges and Considerations for Early Introduction of Potential Food Allergens for Prevention of Food Allergy .J Allergy Clin Immunol Pract 2021;9:44-56
-H.A. Brough, K.C. Nadeau et all Epicutaneous sensitization in the development of food allergy: what is the evidence and how can this be prevented? Allergy. 2020 September ; 75(9): 2185–2205.
La falta de una definición universalmente aceptada o unos criterios diagnósticos claros de anafilaxia ha conllevado a lo largo de estos años importantes fallos en su reconocimiento y tratamiento.
Recientemente, se ha avanzado en este sentido con el consenso de la World Allergy Organization (WAO) y 50 sociedades de alergología de diferentes países 1:
En este consenso mundial, se ha definido la anafilaxia como una reacción alérgica generalizada, grave, de inicio rápido y que puede causar la muerte. La anafilaxia grave se caracteriza por el compromiso potencialmente mortal de la vía aérea, respiratorio o cardiovascular y puede ocurrir en ausencia de síntomas cutáneos o shock circulatorio.
Además, ha simplificado los criterios diagnósticos en:
ó
La propuesta del comité de anafilaxia de la WAO consiste simplificar los criterios diagnósticos combinando los dos primeros de NIAID/FAAN y modificando el tercero, teniendo una alta probabilidad de anafilaxia si cumple al menos 1 de los 2 criterios:
1.-Inicio agudo (de minutos a varias horas) de una enfermedad con afectación simultánea de la piel, mucosas o ambos (ej. urticaria generalizada, picor, eritema, edema de labios, lengua, úvula), más al menos 1 de los siguientes:
2.- Inicio agudo (de minutos a varias horas) de hipotensión, broncoespasmo o espasmo laríngeo tras la exposición a un alérgeno conocido o probable para ese paciente, incluso en ausencia de afectación cutánea.
* Hipotensión: descenso de TAS >30% de la basal. Niños <10 años: TAS < (70 mmHg + (2 x edad en años)). Adultos y >10 años: TAS <90 mmHg.
Los agentes causales de la anafiliaxia varían en función de la edad y del área geográfica. En los primeros meses de vida la principal causa es la alergia a las proteínas de la leche de vaca, y en los niños más mayores son el huevo, los cereales y los frutos secos.
La gravedad de la anafilaxia depende de la causa, la dosis ingerida y de los cofactores, que pueden ser endógenos (sexo, edad, enfermedad cardiovascular, mastocitosis, atopia, triptasa sérica elevada, infección concomitante, estado hormonal) o exógenos (ejercicio, estrés, insomnio, alcohol, IECA, IBP, etc.).
La anafilaxia es una emergencia médica que requiere una identificación y tratamiento rápidos.
El tratamiento de primera línea es la ADRENALINA INTRAMUSCULAR. Los dispositivos denominados autoinyectores de adrenalina son fundamentales para poder aplicar de forma rápida y segura la medicación en cualquier medio. Las dosis recomendadas según edad/peso son:
* 0.01 mg/kg con dosis máxima de 0,5 mg.
El automanejo de la reacción por el paciente/padre/tutor es imprescindible: debe saber reconocer la reacción, portar el autoinyector de adrenalina y saber usarlo. Además, deberá solicitar asistencia sanitaria urgente para recibir tratamientos complementarios si fuera preciso (adrenalina, corticoide, etc.) y observación.
Se recomienda portar un plan de acción ante una anafilaxia, por escrito y específico para cada paciente (https://www.seaic.org/documentos/protocolo-de-actuacion-en-ninos-que-sufran-una-reaccion-alergica-en-la-escuela), así como recordar y entrenar periodicamente sobre el uso de los autoinyectores: “Cómo aplicar adrenalina autoinyectable en un menor” (https://www.youtube.com/watch?v=g_l7ECDN-W8&list=PLhBG2DbcGZJ-eyG1X5mGvBmfMvcJyanle&index=2).
Dra. Laura Argiz Álvarez de la Cínica Universitaria de Navarra en Madrid. Comité de Alergia Infantil SEAIC
Bibliografía:
1.Cardona V, Ebisawa M, El-Gamal Y, Fernandez-Rivas M, Fineman S,et al. World allergy organization anaphylaxis guidance 2020. World Allergy Organization Journal. 2020;13:100472.
Abreviaturas:
FAAN: Food Allergy Anaphylaxis Network.
IECA: inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina.
IBP: inhibidores de la bomba de protones.
NIAID: National Institute of Allergy and Infectious Diseases.
PEF: pico del flujo espiratorio.
TAS: tension arterial sistólica.
WAO: World Allergy Organization.
El angioedema hereditario (AEH) es una enfermedad rara que produce episodios recurrentes de hinchazón (edema) de algunas partes del cuerpo – piel o mucosas (gastrointestinal y de vía aérea superior). A diferencia del edema alérgico, es de instauración lenta, duro (sin fóvea), cursa sin urticaria (ronchas), sin picor y habitualmente la hinchazón dura más de 24-48 horas.
Es una enfermedad genética y en la mayoría de los casos se debe a una mutación en el cromosoma 11 de transmisión autosómica dominante (la posibilidad de transmisión de la enfermedad es de un 50%). Esta mutación conduce a un déficit enzimático – cuantitativo (AEH tipo I) o funcional ( AEH tipo II) del factor C1 inhibidor del sistema del complemento. Como consecuencia se produce hinchazón en diversas localizaciones a través de un mediador bioquímico denominado bradicinina. Existen algunos desencadenantes conocidos, como la manipulación de la cavidad oral o de la vía respiratoria superior, algunos fármacos (anticonceptivos orales que contengan estrógenos, antihipertensivos del grupo de los inhibidores de la enzima convertidora de la angiotensina), las infecciones y los traumatismos. En muchas ocasiones no se reconoce un precipitante concreto.
El AEH suele debutar en edad infantil y y se agrava a partir de la pubertad. Los ataques pueden afectar a cualquier órgano y pueden ser letales si afectan a la vía aérea superior. Sin embargo, el diagnóstico suele ser tardío debido a la inespecificidad de los síntomas:
La frecuencia y la intensidad de los ataques son muy variables. Varían tanto en un mismo paciente, como en los familiares afectados por la misma mutación genética.
El diagnóstico se realiza a través de un análisis de sangre, donde se objetiva una disminución del C4 del complemento y del C1 inhibidor (actividad y/o cantidad). El estudio genético establece el diagnostico definitivo.
Tratamiento
Los ataques causados por esta enfermedad no responden al tratamiento antialérgico habitual -corticosteroides, antihistamínicos, adrenalina-. Se han de tratar con medicación específica, por lo que es fundamental establecer la sospecha en la crisis aguda. Los objetivos del tratamiento se basan en 3 principios:
El inhibidor específico de C1 es el tratamiento de primera elección para los ataques agudos, en los países en los que está disponible. Se recomienda su uso via intravenosa para el tratamiento de las crisis en niños. La dosis recomendada es de 20 U/kg. El icatibant (un antagonista del receptor B2 de bradicinina, subcutáneo) es una alternativa válida aprobada para su uso en niños mayores de 2 años.
Se recomienda realizar profilaxis a corto plazo con inhibidor C1 purificado intravenoso ante procedimientos quirúrgicos o manipulaciones dentales/ en la cavidad oral (aplicable de 6 horas a 1 hora antes).
La necesidad de profilaxis a largo plazo deberá ser individualizada para cada paciente.
Dra. Krasimira Baynova. UGC Alergología, CSUR Angioedema hereditario. Hospital Universitario Virgen del Rocío, Sevilla. Comité de Alergia Infantil de SEAIC
Enlaces de interés:
Bibiliografía
Cuando un médico necesita prescribir un fármaco debe asumir de entrada dos grandes problemas: muchos fármacos sólo son efectivos en una parte de los pacientes, y algunos de ellos producen efectos indeseados, a veces peligrosos, en algunos pacientes. En la actualidad sabemos que gran parte de las diferencias interindividuales tanto en efecto como en toxicidad son genéticas. La farmacogenética y la farmacogenómica (FG) estudian las interacciones entre los fármacos y los genes. En la era post genoma humano y sabiendo que los genotipos personales difieren en millones de bases (polimorfismos genéticos), la aplicación de la genética para explicar las diferencias interindividuales en la respuesta clínica a un fármaco parece ofrecer una gran promesa. Los genes más estudiados son los implicados en el metabolismo (farmacocinética) y en la acción de los fármacos (farmacodinámica).
En el metabolismo de una gran cantidad de fármacos intervienen enzimas del citocromo p450 (CYP) y la existencia de numerosos polimorfismos en los CYP condiciona la diferente respuesta en cada persona frente estos fármacos. En función de cómo sea este metabolismo, se han descrito diferentes fenotipos: lento, intermedio, rápido y ultrarrápido. En general se puede resumir que el efecto de un fármaco es mayor en los metabolizadores lentos y mucho menor en los metabolizadores rápidos. Con dosis estándares, el fármaco puede no tener efecto en los metabolizadores ultrarápidos, y los metabolizadores lentos pueden tener efectos de sobredosis.
Las reacciones adversas a medicamentos siguen siendo una de las principales causas de morbi-mortalidad, por lo que en la actualidad gran parte de los esfuerzos de la investigación biomédica se centran en optimizar la eficacia de los fármacos y minimizar sus efectos adversos.
En los últimos años se ha producido un aumento significativo en las recomendaciones de dosificación guiadas por FG, no sólo para nuevos medicamentos, sino también para otros más antiguos; sin embargo, la mayor parte de esta información se concentra en los fármacos que son utilizados para tratar a los adultos. La elección de la dosis adecuada de un fármaco puede ser un desafío en el caso de poblaciones pediátricas, donde el conocimiento de los efectos de la maduración (ontogenia) sobre la eficacia de los medicamentos y la práctica basada en la evidencia en este área son limitados.
La dieta, la edad, el estilo de vida, el estado de salud y el medio ambiente influyen en la respuesta de una persona a los medicamentos. Pero si conociésemos además datos acerca de su constitución genética, aumentaríamos la probabilidad de obtener resultados positivos y reduciríamos el riesgo de que se produjesen reacciones adversas graves. Los avances en FG permitirán seleccionar el medicamento y la dosis apropiada para cada paciente, con el objetivo de adaptar el tratamiento según la genética del individuo, lo que se conoce como Medicina Personalizada.
Para saber más: Pediatric pharmacogenomics: challenges and opportunities: on behalf of the Sanford Children’s Genomic Medicine Consortium. Gregornik D, Salyakina D, Brown M, Roiko S, Ramos K. Pharmacogenomics J. 2021 Feb;21(1):8-19.
María Rueda García. Alergóloga, MD, PhD. Servicio de Alergología, Hospital Quironsalud, Barcelona. Miembro del Comité de Alergia Infantil de la SEAIC, grupo de interés en Alergia a Medicamentos.
En el reproductor superior, puede consultar la grabación de la III Reunión Humanidades y Alergia, que se celebró el pasado 11 de junio de 2021. En él se incluyó una disertación homenaje al Dr. Ojeda Casas.
Programa III Reunión Humanidades y Alergia (1846 descargas )
Con la llegada del buen tiempo y las vacaciones son más frecuentes los viajes, así como las comidas fuera de casa, lo cual supone un cambio en las rutinas y una posible
relajación en las medidas de vigilancia recomendadas para aquellos niños con alergia alimentaria. Durante el curso escolar, con horarios y actividades rutinarias es más
sencillo establecer pautas y medidas de control tanto en casa como en el comedor escolar. Es en los momentos de relax o fuera del ambiente cotidiano donde pueden surgir situaciones inesperadas o exposiciones no controladas a aquellos alimentos que debemos evitar.
Para evitarlo y poder disfrutar de estos momentos tan esperados, desde el Comité de Alergia a Alimentos de SEAIC queremos ofrecerles unas sencillas pautas y consejos a tener en cuenta:
– Antes de viajar: es importante informarnos si el medio de transporte que usaremos puede suponer algún tipo de riesgo porque se repartan comidas en su interior, y si es
posible comunicar previamente a la compañía si es posible evitar ese alimento durante ese trayecto (por ejemplo: los frutos secos). En caso contrario, para llevar la medicación de rescate dentro del transporte puede ser necesario llevar un informe explícito para que nos lo autoricen (por ejemplo: adrenalina, inhaladores…). Además, algunas compañías ofrecen menús especiales. En los hoteles también es útil saber si ofrecen menús especiales o medidas de seguridad en el comedor para evitar contaminaciones cruzadas.
– Informe médico: es aconsejable siempre llevar no sólo la tarjeta sanitaria sino también un informe que describa el tipo de alergia alimentaria y el tratamiento recomendado en caso de reacción adversa. Puede ser útil para poder solicitar los menús especiales en los hoteles, así como si precisamos asistencia médica de cualquier tipo, no sólo en urgencias sino cualquier otra que suponga ingreso hospitalario.
– Botiquín: es imprescindible llevar siempre todo el tratamiento que necesitemos en caso de reacción alérgica (adrenalina, antihistamínicos, corticoides…) según la pauta del alergólogo. No sabemos cuándo nos puede hacer falta ni dónde, y si podremos conseguirlo allí donde estemos.
– Restaurantes: durante las vacaciones no sólo se frecuentan más los restaurantes, sino que suelen ser otros diferentes a los habituales que ya conocemos. El enfrentarnos a una carta diferente y con personal que no conocemos dificulta la seguridad de la selección, pero debemos tener la libertad de preguntar siempre cualquier duda para no cometer un error que puede tener consecuencias no deseables. Aunque existe una normativa que regula la declaración en la carta de la presencia de los 14 alergenos obligatorios, es importante comprobarlo preguntando al personal directamente. Además, en verano son más frecuentes las comidas con pescado o marisco, y no solo hay que tener en cuenta la comida que hemos elegido o prevenir la contaminación cruzada en cocina, sino la posible reacción por inhalación de partículas en los casos de alta sensibilidad. En los pescados debemos tener en cuenta que si somos alérgicos al Anisakis simplex debemos además preguntar si siguen las recomendaciones de congelación previa. No olvidemos hacer todas las preguntas necesarias antes de elegir la comida.
– Campamentos de verano: en esta época del año es cuando con más frecuencia se realizan este tipo de experiencias y generalmente son de larga duración. Es importante informarnos de las medidas de seguridad que nos ofrecen, si hay personas responsables de su vigilancia y si tienen algún protocolo o experiencia en el manejo de estos niños. La familia tiene que aportar el informe médico y la medicación para el botiquín de emergencia de la misma forma que lo ha hecho en el centro escolar.
– Viajes al extranjero: Además de todas las recomendaciones previas, en caso de que salgamos de España sería recomendable que sepamos el nombre de los alimentos a los cuales somos alérgicos en el idioma del país que vamos a visitar. Podemos llevarlos escritos en una tarjeta y enseñarlos allí donde vayamos a comer para asegurarnos que entiendan nuestras alergias alimentarias. En toda la Unión Europea es obligatorio informar si el alimento contiene alguno de los 14 alérgenos de declaración obligatoria.
María Teresa Valbuena Garrido. Hospital Universitario Infanta Sofía.
Paloma Poza Guedes. Hospital Universitario de Canarias.
Subcomité de Alergia Infantil del Comité de Alergia a Alimentos de SEAIC
Desde hace unos 20 años, diferentes Sociedades Regionales de Alergología implantadas en el territorio nacional, han venido organizando de forma ininterrumpida en los meses de verano campamentos para niños con asma y alergia en colaboración con la Sociedad Española de Alergología e Inmunología Clínica.
La situación actual de pandemia por COVID 19, declarada por la OMS el día 11 de marzo de 2020 (1) supuso un cambio radical en la atención sanitaria a nivel mundial. Desde el inicio se han alcanzado más de 170 millones de casos notificados en todo el mundo y casi 4 millones en España. En esta situación, el pasado verano y por razones obvias, la totalidad de campamentos de verano para niños alérgicos y/o asmáticos fueron suspendidos.
Si bien los niños son capaces de contraer el virus que causa COVID-19, no se enferman con tanta frecuencia como los adultos. La mayoría presentan síntomas leves o no presentan síntomas. No obstante, algunos con afecciones subyacentes como obesidad, diabetes y asma, pueden tener un mayor riesgo de padecer formas graves de la enfermedad. Los niños que tienen enfermedades cardíacas congénitas, afecciones genéticas o afecciones que afectan el sistema nervioso o el metabolismo también pueden tener un mayor riesgo de padecer enfermedades graves con COVID-19.
Recientemente Castro-Rodríguez y Forno (2), tras realizar una revisión sistemática sobre Asma y COVID-19 en niños, sólo encontraron un estudio que relacionaba el asma como factor de riesgo potencial para la gravedad del COVID-19, pero no para su mortalidad. La mayoría de los trabajos se basan en la descripción de número de casos de COVID-19 por grupos de edad, por lo que aún no queda claro si el asma infantil u otras enfermedades respiratorias pediátricas están asociadas con el riesgo o la gravedad de COVID-19.
En España se han administrado hasta la fecha más de 30 millones de dosis de vacuna frente al coronavirus SARS-CoV-2, por lo que se augura alcanzar la ansiada inmunidad de grupo en los próximos meses. En esta situación, se plantea ya la posibilidad de retomar en este o próximos veranos aquellas actividades de educación sanitaria dirigidas a niños alérgicos y asmáticos que los alergólogos veníamos realizando, en forma de campamentos u otras actividades que, respetando escrupulosamente las recomendaciones sanitarias, nos permitan alcanzar el control clínico actual y evitar las consecuencias a futuro de la enfermedad.
Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) han redactado y actualizado la Guía para la apertura de campamentos juveniles y de verano durante la pandemia del COVID-19 (3).
Resumen de los cambios recientes:
Puntos clave de la guía:
En esta guía se describen las estrategias que los programas de campamentos deben utilizar para mantener el funcionamiento y los entornos saludables, reducir el riesgo de propagación del COVID-19 en sus programas, prepararse para cuando alguien se enferme a causa del COVID-19 y brindar apoyo para sobrellevar la situación y desarrollar resiliencia.
El uso sistemático y estratificado de varias estrategias de prevención puede servir para que los campamentos abran de forma segura para la realización de actividades presenciales, proteger a los niños, las familias y al personal y desacelerar la propagación del virus que causa el COVID-19.
Fernando Florido López. Servicio de Alergología. Hospital Universitario Clínico San Cecilio. Granada. Comité de Alergia Infantil SEAIC
Biobligrafía:
El síndrome respiratorio agudo severo coronavirus 2 (SARS-CoV-2), también conocido como COVID-19, está causado por una nueva cepa de coronavirus que no se ha identificado previamente en humanos. El SARS-CoV-2 se reconoce como un virus respiratorio altamente contagioso con elevada morbilidad y mortalidad, especialmente en poblaciones vulnerables1. Con el fin de evitar la propagación de la infección, las políticas sanitarias han establecido planes con medidas de restricciones que han modificado nuestros hábitos de higiene, sociales, laborales y sanitarios.
Durante la pandemia, el personal sanitario, requirió la adaptación de las medicinas convencionales llevando a cabo estrategias de atención sanitaria en remoto (telemedicina) con el objetivo de no saturar los servicios médicos, los servicios de urgencias, proteger a los pacientes y a sí mismos. Estas recomendaciones han ido cambiando a medida que evolucionaba la pandemia por sus diferentes etapas.
Los alergólogos nos hemos enfrentado al reto de continuar tratando a nuestros pacientes alérgicos sin poder valorarlos presencialmente y con la dificultad añadida de que algunos síntomas alérgicos como la tos, la disnea y las dermatitis se encuentran entre los síntomas del diagnóstico diferencial de COVID-19. Estos síntomas alérgicos pueden limitar la vida de los pacientes, ya que les pueden impedir acudir al trabajo, al colegio o incluso asistir a centros sanitarios por el riego de contagios por SARS-CoV-2. El manejo mediante telemedicina del paciente alérgico nos resulta inquietante pero quizás, la anafilaxia, es unas de las patologías que nos genera más preocupación, por tratarse de una enfermedad con posibles consecuencias fatales.
Es por ello, que los alergólogos hemos tenido que establecer recomendaciones y pautas para el tratamiento agudo de anafilaxia en domicilio, para garantizar óptimos resultados en el manejo de ésta, sopesando el riesgo de la gravedad de la reacción, el riesgo de contraer la infección y el de la carga asistencial en centros médicos asociados con la pandemia de COVID-19 2. En la toma de decisiones llevamos a cabo una valoración personalizada de los riesgos/beneficios de acudir a urgencias según el tipo de reacción sufrida por el paciente, la respuesta al tratamiento inicial y según la presión sanitaria por infección por coronavirus en los centros sanitarios.
La telemedicina (ya sea por teléfono o mediante vídeo llamada) es una manera nueva de relación medico-paciente en tiempos de pandemia que usamos para informar sobre los planes de tratamiento de la anafilaxia. El acceso a la medicina especializada durante la pandemia de COVID ha estado muy limitado por lo que el uso de la telemedicina se implantó y extendió para establecer una comunicación estrecha, clara y directa con los pacientes sobre síntomas, tratamientos y planes de actuación en la anafilaxia, valorando factores de riesgos individualizados. Los alergólogos hemos usado la telemedicina para educar y ofrecer planes de actuación para el manejo de los síntomas de la anafilaxia. Algunas de las recomendaciones e instrucciones han sido:
– Instruir sobre el uso del dispositivo autoinyectable de adrenalina (AIA) mediante demostración online, envío de folletos explicativos e información sobre accesos a paginas web con videos demostrativos para facilitar la adherencia al tratamiento
– Informar al paciente que, en casos de anafilaxia, se recomienda el uso precoz de adrenalina y que precisarán de asistencia a servicios de urgencias después de usar el autoinyector. Después de usar el AIA los pacientes deben monitorizar la respuesta al tratamiento:
– Llevar a cabo una comunicación abierta con pacientes y familiares respecto a los riesgos / beneficios de la evaluación en urgencias después de la administración de adrenalina 3. Enfatizando que la recomendación de ser evaluados por los servicios médicos se basa en la probabilidad de que se necesite una intervención médica para controlar los síntomas de la anafilaxia, y no porque la adrenalina sea un medicamento peligroso 2. Por otra parte, debemos informar que pueden ocurrir reacciones anafilácticas bifásicas o prolongadas4, y ayudarles a gestionar una recurrencia de la reacción.
– Dotar al paciente de 2 dispositivos de adrenalina fundamentalmente en aquellos que requirieron tratamiento con múltiples dosis de adrenalina en reacciones previas.
– Explicar sobre la necesidad de inspección de posibles defectos en los dispositivos inyectables y la comprobación de la fecha de caducidad.
– Abordar dudas que puedan surgir respecto a la evitación de factores desencadenantes de anafilaxia y el manejo de reacciones futuras.
– Recomendar al paciente con riesgo de anafilaxia, tener acceso a un pulsioxímetro y tensiómetro en el domicilio.
– Explicar a los pacientes asmáticos que deben mantener un control óptimo del mismo.
En vista de que los servicios de urgencias estaban saturados por la pandemia y había alto riesgo de contraer infección por COVID-19, en la ciudad de Nueva York, se establecieron unas recomendaciones basadas en opiniones de expertos para ajustar la practica clínica habitual del manejo del paciente con anafilaxia a éstas difíciles circunstancias (Figura 1).
Se debe resaltar la importancia de uso precoz de AIA: cuanto más rápido se administra la adrenalina, la probabilidad de un desenlace fatal, disminuye 5.
Esperamos que la evolución de la pandemia tenga una tendencia favorable para poder recuperar pronto la atención cercana de nuestros pacientes alérgicos, aunque el uso de la telemedicina jugará un papel clave en el futuro del campo de la salud, para la derivación de pacientes, la asistencia y otras aplicaciones de la atención médica.
Rocío Candón Morillo
FEA Alergología. Hospital General Mancha Centro. Alcázar de San Juan.
Miembro Comité de Alergia infantil (CAI). Grupo de trabajo sobre Anafilaxia.
SEAIC.
BIBLIOGRAFIA
1. A Cianferoni, M Votto. COVID-19 and allergy: How to take care of allergic patients during a pandemic? Pediatr Allergy Immunol. 2020;31(Suppl 26):96-101.
2. T Casale, J Wang, A Nowak- Wegrzyn. Acute At Home Management of Anaphylaxis During the Covid-19 Pandemic. J Allergy Clin Immunol Pract. 2020.8(6):1795-1797.
3. Shaker MS, Oppenheimer J, Wallace DV, Golden DBK, Lang DM, Lang ES, et al. Making the GRADE in anaphylaxis management: towards recommendations integrating values, preferences, context, and shared decision-making. Ann Allergy Asthma Immunol. 2020;124:526-35.
4. Shaker M, Wallace D, Golden DBK, Oppenheimer J, Greenhawt M. Simulation of health and economic benefits of extended observation of resolved anaphylaxis. JAMA Netw Open. 2019;2;2(10):e1913951.
Figura 1:Algoritmo propuesto por Thomas B. Casale et al de anafilaxia revisado que reemplaza el protocolo de manejo estándar durante la pandemia de COVID-192
El próximo 11 de junio tendrá lugar la III Reunión Humanidades y Alergia, organizada por el Comité de Humanidades de la SEAIC. Entre otras disertaciones, se incluirá un homenaje al Dr. Ojeda Casas.
En esta ocasión, el acceso será on-line a través de la página http://www.i-tek.es/live/seaic/.
Programa III Reunión Humanidades y Alergia (1846 descargas )
En los últimos años asistimos a un incremento muy importante en el diagnóstico y conocimiento de la enterocolitis inducida por proteínas de la dieta (FPIES, del acrónimo en inglés). Aunque se trata de una entidad inicialmente descrita en la edad pediátrica, cada vez observamos más casos en la población adolescente y adulta. En una encuesta realizada en EEUU en el año 2019, se observó que esta entidad puede afectar al 0.22% de la población adulta de este país, si bien desconocemos los datos en nuestro entorno.
En la población pediátrica, el cuadro clínico se caracteriza por la aparición entre 1-4 horas después de la ingesta de vómitos repetitivos, diarrea, decaimiento, flacidez, letargo y en casos severos puede acompañarse de deshidratación y shock. Los alimentos implicados habitualmente en la edad infantil son la leche soja, huevo y cereales. Sin embargo, esto varía en función de la localización geográfica ya que depende mucho de los hábitos dietéticos, por ejemplo, en nuestro país uno de los alimentos más frecuentes, después de la leche y el
huevo, es el pescado.
Por lo que respecta a la población adulta, vemos cada vez con mayor frecuencia en las consultas de Alergología, pacientes que tras la ingesta de marisco, pescado o huevo refieren la presencia de dolor abdominal de tipo cólico, acompañado de diarrea, vómitos y en ocasiones, decaimiento. En muchos casos los enfermos son diagnosticados erróneamente de gastroenteritis aguda o intoxicación alimentaria.
El hecho de que el estudio alergológico (pruebas cutáneas y determinaciones analíticas) sea negativo, así como un periodo de latencia entre la ingesta y la aparición de síntomas más largo que en la alergia mediada por IgE (alergia
típica) junto con la ausencia de síntomas cutáneos y respiratorios, hace que sea difícil su diagnóstico. A esto se suma, que en muchas ocasiones el paciente se limita a evitar la ingesta del alimento implicado y no solicita
valoración médica. Estamos por tanto, ante una entidad infradiagnosticada, en la que la prevalencia es mucho mayor de la que se presupone.
A toda esta complejidad se suma el hecho de que muchos pacientes presentan síntomas con distintos grupos de alimentos (por ejemplo: marisco y pescado, leche y huevo, etc.).
La evolución también varía en función de la edad de presentación. Si el inicio es en la infancia, la evolución es favorable alcanzando la tolerancia con el paso del tiempo, sin embargo, cuando este cuadro aparece en la edad adulta tiende a la cronificación.
En la actualidad no existen biomarcadores que apoyen el diagnóstico, por lo que este se realiza en base a unos determinados síntomas (que varían en función de la edad de presentación) con un amplio diagnóstico diferencial.
Debido a esto, es muy importante que el médico sea conocedor de esta patología para poder llegar a un diagnóstico correcto. En los casos en los que el diagnóstico no esté claro, se puede recurrir al test de exposición controlado,
que debe realizarse siempre en un medio hospitalario con el material necesario y personal entrenado, prácticas habituales en las Consultas de Alergología.
El tratamiento se basa en la evitación del alimento o alimentos implicados y para el episodio agudo se recomienda la reposición de líquidos (en muchos casos por vía intravenosa) y el ondasetrón, que al ser un antagonista selectivo del receptor de la serotonina (5-HT3) en el intestino resulta muy eficaz para paliar los vómitos y la diarrea. La adrenalina no está indicada porque el mecanismo inmunológico subyacente no está mediado por la IgE.
Además, se recomienda seguimiento alergológico para valorar la posible aparición de nuevos alimentos implicados o confirmar si se ha alcanzado la tolerancia, a través de los test de exposición controlada.
Aunque en los últimos años ha aumentado considerablemente el número de publicaciones científicas sobre esta patología, son necesarios más estudios que ayuden a confirmar la verdadera prevalencia de esta entidad, así como para conocer los mecanismos inmunológicos subyacentes y el desarrollo de biomarcadores diagnósticos.
Ana Entrala Bueso. Hospital Paz Research Institute (IdiPaz). Madrid
Purificación Gonzalez-Delgado. Hospital General Universitario. Alicante
La alergia al cacahuete es una alergia grave y a menudo persistente que, en la mayoría de los casos, se mantiene hasta la vida adulta. Los contactos accidentales con cacahuete o alimentos que lo contienen pueden dar lugar a reacciones alérgicas graves e incluso anafilácticas, que pongan en riesgo la vida del paciente. De hecho, la primera causa de muerte por anafilaxia en pacientes adolescentes a nivel mundial, es la alergia a cacahuete.
Hasta ahora, el único tratamiento disponible era la dieta de evitación, eliminando tanto el cacahuete como sus trazas, así como los alimentos que lo contienen de la dieta del paciente. Cantidades tan pequeñas como 0,05 gramos de cacahuete pueden desencadenar reacciones alérgicas en algunos pacientes con alergia a este alimento.
Por tanto, el seguimiento de una dieta de exclusión es un proceso complicado que disminuye la calidad de vida de los pacientes con alergia a cacahuete, puesto que la industria alimentaria actual, lo utiliza en numerosos productos envasados, especialmente dentro del campo de la repostería, salsas y alimentos pre-cocinados.
Por todo ello, en los últimos años, diferentes grupos de investigación han desarrollado diversos ensayos clínicos para conseguir una vacuna frente a la alergia al cacahuete que permita modificar el curso clínico de esta enfermedad. La inmunoterapia o vacuna para la alergia al cacahuete, consiste en la administración por vía oral, sublingual o epicutánea, de cantidades crecientes del alimento hasta conseguir que el paciente no reaccione a la ingestión del mismo.
El principal inconveniente que detectan los autores de los diversos trabajos de la inmunoterapia con alimentos², es que, al finalizarlos, no conseguimos una tolerancia real del alimento, sino una desensibilización al mismo. Es decir, los pacientes mientras realizan el tratamiento, pueden tolerar dosis mayores de cacahuete que antes de la inmunoterapia. Con esta vacuna el organismo desarrolla anticuerpos bloqueantes de la respuesta alérgica, pero en el momento en que se suspende, el paciente vuelve a la situación basal, pudiendo volver a sufrir reacciones alérgicas tras la ingestión de cacahuete.
Esta observación es compatible con las conclusiones de un grupo de investigadores del Reino Unido, para quienes esta inmunoterapia realmente no cura la alergia al cacahuete, sino que proporciona un grado de protección frente a la misma. Es decir, mientras el paciente lleva a cabo la inmunoterapia con cacahuete, si tiene un contacto accidental con el alimento, será necesaria una dosis mayor del alimento para inducir la misma respuesta alérgica³.
Por todo ello, la inmunoterapia con cacahuete no busca sólo desensibilizar al paciente, sino modificar la respuesta de su sistema inmune, para conseguir desviar el fenotipo alérgico del paciente hacia una verdadera tolerancia inmunológica. En este sentido, en nuestro país, el primer ensayo autorizado por la Agencia Española del Medicamento fue el desarrollado por la Clínica Universidad de Navarra y el Complejo Hospitalario de Navarra (CHN). La vacuna, desarrollada por la compañía biotecnológica InnoUp Farma y dirigido por las Drs. Tabar y Ferrer, pretende modificar el sistema inmunológico para superar la alergia a cacahuete en un tiempo determinado. La nueva vacuna INP20 es un preparado de nanopartículas de extracto de cacahuete capaces de actuar a nivel celular. Al ser nanopartículas, tras ser ingeridas, su pequeño tamaño evita provocar una respuesta alérgica, consiguiendo llegar hasta las células T, un tipo de células inmunitarias, y regular su activación hacia un fenotipo T regulador, no alérgico. De este modo, el sistema inmune no reconoce como extrañas a las proteínas del cacahuete y éstas se convierten en toleradas por el organismo4.
Se requieren, por tanto, más estudios con un número mayor de pacientes, para una mejor comprensión de los mecanismos inmunológicos subyacentes en la alergia grave al cacahuete, y conseguir así, una vacuna lo más eficaz posible que nos ayude a mejorar el pronóstico y manejo de esta enfermedad alérgica.
Dra. Marta Reche Frutos. Hospital Universitario Infanta Sofía de Madrid. Comité de Alergia Infantil.
Bibiliografía
LTP simplemente quiere decir “Lipid Transfer Protein”, es decir, proteína de transferencia de lípidos. A continuación, 3 datos claves para entenderla:
1) ¿Qué es? Es una proteína vegetal que cumple múltiples funciones en frutas, verduras, hortalizas y frutos secos, fundamentalmente. Esta proteína se encuentra en mayor concentración en la piel de la fruta que en su pulpa. En el caso de la fruta, si has tolerado su pulpa, seguramente te recomendaran que siempre la tomes pelada.
2) Es muy importante entender que no hay unas recomendaciones generales para todos los pacientes sensibilizados o alérgicos a la proteína LTP. Es decir, cada paciente recibe unas pautas completamente personalizadas. Tu especialista te ha diagnosticado y ha ajustado el tratamiento y las normas de evitación de manera individualizada.
3) La alergia a la LTP puede ser un fenómeno mediado o no por cofactores.
Los cofactores son una serie de agentes (o factores) que unidos a la ingestión de un alimento que contiene LTP hacen que desencadene una reacción alérgica, que no hubiese ocurrido, o hubiese sido menos grave, si no hubiesen estado presentes.
Los cofactores ayudan a que se liberen mediadores de la inflamación a través de la “rotura” o degranulación de las células que intervienen en una reacción alérgica (como los mastocitos o basófilos).
Los más habituales son: el ejercicio físico, la fiebre, las infecciones o la toma de antiinflamatorios no esteroideos (AINE) como, por ejemplo: Ibuprofeno, metamizol, ácido acetilsalicílico, etc. Además, hay otros cofactores que pueden llegar a ser importantes tras la ingestión de alimentos con LTP como son: el estrés intenso, la falta de sueño extrema, la menstruación, la toma de alcohol o el uso de drogas como la marihuana.
Una vez que conozcamos estos datos, debemos intentar, cuando sea posible, separar los cofactores y la ingestión del alimento que pueda contener LTP al menos 2 horas.
¿Existe tratamiento para la alergia a LTP?
El principal tratamiento de la alergia a LTP es su evitación. Como hemos comentado previamente, la dieta de evitación será individualizada y específica para cada paciente. El alergólogo debe informar claramente de aquellos alimentos y situaciones que se deben evitar.
En segundo lugar, todo paciente con alergia a alimentos debe llevar consigo un plan y medicación de rescate acompañado de un correcto adiestramiento, para saber cómo actuar en el caso de que acontezca una reacción alérgica por ingesta inadvertida.
En último lugar, es posible que hayas leído que existe una opción de inmunoterapia frente a esta proteína. Es cierto: existe la opción de tratamiento con inmunoterapia frente a rPrup p3 (la proteína específica de LTP de melocotón). Este tratamiento está indicado para pacientes con “síndrome LTP”, es decir, aquellos pacientes que deben evitar la ingesta de múltiples alimentos de diferentes grupos no relacionados entre sí (frutos secos, hortalizas o frutas). Es tu alergólogo el que debe decidir si este tratamiento es adecuado para ti, de forma completamente personalizada.
Dra. Isabel Fernández de Alba Porcel, Hospital HLA Inmaculada de Granada. Comité de Alergia Infantil SEAIC
Fuentes:
Según los resultados del estudio epidemiológico Alergológica 2015 en España los alimentos de origen vegetal se encuentran dentro de las causas más frecuentes de alergia alimentaria. Si bien es cierto que hace años se hablaba de alergia a la manzana, el cacahuete o a cualquier alimento en sí sin dar detalles, a día de hoy es posible conocer, en muchos casos, la proteína responsable de la misma. ¿Y por qué esto es importante? Porque ayuda a determinar las
medidas de evitación que debe seguir cada paciente así como el tratamiento que debe aprender a manejar y tener disponible ante el consumo inadvertido de los alimentos “prohibidos” o ante la aparición de clínica con nuevos alimentos.
Dentro de la alergia a alimentos de origen vegetal la alergia a LTP está muy presente en la mente de los alergólogos y cada vez más en la de los pacientes y médicos de otras especialidades debido a su nada despreciable prevalencia. LTP son las siglas de “lipid transfer protein” o proteína transportadoras de lípidos (PTL). Es una proteína muy ubicua en el mundo vegetal y debido a su función de defensa predomina en la piel o parte externa de frutas, frutos secos, semillas, legumbres, cereales y hortalizas. Entre sus peculiaridades se encuentra su resistencia al calor y a la digestión, por lo que ni el cocinado del alimento ni los jugos gástricos consiguen degradarla. Por todo ello puede asociarse a reacciones de mayor gravedad clínica aunque es importante recalcar que no es ésta su única manifestación.
El patrón más común de alergia a LTP es el de los pacientes que han presentado reacción con melocotón y/o algún fruto seco aunque luego la implicación de unos u otros alimentos depende de cada caso. En este tipo de alergia es importante valorar también la presencia simultánea de cofactores como el ejercicio, la toma de antiinflamatorios no esteroideos, el estrés o procesos infecciosos, entre otros, que pueden actuar como desencadenantes de unos síntomas que no aparecen sin su presencia.
Aunque a priori pueda parecer todo ello algo complicado de entender el estudio realizado por el Alergólogo permite llegar a un diagnóstico más exacto de alergia a la LTP y de este modo definir las medidas de evitación más adecuadas para cada persona. De igual modo se consigue especificar los pasos a seguir ante un consumo accidental o no, y la necesidad de conocer el manejo de medicación de emergencia, como es el autoinyector de adrenalina, en los casos en los que se considere indicado.
En nuestro medio es fundamental que todos conozcamos estas pinceladas básicas de la alergia a la LTP porque somos muchos quienes lo hemos vivido en primera persona o en la de seres cercanos.
El asma es una condición médica crónica muy común en niños y es especialmente susceptible a los cambios provocados por el COVID-19. Actualmente se dispone de poca información sobre el impacto que la pandemia COVID-19 puede tener en el control y manejo de los niños y jóvenes con asma bronquial.
El siguiente artículo “Oreskovic N, Bernard T, Aryee E, Kuhlthau K, Perrin J. The Unexpected Risks of COVID-19 on Asthma Control in Children. J Allergy Clin Immunol Pract.2020;8(8):2489-2491” revisa las influencias que han podido ser importantes o afectar en el control del asma en niños durante la pandemia de COVID-19 debido a los cambios sociales que estamos viviendo. Estos suponen cambios en el entorno, en la práctica clínica médica diaria y su gestión, y en el uso de medicación de esta enfermedad, cambios que tendrán repercusión a largo plazo en los resultados de control del asma. Además, desde nuestro Comité de Alergia Infantil se realizó una encuesta entre los especialistas para conocer cómo ha afectado la pandemia al manejo del asma pediátrico en España, que ha sido publicada en Sanchez-Garcia S, Ruiz-Hornillos J, Escudero C. Pediatric Asthma Management during the COVID-19 pandemic: Results of a national survey. Ped All Immunol Pulm. 2020 Dec; 33(4):199-203. https://doi.org/10.1089/ped.2020.1250
Los pacientes con asma tienen especial vulnerabilidad a los cambios provocados en el contexto de la pandemia COVID-19, con muchas vías y factores de riesgo compartidos, incluyendo la calidad del aire, el ambiente interior, la actividad física, el control del peso, la gestión de la medicación y la prestación de atención sanitaria.
El lugar donde los niños pasan mayor cantidad de tiempo, que ahora es en los interiores, los hábitos diarios (patrón de asistencia a clases), de viaje o transportes, y la actividad física que realizan, afectan al asma.
Además, ha habido cambios en la disponibilidad, la prestación y la utilización de la atención sanitaria que tienen importantes implicaciones para el asma y otras enfermedades crónicas que requieren atención médica continuada. Se han limitado las visitas a la consulta para el control del asma, tanto en atención primaria como especializada (Neumología y Alergología) y se han limitado las visitas a urgencias. Todo ello ha favorecido el formato de visita telefónica o videoconferencia. Estos cambios han ofreciendo nuevas oportunidades gracias a la denominada “telesalud”, que deberán ser valoradas y aprovechadas.
En cuanto a las visitas a Urgencias, se observó una importante disminución en la atención relacionada con el asma y el comienzo de la pandemia, que atiende seguramente el temor de las familias al contagio y/o las recomendaciones sanitarias del momento. Todo esto condujo además, a que la realización de las pruebas tempranas para un mejor control de la enfermedad, como las pruebas de función pulmonar, se viera afectada.
La COVID-19 también ha influido probablemente en la adherencia de los pacientes a los medicamentos controladores del asma. Los padres de los niños con asma pueden tener un mayor control y ser más vigilantes para que los niños tomen su medicación con regularidad y que una mayor adherencia a la medicación mejore el control del asma o, por el contrario, que otros dejen su medicación ante el temor de los posibles efectos de los corticoides, tanto orales como inhalados, en la infección por coronavirus.
Todos estos factores han podido influir de diferente manera en función del lugar en el que residiese el niño, de la situación socioeconómica de la familia, de las limitaciones para realizar actividad física al aire libre a causa de las restricciones particulares de cada zona, etc. En este sentido, los niños de familias de entornos urbanos con menores ingresos tienen un acceso más limitado a espacios seguros para la actividad física, tienen domicilios en los que la exposición a alérgenos/contaminantes de interior (hongos, roedores, cucarachas y el humo del tabaco, entre otros) es mayor, y pueden convivir además con adultos con menor posibilidad de teletrabajar y más expuestos a la infección por coronavirus.
Estos cambios en el entorno, en la práctica médica y en la gestión del tratamiento, tendrán probablemente un gran impacto en el asma infantil que tendremos que vigilar para evaluar su impacto final a medio y largo plazo.
Margarita Tomás Pérez. Médico Adjunto Alergología Hospital General Universitario La Paz. Madrid. Comité de Alergia Infantil SEAIC.
Según Alergológica 2015, un estudio epidemiológico de referencia sobre las enfermedades alérgicas en España la alergia a medicamentos fue el motivo de consulta en el 18,7% de los casos, y en particular en niños en el 9%. En los niños, las enfermedades exantemáticas son frecuentes y muchas veces no se puede discernir que la causa de las lesiones cutáneas sean los fármacos o la propia enfermedad. Siendo los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) los segundos medicamentos que más frecuentemente causan reacciones alérgicas en niños. Un alto porcentaje de niños que han presentado alguna reacción donde hubiese implicado un AINE, los evitan sin ningún estudio.
Las reacciones asociadas a los AINE se dividen principalmente en dos tipos: agudas (reacción inmediata o reacción hasta varias horas después de la exposición) y retardadas (más de 24 horas después de la exposición). Las reacciones agudas a los AINE pueden ser selectivas (mecanismo inmunológico) o inducidas por múltiples AINE (reactividad cruzada, no inmunológicas), siendo estas últimas las más comunes en niños.
Hasta la fecha los estudios relacionados con reacciones alérgicas a los AINE en niños son limitados. Como variables predictoras encontramos una reacción sugestiva en los primeros 60 minutos y 2 o más reacciones con distintos AINE implicados. No queda claro si se podría involucrar a la genética como variable: algunos estudios apuntan el antecedente de padres alérgicos a AINE como un factor de riesgo.
En niños, entre los fármacos más frecuentemente implicados se encuentran el Ibuprofeno y derivados del ácido propiónico, junto al Paracetamol por ser los más utilizados. Las reacciones adversas a AINE en lactantes y preescolares son menos frecuentes, lo que se atribuye a su menor consumo.
Para no catalogar a los niños de alérgicos a fármacos que le serán imprescindibles en el futuro es importante realizar un estudio alergológico, en el que la prueba definitiva es la prueba de exposición controlada para determinar el tipo de alergia selectiva o reactividad múltiple, y en caso de confirmarse ésta última probar otros AINE alternativos. Las pruebas cutáneas solo son de utilidad en determinados casos de alergia selectiva.
Recientemente se ha publicado un trabajo interesante que insiste en la importancia de la valoración alergológica, sobre todo de cara a la evolución de la alergia ya que una proporción importante de niños con reacciones por reactividad múltiple tolera los AINE tras ser reevaluados a los 6 años (Progress in understanding hypersensitivity reactions to nonsteroidal anti-inflammatory drugs). Dicha reevaluación es crucial considerando el gran número de niños que podrían estar evitando los AINE. Esto unido a que condiciones comórbidas como infecciones, fiebre o el uso concomitante de otros fármacos podrían causar los síntomas en estos pacientes nos hacen concluir que la historia detallada y las pruebas de provocación farmacológica son fundamentales para un diagnóstico definitivo de alergia a los AINE en niños.
Paula Méndez. Complexo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela. Comité de Alergia Infantil SEAIC
Biliografía:
La dermatitis atópica es una enfermedad cutánea inflamatoria crónica recidivante. La mayoría de los casos son leves y se tratan en Atención Primaria por médicos generales, mientras que los casos moderados a graves o resistentes al tratamiento, se derivan a dermatólogos, pediatras especializados y alergólogos para estudio y tratamiento adicional.
Recientemente se ha demostrado que el uso de medicamentos podría predecir la persistencia de Dermatitis atópica en los niños. Una identificación temprana de niños con un mayor riesgo de enfermedad grave y persistente puede mejorar el manejo de la enfermedad y reducir su carga.
La fobia a los corticoides tópicos es un problema común, tanto en pacientes pediátricos como en adultos con dermatitis atópica, y contribuye, no solo a una baja adherencia al tratamiento y a un control deficiente de la enfermedad, sino que, en última instancia, aumenta la necesidad de atención médica. Informaciones erróneas por parte de medios públicos, familia, amigos y profesionales de la salud, pueden agravar aún más la fobia a los corticoides tópicos.
Se ha publicado recientemente un estudio danés en el que se evaluó, a partir de un cuestionario, la estructura familiar de los pacientes pediátricos con dermatitis atópica, lugar de residencia, nivel educativo de los padres, enfermedades cutáneas actuales y anteriores, predisposición al tratamiento de la dermatitis atópica, fobia a los corticoides (Topical Corticosteroid Phobia, TOPICOP) y gravedad de la DA (Patient-Orient Eczema Measure, POEM).
De las conclusiones se puede extraer que ni el número de visitas previas a consultas médicas generales ni la edad del niño en la primera visita al médico de cabecera o al dermatólogo, se asociaron con la gravedad de la dermatitis atópica en el futuro. Por el contrario sí que se objetivó una asociación significativa entre una puntuación alta del test de fobia a los corticoides y un nivel educativo bajo de los padres, dando como resultado en estos casos un retraso en el tratamiento de los brotes de dermatitis atópica.
Estas conclusiones destacan la importancia de una buena educación a los padres por parte de los especialistas que atendemos a niños con esta enfermedad crónica, que ayuda a reducir los gastos de atención médica, así como la carga de la enfermedad.
Articulo aconsejado:
Dra. Elena Villalba Lorenzo, del hospital Hospital Público Marina Baixa, Villajoyosa (Alicante). Comité de Alergia Infantil SEAIC.
Puede consultarse el artículo:
Trine Gerner, Jeanette Halskou Haugaard, Christian Vestergaard, Mette Deleuran, Gregor Borut Jemec, Charlotte Gotthard Mortz, Tove Agner, Alexander Egeberg, Lone Skov, Jacob P. Thyssen Healthcare utilization in Danish children with atopic dermatitis and parental topical corticosteroid phobia. Pediatr Allergy Immunol. 2021 Feb;32(2):331-341